domingo, 7 de marzo de 2010

Carta a Ana Corberó, "The Future is Small"





Querida Ana,

Tengo el gusto de haberte conocido junto a tu taller y tus esculturas, el gusto de vivir mi cotidiano con tus muebles: comer en tus mesas sentado en tus sillas (¿sabes además que mi servilletas se posan en un servilletero tuyo?), descansar en tus divanes, iluminar mi noche con tus lámparas, y despertarme cada día viendo aquellos caracoles, piedras y tréboles que tú uniste, y que tú creaste.
Mi vida me sorprendió con el impedimento de ir a Tokio para esta exposición de tu obra y en el juego de las disculpas lo deploro.

Ahora que veo tu obra a través de este inteligente y suave video de la exposición me topo con la exaltación de mi propia cotidianeidad, ¿lo sabes?, con la exaltación de una gran parte de mi mundo físico que al final ha sido construido con tu imaginación y tus manos. Pero a su vez encuentro aquél extraño nivel espiritual que había intuído en la primera vez que ví tus niños de piedra y la comparé con la sensación que me dió el verte con aquellos que amorosamente viven en tus brazos.

Tus niños, todos, son dorados, plateados, metálicos, (a algunos los veo como gigantes mientras a otros como duendes que invaden una casa), y sus cabezas miran con una sonrisa sabia, en una contemplación y una visión que sólo el sonido de una flauta de bambú habría podido hacer resonar espiritualmente en mí. Los brillos de los materiales de las formas que los contienen y los abrigan me obligan a relajar mi espalda y mirar más, acaban con mis bloqueos para sonreir y recordar. No leo tus poemas porque no logro decifrarlos en la engañosa imagen del video pero he leído tus palabras de otros tiempos y tengo archivados tus escritos, el marco con ellos ya está hecho.

Ana Corberó sueña su mundo en masa, en palabra, en imagen y en sonido.

¿Mencioné que también veo y oigo el futuro en ellos?, como si la flauta me dirigiera con el sonido hueco a donde la mirada casi irónica de tus niños va,

pequeño futuro que suena a un viento agudo.


Gustavo Thomas



Ana en respuesta mandó los poemas que estaban en la exposición, poemas de guerra, Beirut...


Ana,

Con la lectura de los poemas la imagen y el sonido adquieren otra dimensión, dolor.

La mirada sabia de tus niños es también una mirada de incomprensión, y esos ojos observan curiosos la realidad física que provocan los objetos de guerra que se les acercan, que viene en un futuro muy muy cercano, un futuro devastador.
¡Es terrible entonces ver las cabezas, por otro lado tan hermosas, tambaléandose, meciéndose, en un juego donde los cuerpos no existen más! Ese futuro también es pequeño y también lo deploro, pero ahí está. ¿Me dejas sólo, por unos instantes, quedarme con mi primera versión? Así podré vivir engañado por la imagen de tus ojos, de tus abrazos y de tu candor.

Gustavo Thomas

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