miércoles, 25 de mayo de 2011

"La danza del padre" Tira cómica y video del Primer movimiento: Le père qui danse

Dentro del proceso de La danza del padre, los dibujos que narran la historia están adquiriendo movimiento, primero en forma de tira cómica y después en un video. Su drama se acentúa y forman ya parte de una posible historia teatral. 

Estas son pruebas, no sé a dónde más llevará; dejo correr el impulso creativo y soy congruente con lo que se ha dado. Por otro lado, incursiono en un campo que me está apasionando...

Primer movimiento: Le père qui danse

Dibujo base

Tira cómica a partir del dibujo y el texto base





Video uniendo todos los cartones con música by Subliminal (*)





(*) "Trapped By Time" by Subliminal
http://ccmixter.org/files/subliminal/28890
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http://creativecommons.org/licenses/by-nc/3.0/



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viernes, 20 de mayo de 2011

En el inicio están los fundadores, la oración y la ofrenda. (Aprendiendo Butoh con Yoshito Ohno)


Los tres maestros del Butoh en un improvisado nicho. Estudio de Danza de Kazuo Ohno. (2011)






Butoh es joven, muy joven; nace en los años 50 del siglo XX y se reconoce concretamente a un sólo fundador, Tatsumi Hijikata. Hijikata descubre en Kazuo Ohno a su compañero de revolución. Kazuo se convierte entonces en el cofundador del nuevo estilo y en palabras de otros también en su contraparte: mientras Hijikata trabajaba lo grotesco, lo oscuro, lo tenso y destructor, Kazuo trabajaba lo luminoso, lo suave, lo amoroso. A través de ellos dos el Butoh adquiere una expansión inusitada y su influencia cubrirá a cientos y cientos de artistas de todos los campos alrededor del mundo. 
La primera cosa que el maestro Yoshito Ohno hizo una vez que nos presentamos fue mostrarme un libro de fotografías de William Klein, "Tokio", en donde aparecen Tatsumi Hijikata, Kazuo Ohno y él mismo en un "happening" en las calles de Tokio (en el área de Shinbashi), en algún momento del año 1960. Parecía con ello querer decirme a mí, extranjero desconocido, que confiara en él, que él estuvo ahí también, que yo habría de estudiar con alguien que había trabajado con los fundadores de esta danza.


Fotografía de William Klein: Kazuo Ohno, Tatsumi Hijikata y Yoshito Ohno. (1960)
Fotoggrafía de William Klein: Kazuo Ohno, Tatsumi Hijikata y Yoshito Ohno. (1960)

Yoshito Ohno ha estado siempre ahí; ha sido desde el principio un observador y un practicante total de la revolución del Butoh en el arte japonés, de su desarrollo y de sus cambios: siendo un adolescente apenas formó parte de varios montajes de y con Hijikata, aprendió de su padre a bailar, vió morir a Hijikata y acompañó en cada montaje a su padre en los últimos 30 años. Siendo parte de su propia mitología, Yoshito Ohno, transmite el Butoh a través del ejemplo de los creadores en el mismo lugar en el que Kazuo Ohno y Tatsumi Hijikata trabajaron durante años, en donde Kazuo Ohno dejó su herencia misma.

Yoshito Ohno bailando en el estudio de su padre Kazuo Ohno. (2011)

Así, toda indicación a trabajar en el taller del maestro Yoshito Ohno tiene como punto de referencia a alguno de los dos maestros fundadores del Butoh; alguno de su movimientos, algunas de sus anécdotas, alguno de sus discursos, algunos de los comentarios de otros sobre su trabajo: si se van a mover las manos, el maestro Ohno habla de las manos de Hijikata cuando éste estaba en escena, de cómo éstas parecían emanar energía de entre los dedos y las palmas; cuando se refirió al uso de los pies en el Butoh, Yoshito sensei nos habló de cómo Hijikata tenía tal fuerza en sus pies que el día que murió, a la media noche, un gorrión entró al cuarto y se posó en ellos durante unos instantes. Tal había sido su magnetismo que los pies ya muertos mantenían una atracción vital total. Si se va a trabajar con la mirada, nos habla de cómo Kazuo evitaba la mirada dirigida hacia el suelo mientras se desplazaba o cómo seducía a los técnicos de un teatro con ejercicios de desplazamiento y miradas que lo hacían ser respetado pro aquellos que no sabían quién era él. Si alguien había hablado de la creación de un cuerpo surreal en Kazuo (y un crítico japonés le llamó así) eso servía para que nosotros buscáramos nuestra propia surrealidad y crearla en nuestro cuerpo. En el inicio están siempre los fundadores del Butoh.
Ellos entonces, los maestros creadores, son nuestro punto de partida y nuestra inspiración. A ellos también ofrecemos nuestro trabajo. 
Y antes de toda ofrenda, aprendemos a orar.
Nunca antes, hasta el primer día de trabajo con el maestro Yoshito Ohno, había escuchado la idea de orar en escena, de una manera tan simple, y sin implicar ninguna religión. Varios maestros occidentales me habían hablado de un espacio sagrado de trabajo, pero parecían burdos intentos de sacralizar algo que nos era ajeno totalmente.

Cuando mi primer ejercicio con el maestro Ohno fue simplemente orar, algo nuevo apareció: en su manera de decirlo (tuve la enorme suerte de que se me tradujera en tiempo real durante esa sesión), en sus tonos, en su mirada, la indicación era diferente; habría que dar el primer paso orando, el primer ejercicio, es decir, el primer movimiento, la primera improvisación de movimiento. 
El primer paso es, siempre, orar. 
Yoshito Ohno nos explicaba que la danza Butoh nació del recuerdo en Hijikata y Kazuo Ohno de las terribles tragedias de la segunda guerra mundial, de su odio y de su dolor; hablaba de cómo Kazuo había sufrido en su travesía de regreso de Filipinas a Japón, de cómo había visto morir a la gente dentro de su barco, y que con ellos rezaba, con esas imágenes, y que también a ellos les ofrecía su movimiento. Entonces preguntaba ¿qué hay en tu rezo?, ¿sobre qué rezas tú?, ¿por quién rezas tú? Así comenzábamos a movernos.
Yoshito Ohno usando la misma música que utilizó su padre en sus talleres. (2011)








Aprendiendo a orar en movimiento. Estudio de Danza de Kazuo Ohno.. (2011)




Cada día la frase inicial de trabajo era "oren" (en inglés para mí, "pray", y en japonés para los otros, inoru 祈る)... Entonces iba hacia donde estaba el sistema de sonido y comenzaba a poner discos, dos, tres, cuatro piezas: el Ave María de Schubert (tan apreciado por Kazuo), Il mio babbino caro (por María Callas), Amazing Grace, o piezas de música budista. Y entonces orábamos, día a día, y cada sesión, y en su repetición nuevas posibilidades de oración estaban en nosotros: oré por aquellos muertos que vió Kazuo, por lo míos propios, oré por la imagen de un Kazuo moribundo, por los pies del cadaver de Hijikata, oré por mi propio pasado... y me moví, como los otros que estaban ahí que también oraban y se movían.



De esa oración surgió la ofrenda, nuestro movimiento como una ofrenda: la historia de esa ofrenda de Kazuo por todos esos muertos era profundamente poderosa, de la misma manera aquella en la que dedicaba sus bailes a su madre, al gran cariño que sentía por ella, donde su rezo se convertía en la sensación de un cordón umbilical sobre la escena que era en realidad una enorme matriz.
Esa ofrenda era una petición, petición a nuestras fuerzas, petición al espacio, contacto con él, todos nuestros sentidos en él, con las cuatro esquinas, los cuatro lados, con el suelo, con el cielo.
Nuestro movimiento no debía ser externo, el rezo y la ofrenda debían ser internas: “Nadie sabe cómo debes tú rezar y ofrecerte, sólo tú, encuentra tu rezo, encuentra tu camino de ofrecimiento moviéndote”. Es una continua exploración.


Eso fue hace ya más de un mes, y hoy por hoy, de regreso en casa, sigo haciéndolo, explorando; cada día me despierto para moverme y orar con el impulso de aquellas sesiones de búsqueda en Yokohama,... ¿Por qué? No lo puedo asegurar del todo; creo que ahora simplemente lo necesito.






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sábado, 14 de mayo de 2011

El estudio de danza de Kazuo Ohno en Yokohama: El lugar y sus objetos.

Kazuo Ohno Dance Studio (Yokohama, 2011)


El primer paso es el lugar, el espacio: nadie puede imaginar la danza sin un espacio. 
Mi sueño de visitar, pisar y aprender en el estudio de Kazuo Ohno en Yokohama debe entonces comenzar por un pequeño recuento del espacio.
Kazuo Ohno construyó su estudio, allá por los años 60, al lado de su casa, en las colinas de Kamihoshikawa, una región conurbada de Yokohama, a menos de una hora en tren del centro de Tokio. Era y es un estudio humilde, sencillo pero muy funcional: tiene su piso de madera, un piano, varios closets, un baño, una cocineta, sillones, una televisión, un aparador de cristal, un sistema de sonido, un pequeño sistema de iluminación; está construido en madera y lámina, con un grupo de soportes que evitan que, durane una lluvia,  se inunde por el agua que corre hacia abajo de la colina; a la puerta, afuera, hay un estante para zapatos y una cesta para sombrillas. Desde la entrada uno puede observar el comedor y parte de la cocina de la casa Ohno, y uno se siente apenado de entrar a la privacidad de ese hogar y prefiere desviar la mirada.
Llegar al estudio es una travesía, no es fácil, todo el mundo se pierde la primera vez, sea extranjero o japonés, no es cuestión de lenguaje. Y es porque, estando en una zona de colinas, donde callejones y escaleras laberínticas son los únicos caminos a seguir, uno no puede descubrir el callejón y la escalera que llevan a donde está el estudio. Durante unos 35 minutos subí y bajé la colina varias veces, tomé diferentes escaleras, pregunté a los transeúntes, revisé el mapa decenas de veces; agotado y con las piernas temblando de cansancio, al final, decidí tomar el primer callejoncito del camino y seguirlo en sus recovecos, y ahí, después de una vuleta no visible desde el camino principal, se abría por fin la escalera que llevaba la estudio. 
A la mitad de la colina se descubre un letrero de madera en el que se lee en japonés y en inglés “Kazuo Ohno Dance Studio”. 
Sign entrance at Kazuo Ohno Dance Studio (Yokohama, 2011)


Me encontraba por fin frente a ese letrero, un punto culminante en mi vida como estudiante: estaba ahí después de aquella cansada travesía por encontrar el lugar, después de un mes de incertidumbre debido al terremoto en el norte del país y los problemas en la planta nuclear de Fukushima, después de un año de estar estudiando y descubriendo la danza Butoh con varios maestros en Canadá, y después de un poco más de 20 años de haber visto por primera vez las figuras de Kazuo y Yoshito Ohno sobre un escenario, poniendo su trabajo como ejemplo ante todos mis alumnos y compañeros y ante mí mismo. Ahí estaba frente a ese letrero, y ahí me quedé durante unos minutos. 
Ya era de noche, hacía un poco de aire, se escuchaban los trenes pasar a lo lejos, también se escuchaban unos grillos, y nada más.
Antes de conocer al maestro Yoshito Ohno pude conocer el estudio, pude ver sus objetos tal y como Kazuo Ohno los usaba (Yoshito Ohno ha respetado totalmente la disposición del lugar y no ha cambiado nada de ubicación): su sillón, su música, sus muñecos, marionetas y máscaras, sus libros, su vestuario, los zapatos de sus personajes femeninos, sus sombreros, sus fotos, su suelo.
Como es la costumbre japonesa (y oriental) uno deja sus zapatos a la entrada y entra descalzo, así podemos pasar con confianza a cualquier parte del lugar sin temor a dañarlo y molestar con nuestro ruido al caminar. Así lo hice, así entré, descalzo, y así pisé donde pisaron y bailaron Kazuo y Yoshito juntos, donde alguna vez pisaron y bailaron ellos dos junto con Hijikata, ahí donde ahora, solo, pisa y baila Yoshito Ohno, como el heredero que es. 
Recordé entonces alguna clase de pantomima que tomé en mis años universitarios donde fue la primera vez que oí en mi vida la idea de que el espacio de trabajo era un lugar sagrado, que habría que saludarlo y pedirle permiso para recibirnos. Yo pensé en los pies de los maestros, en sus cuerpos cayendo y rodando, y a esas imágenes, como diría mi madre, me “encomendé”. 
En el pisar revisé todo el espacio y mi mirada se detuvo en una foto sobre una pequeñita silla de madera: era el momento en que Pina Bausch visitando a Kazuo enfermo le daba un beso; un fotografía bellísima, durísima, que me hizo temblar. Extrañas paradojas de la vida, Pina visitaba al Kazuo enfermo, y tal vez moribundo, pero ella moriría un año antes que él.
Kazuo Ohno Dance Studio (Yokohama, 2011)



Yo sé que algunos de ustedes, artistas o no, me entienden en detenerme en este primer paso al espacio de trabajo del estudio del maestro Ohno, en dedicar una entrada del Blog a este recuento del lugar en el que se ha soñado estar y aprender en él. Yo sé que algunos de ustedes han soñado con pisar de verdad un lugar que sientan verdaderamente sagrado; y es a ustedes a quienes me dirijo y para quienes escribo estos textos, tomé estas fotos y este video que ilustran ese primer paso en mi visita al estudio de danza del maestro Kazuo Ohno, en Yokohama, el pasado 20 de abril de 2011. 








Slideshow: serie de fotografías Estudio de danza de Kazuo Ohno: El lugar y sus objetos







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domingo, 8 de mayo de 2011

"La danza del padre" Arte visual alrededor del proyecto.



"La danza del padre", mi proyecto teatral durante este 2011, se ha convertido en un trabajo de gran covertura visual asi como literaria. En esta ocasión me gustaría mostrarles, además de los dibujos que ya han acompañado los textos de la historia base (y que ya conocen), algunas de las piezas de pintura digital que he realizado durante este proceso:


La Chûte ou Le fils rêve (La caída o el hijo sueña)

Pére et fils (Padre e hijo)

Le fils faché (El hijo enojado)

jueves, 5 de mayo de 2011

"La danza del padre" Undécimo movimiento: Le père meurt pour dernière fois.




He retardado tu muerte pero hoy estoy dispuesto a asumirla y escribir sobre ella.

No hubo última vez para mí:

Tu rastro se pierde y el dolor de una llamada no altera mi odio por ti.
Dicen que has muerto en tu cama, de aquello que tanto pediste,
de aquello que tanto ensayaste: "Le père au coeur" se dibujó en mí.

Te fuiste cuando ya eras ido, 
ya de mi corazón perdido.

No hubo dolor para mí.

Moribundo, te pensé en tu cama, 
mirando al cielo, respirando agitado, 
y pensando, "¿estaré jugando otra vez?"

Tus labios resecos, tu frente sudando frío, tu mano "au coeur" en signo de dolor.
Tal vez un latido extra o un ritmo excesivo alertó a tu verdad;
entonces seguro te llegó el miedo, y ya no supiste pararlo,
te perdiste en tu juego bárbaro de ensayos, 
y él solo, se detuvo solo, sin ti para ayudarlo.

Llamadas distantes anunciaron que ya por fin eras ido.
Unos hermanos lloraron, mientras otros preferimos callarlo.

No supe si Dios conversó contigo otra vez.
Yo,… no lo creo. 
Esas siempre fueron mentiras, tonterías tuyas, 
despojos de una falta total de aventura en tu vivir.

Gustavo Thomas. Get yours at bighugelabs.com

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