domingo, 31 de octubre de 2010

"The Andersen Project", dirigida por Robert Lepage. Canadian Stage, Toronto.

Programa de "The Andersen Project". Canadian Stage (Oct 2010), Toronto.



Boleto de la función de  "The Andersen Project". Canadian Stage (Oct 2010), Toronto.

Anoche ví en el teatro de la compañía Canadian Stage en Toronto "El proyecto Andersen" (The Andersen Project), y he logrado por fin una perspectiva real del trabajo de Robert Lepage, a quien sólo había visto en videos: no me mostró a un genio pero sí a un maestro de su profesión y a un inteligente y sensible artista.

Robert Lepage no le tiene miedo a la libertad sobre la escena pero tampoco a encontrar límites en ella: no es revolucionario, no es transgresor, no es shockeante ni dramático; él construyó una puesta en escena que casi podría llamarse espectacular, debido a los cambios de escenografía y uso de medios, sobre un cuento (o cuentos) que hablan a su vez de un famoso cuenta cuentos y escritor, Hans Christian Andersen, y hablan también de Lepage mismo y de su propia obsesión, una vida como artista y como hombre. Lepage maneja atmósferas, espacio y tiempo de una manera magistral; nunca antes había disfrutado tanto la imagen de un árbol sobre la escena, y la simple manera de escuchar a un cuenta cuentos contando una historia (el padre a su hija).

Tecnología y simplicidad teatral.

Disfruté mucho también la actuación de Yves Jacques y en especial los momentos donde expone el pasado de sus personajes, pero su actuación realista no me llevó a nada más, no cambió nada en mí;  eso sí, me mostró como su director lo hizo, la maestría de una profesión.

Un texto simple (tres historias interconectadas), el uso de la tecnología, una magistral dirección teatral y un muy buen actor en un "unipersonal", todo ello el conjunto de ingredientes que me llevaron a disfrutar enormemente "The Andersen Project".





sábado, 16 de octubre de 2010

Taller de Butoh con Denise Fujiwara. Cuarta sesión (final). Fuego y la llama que se extingue.

Denise Fujiwara. Taller de Butoh en Toroonto. Octubre, 2010.


4to día
15 de octubre de 2010
Toronto, Canadá


Un taller intensivo siempre es así, digamos... "intenso". Mucho de todo en poco tiempo. No todos acertamos a concluir con exactitud para qué hicimos todo ésto y no somos tampoco concientes de todo aquello que se nos dió, sin embargo algunos puntos de asimilación pueden ser esenciales para nuestro futuro, y lo agradezco.

En nuestro último día del taller cerramos el círculo básico de la exploración con los cuatro elementos e iniciamos el camino hacia la creación de espectáculos, al estilo en que Denise lo concibe, claro. 

Taijiqigong, cadera, circulación, hilos de tensiones, desequilibrios, desplazamientos, interacción con el compañero...

Desplazamientos e interacción con el otro fue un verdadero capítulo en este día. El ejercicio fue de una exigencia mayúscula, en tiempo y en esfuerzo: pieza musical tras pieza musical se nos exigía diferentes tipos de desplazamientos con los ya clásicos NO del Butoh (no actuar, no coreografiar, no repetir, no pensar, no preparar, etc), sumado a la interacción con los compañeros.

En algún momento Denise entró al ejercicio e interactuó con algunos de nosotros, más con aquellos que la conocen de otros talleres; cuando traté de ver qué hacía la ví trepándose por las mamparas móvibles que separan un salón de otro y después subirse en los hombros de uno de los compañeros. Independiente de lo fascinante o simpático que eso resultaba, parece que en realidad Denise estaba un tanto preocupada por nuestra debilidad durante el trabajo, y nuestros muchos SI y pocos NO. Durante el ejercico también se acercó a mí y me pidió no casarme con una idea y crearla, sino dejarla correr; y no pude hacer otra cosa mas que cambiar mi desplazamiento y comenzar a hacer algo más simple, lo que me llegara, evitando la elaboración. No puedo saber si funcionó, y parece que no lo sabré en mucho tiempo, aún practicando, pero así es el entrenamiento del Butoh; hay que descubrirlo con la práctica.

El ejercico (improvisación le llama Denise) fue verdaderamente largo, alrededor de una hora desplazándonos en busca de "desplazamientos" y de interacciones con los otros.

Todos estábamos agotados, verdaderamente cansados del ejercicio físico de los pasados días y de la intensidad de los ejercicios mismos. Denise nos pidió hacer un esfuerzo aún en el nivel bajo de energía que tuviéramos, y ese esfuerzo concretamente era evitar el desperdicio de energía tratando de pensar en exceso en nuestra debilidad. "Usar la debilidad en nuestro provecho", trabajar con ella, y ella nos llevaría a reservas de energía en nuestro cuerpo.

Finalmente pasamos al tema del cuarto elemento, el Fuego.

Sentados repetimos las palabras que nos referían al fuego y a sus estados, hasta que tuvimos una gran cantidad de ellas como acervo para el ejercicio a venir: estados del elemento fuego, ser esos estados e interactuar con los otros.

Ser algún estado del fuego podría pensarse que resultaría más fácil trabajarlo (por aquello de la movilidad y la explosividad del fuego), pero no me resultó así, tuve problemas y en algún momento estuve verdaderamente confundido. Durante minutos me dediqué a tratar de ser un radiador electrico que emanaba calor, y de verdad lo buscaba, hasta que Denise se me acercó (¡la segunda vez en le curso!) y me susurró que relajara mi nuca y que fuera más específico; me quedé totalmente tieso y le dije es que yo -"creía estar siendo específico"-, ella pensó un poco y dijo,-"bueno, no tengo las soluciones"- y me dejó trabajando.

Yo llevaba un rato trabajando en algo específico pero nada de eso lo era para quien lo veía, y algo debía cambiar; como si yo hubiera etsado trabajando una especifidad para mi creación y no para el resultado (lo que no deja de confundirme más). No quise quedarme ahí y simplemente cambié de estado del fuego y exploré haia otra parte; Denise volvió a acercarse a mí, y me dijo -"déjalo correr, no te cases con nada, que esté en todo tu cuerpo, en tus espalda, en tus pies, que no haya molécula tuya que no sea el elemento"-. Así que mi fuego chispeante fue un gozoso movimiento de todo mi cuerpo (profundamente agotador), siendo ese fuego hasta en el menor detalle del que yo era capaz de concebir; después vino un estado más con el fuego azul de la estufa que calienta una hoya. Denise ya no se acercó otra vez, o se dió por vencida o encontré algo valioso a su parecer que merecía el ya no interrumpirme más.

Hubo una sesión verdaderamente corta de comentarios donde extrañamente Denise expresó por primera vez su gusto por el trabajo de dos personas, a un muy leve nivel de emoción o alabo, entonces se detuvo y no hubo más comentarios en ese sentido. Parece que sí hay una premisa de su parte para evitar esos comentarios, premisa que desde el principio he aplaudido, porque si quiere uno dejar el ego fuera y ser algo lo primero es dejar de fomentarlo desde el otro lado.

El momento final llegaba con la propuesta de nuestro espectáculo final improvisado con dos de los estados, de los 8 escogidos con los 4 elementos, con una estructura de entradas y salidas similares pero ahora buscando una mayor responsabilidad de aportar algo a lo que sucedía en la escena al momento de entrar o salir; la interacción con los otros debía ser regulada pero abierta a posibilidades; y las transiciones entre un estado y otro a realizar deberían ser no pausas muertas si no eso precisamente, transiciones, evidentes procesos de cambio, caminos que nos llevan a un estado diferente y al otro elemento. Debo decir que hubo momento mágicos de la interacción, verdaderos encuentros entre cuerpos y movimientos, y atrayentes solos también; aún así pericbí que alguos movimientos de otros me cansaban (como espectador) a estas alturas, como si ya hubiera visto demasiado de ellos.

Hacer Butoh no es algo que le gusté a todos, ni verlo ni hacerlo. Interviene también la gran cantidad de intercambios químicos que hacen las relaciones humanas lo que son.

Ante la pregunta de Denise de por qué unos atraían más que otros, la confusión fue general; primero sugieron las frases sobre la belleza de algunos movimientos, de que alguien llamaba más porque se le veía más dentro o más verídico, pero entonces otros hablaron sobre la comunicación que se daba entre yo espectador y aquello que veía ese yo en el 'performer"; entonces la subjetividad de la relación bailarín-espectador se hizo patente y ninguna discusión puede continuar de esa manera.

Butoh había ganado en su inconsistencia racional y su rechazo a los conceptos de claridad, proyección o técnica. 

Mi mente voló sobre las implicaciones de lo que veía y sucedía, y pensé que Butoh es un arte de connotaciones extrañas, y que al final no es una escuela como tal, que no tiene una técnica tradicional, y que no tiene un punto base para definir su calidad. Denise lo dijo después, -"Butoh no tiene en su vocabulario, virtuosismo"-.

Los grandes bailarines de Butoh han sido sus creadores por su creación misma, por sus cuerpos dedicados y únicos. Aún cuando todos podemos hacer Butoh, no todos tendremos entonces la apreciación que los maestros han tenido, y que son maestros debido una compleja amalgama de recursos a su alrededor y en su interior: pienso en Hijikata, en Ohno o en Murobushi. Supieron encontrar su Butoh y a la vez el gancho (hook le llamó Denise) para atraer al espectador y arrastrarlo a su mundo escénico.

El espectáculo improvisado en el taller fue formidable de cualquier manera, una pieza conjunta llena de riqueza de formas, ritmos y movimientos, y eso se dió porque pudimos sentir un soplo, un pedazo, un roce, de lo que Denise Fujiwara considera lo más preciado de un artista de Butoh, la habilidad de manipular el tiempo y el espacio.




viernes, 15 de octubre de 2010

Taller de Butoh con Denise Fujiwara. Tercera sesión: Contacto con el suelo, Elemento Agua y la creación de un espectáculo.

Salón del taller de Butoh. Denise Fujiwara está al fondo, detrás del piano. (octubre, 2010)



3er día. 14 de octubre de 2010.

Un erorme moretón en mi rodilla izquierda, una raspadura en el mismo lugar y dolor en la espalda baja son los recuerdos físicos de las dos sesiones anteriores; yo esperaba ampollas en los pies pero no recordaba que son comúnes los dolores por pequeños golpes y como consecuencia del continuo contacto con el suelo. Todo tiene su precio.

Taijiqigong, desplazamientos, énfasis en la interacción con el compañero (¡eso refrescó el entrenamiento!) y desequilibrios, uso y aprovechamiento del desbalance y fluidez en el desplazamiento, y nuevamente el centro en la cadera y los hilos que la tensan y la dirigen... Recuérdenmelo,  ¿estaba yo en un curso con el Odin Teatret?

Parte del entrenamiento básico es caminar entrando en contacto con el suelo, con suavidad y en una gran lentitud; es un ejercicio que Denise nos dice lo toma del entrenamiento del teatro No japonés, donde la caminata es invisible. Este tipo de caminata no me ha sido extraña en absoluto, la aprendí durante el tiempo que viví en China, primero en el Taijiquan, que tiene un ejercicio similar base, y después en la meditación Chang (el zen de China), que la usa para mantener la meditación por el contacto con el cuerpo en movimiento. He experimentado el teatro No como espectador y esa caminata de verdad no se percibe desde el público, es el desplazamiento del actor el que se percibe; los pies son invisibles hasta que el actor mismo los utiliza como foco de alguna acción. Un trabajo árduo para hacerlo tangible, aún habiéndolo aprendido en otras técnicas.

Aquí un recuerdo de desplazamientos de un escena de Teatro Noh que grabé en Kioto en 2006:

Vinieron entonces los nuevos ejercicios con un objetivo muy claro, entrar en contacto con suelo. Primero el contacto debía de darse con la piel y después con los músculos y finalmente con los huesos (¿debo recordar que tenía dolores casi todo el tiempo?). Aún cuando era posible la interacción con los otros, las primeras fases del ejercicio fueron muy personales, pero a partir de que entramos a los huesos, la idea era seguirse desplazando y sumarse al posible contacto con el otro. Mi cadera se reencontraba con todos, había atracción y rechazo, mi cuerpo giraba y en momento se golpeaba, se rozaba con el cuerpo del otro; una vez, sólo una, entre en un hermoso juego con una compañera en donde nuestras miradas no se separaron por unos dos o tres minutos, pero nuestros cuerpos se desplazaban, caían, giraban.

Denise interrumpió por segundos para pedir que usáramos más el suelo y que cayéramos y nos levantáramos buscando la fluidez y la suavidad en la caída aún cuando hubiera alta velocidad. Sufriendo físicamente (de verdad, era doloroso) entré al juego con esa circulación que me hacía caer y levantarme, girar por el suelo y saltar, un juego que hace años me hizo vibrar creativamente con el training grotowskiano.

Vino la pausa teórica y eso nos dió un respiro; muchos comentarios salieron a flote, sobre la interacción, sobre el no coreografiar o el no personificar, sobre cómo ser un elemento y no dejarse ir por la repetición misma de nuestros movimientos. Denise habla de la inexistente repetición, de una siempre novedad aún en la forma misma: el Butoh tiene una forma, una forma que viste el espectáculo, una forma que le da forma, pero esa forma es un proceso, nunca es una premisa de trabajo. Nosotros estábamos aprendiendo esa forma con el proceso del taller, con el "embodiment" de los elementos.

Casi sin mayor préambulo vino un ejercicio (que me pareció mucho más largo que los anteriores), sobre los estados del elemento Agua. Y como ayer hablé de Kazuo Ohno como agua de estanque, su imagen estaba conmigo; sabía que era un tanto peligroso (por aquello de la imitación), y me dediqué a sentirme inspirado por esa imagen y soltarla, dejarla ir y dedicarme a ser el estanque.

Los estados del agua se sucedían uno a otro con rapidez, y las imágenes volaban en mi cabeza. El ruido de los otros trabajando era mucho mayor que las otras dos ocasiones; ruidos de pasos, de azotones, de manazos, de sonidos guturales, pero no había desconcentración. Estos ejercicios de corporeizar un estado de algún elemento nos permiten una total concentración, entre otras cosas porque son muy disfrutables, es agradable realizarlos. No hay mayor compromiso que dejarse ir por el estado del elemento, no movimiento específico, no estructura definida, sólo exploración, juego, observación del dejarlo correr, ¿por qué alguien habría de desconcentrarse?

Mis dos preferidos estados del agua fueron el agua de un jarrón al que le meten flores y la llegada de un agua de tubería a un estanque. 

Esta vez Denise nos pidió repetirlos tres veces. El mayor peligro radicaba en comenzar a establecer una coreografía de movimientos y reconocer trucos o clicks para lograr el estado que requeríamos repetir, pues en realidad no estábamos repitiendo el estado si no ilustrándolo. ¿Cuál es la solución? Según Denise, sólo la práctica, y yo ahora también lo creo. Una imposición clara de lo que no queremos que sea o se haga, y una liberación para que el "ser" sea y se dé, así sin más.

Por primera vez haríamos uso de la música con la conciencia del ejercicio de la sesión pasada: usarla y dejarnos ir con ella o rechazarla y crear nuestro propio ritmo y melodía a partir de lo que hace el elemento.

Sí, hay una contradicción entre ser el elemento y el dejar serlo en la escena, pero también saber usar la música o rechazarla, y aún más, durante la presentación de los estados, entrar a escena y hacer diferencia entre cada uno de los dos estados, y hoy añadir la interacción. Ante las preguntas y la confusión, Denise trató de explicar lo que quería para la presentación final de la sesión, explicaba la pequeña estructura: -"uno entra al centro, mira a público y comienza..."-, y en algún momento calla y dice, y bueno, hagan eso y vean cómo le hacen, descúbranlo.

Esto es un juego de contradicciones donde la razón pierde, como aquellas sesiones donde Kazuo Ohno hablaba a su grupo sobre danzar con sus antepasados, sí, estaban todos en él, pero él sabía con cuál quería bailar y con cuál no. Será por eso que el Butoh es un arte, y no un camino místico o una religión.

La presentación fue formidable, la música que escogió Denise era verdaderamente poderosa y por primera vez descubrimos la interacción de nuestros estados. Hubo una especie de ensayo (nosotros no lo sabíamos como tal) y después comentarios pidiéndonos Denise consejos para hacer más poderoso el trabajo, ideas para fortalecer el espectáculo que se estaba dando: se habló entonces de interrelación, de transiciones claras para lograr los estados y de descubrir momentos para saber cuándo entrar a la escena.  
De casualidad una compañera entró tan tarde a escena que cuando comenzó estaba sola, pero la carga de todos los trabajos anteriores le dieron un marco ideal, sus movimientos adquirieron una dimensión mayor a la cotidiana (¡claro!), y al final nos dimos todos un aplauso, pero ella se mereció un abrazo de Denise porque de alguna manera supo "cargar" con todo aquello que habíamos dejado los demás.

Sí, no hay mucho espacio para los razonamientos en los procesos del Butoh, de verdad, no lo hay. Pero también debo decirlo, no creo que hagan ninguna falta.



jueves, 14 de octubre de 2010

Taller de Butoh con Denise Fujiwara. Segunda sesión: Oposiciones, Música y Aire.


Denise Fujiwara


2do día
13 de octubre de 2010
Toronto, Canadá

Hoy no se dieron más sorpresas, pero el trabajo comienza a tomar forma en su dificultad técnica. El respeto que Denise tiene por no exponer en público las dificultades que tenemos los integrantes del taller es de aplaudirse, pero las dudas sobre "la calidad" personal de nuestro trabajo deben entonces desvanecerse si no queremos entrar en un conflicto de ego. ¿Voy bien o voy mal?

La sesión comenzó como era de preeverse, con Taiji qigong y los ejercicios de desplazamientos, pero hoy hubo un interesante añadido: un juego de tensiones con la imagen de hilos que jalan en oposición, primero nuestra cadera y después diferentes partes del cuerpo, siempre en desplazamiento. Un ejercicio maravilloso de concentración y de fuerza, de control, ejercicio que no me dió tiempo para pensar en nada sólo en imaginar y sentir y trabajar con ello.

El encuentro y desencuentro con el sonido y la música formaron otra parte esencial de este segundo día. Primero, un ejercicio en el que nos pidió entrar en contacto con el sonido del salón y responder a ello en movimiento; inevitable responder al ritmo que venía de la energía electrica de la iluminación, o al movimiento que el viento hace al mover algunas partes metálicas del edificio en el exterior, o al aire acondicionado y los ventiladores. No fue un ejercicio largo y puedo decir que en un principio no tan enriquecedor, quedé un tanto sin saber hasta dónde poder ir, acaso no perdido, ya no, en esta clase no se puede perder uno, se desconcierta pero continua en el trabajo. Esta parte de la sesión continuaría hacia el final, entonces mi duda sobre la riqueza de la experiencia quedaría resuelta.

La tercera parte se dedicó a continuar aquello que iniciamos ayer mismo, la exploración con diferentes estados de cada uno de los 4 elementos (sí, ahora lo puedo asegurar), y hoy tocó el Aire.

Mucho más complicado de entrar que en el ejercicio de la tierra, al final fue una experiencia profundamente extraña. Denise nos pidió que al principio pensáramos que nuestro cuerpo era un recipiente vacío por el que entraba el aire, desde los pies (sí, así es) y que estuviéramos en contacto con la respiración. A veces hablaba de danza y a veces de movimiento, pero siempre recalcaba el no hacer personajes y el no coreografiar. Y una de mis grandes dudas era esa, ¿estaba yo haciendo personajes? No, al menos concientemente, ¿pero lo estaba logrando? Era una lucha por dejarme ir, por realizar aquello que me llevara al aire y a ser el aire mismo y a transformarme en sus diferentes estados,.. ¡pero es tan complicado asegurar qué hice! Yo respondía a los estados del aire, mi mente volaba, había sensaciones, disfrutaba, gozaba, pero en momentos podía ser que reaccionaba a ello como yo mismo... ¿y qué no era yo mismo? ¿no era eso lo que se pretendía? Ante la insistencia de Denise (a todos, no a mí directamente) de evitar hacer personas o responder a la música, me abrí a una expansión (otroestado del aire), esa era la única manera en que sentiría que no estaba reaccionando yo como persona, y busqué literalmente pensar y sentir como un aire expandido, sin cuestionamientos. Extraño y placentero, no era yo, y mi cuerpo reaccionaba a ello, aunque si lo viera de fuera diría yo que bailaba a veces... y a veces no, a veces sólo era aire en ese estado.

Recuerdo una foto de Kazuo Ohno como dormido en un estanque de lotos,... parte del agua, sin lugar a dudas.

Terminando mi "expansión" tuve un curiosa explosión, digamos de forma natural, me vino un estornudo, pero fue verdaderamente una sorpresa, para mí y para todo el grupo, eso prácticamente dió pauta al final de este primer ejercicio con el aire.

Siguieron a la primera exploración con el aire las repeticiones de dos de los estados que consideramos valiosos, con sus respectivas pausas para definirlos ante el espectador. Esta vez no saldríamos de escena si no que terminarían todos sus dos exposiciones y después vendría un grupo nuevo (el grupo se dividió en dos).

La representación improvisada se repitió una vez más (parece que Denise no estaba muy contenta con la primera), y yo decidí continuar trabajando, no quería dejar que mi duda de si hacía o no un personaje siguiera, al menos quería seguirla trabajando.

Cuando estuve como espectador pude percibir algo: esta vez hubo mayores diferencias en el movimiento de los participantes, aunque no en la concentración, la calidad de la creación de cada uno podía variar debido a las exigencias del movimiento del aire; pude ver cuerpos reaccionando con mayor fluidez que otros, especialmenete cuando se trataba de altas velocidades o saltos; pero la calidad del estar aquí y ahora, de atraer al espectador a su personal historia, eso, eso no cambió, todos nos convertimos en imanes.

Ante el momento de comentarios pensé que el silencio me ayudaría mucho más, y creo lo fue así.

La última hora fue dedicada a continuar el trabajo con la música: divididos una vez más en dos grupos y alternándonos, exploramos unas 5 piezas musicales, (una y cambio, otra y cambio), con la premisa de seguir lo más posible cada instrumento, cada nota, cada sonido de la música. Fue un infierno, un caos, una locura; la atención en los sonidos y el surgimiento de un movimiento acorde a cada uno es una de las tareas técnicas más complicadas de las que yo pueda tener memoria, uno enloquece ahí mismo y se fatiga tremendamente. Y así fue con diferentes piezas, diferentes ritmos y diferentes sonidos.

Pero al final, vino el cambio, rematamos con un ejercicio opuesto, luchar por no seguir la música. Liberado de la dictadura del ritmo y la melodía, pude tener control de mí y saber qué hacía, podía tomar decisiones de cómo luchar para no estar con la música, y aunque en momentos era complicado no dejarse llevar por el ritmo, en general fue una exploración mucho más accesible para mi como creador de movimiento.

Denise habló mucho de cómo la continua práctica nos llevará al manejo de la verdad descubierta en la primera exploración, y hacerla repetible; el punto era no buscar cómo llegó a nosotros si no entrar a ella por la memoria interior, practicando. Su tono es suave y nos habla como si ella estuviera haciendo una coreografía con nuestros movimientos, y es alentador, es un juego que te hace sentir más que un simple estudiante.

En una de las pausas pasé por la oficina y ví posters de Denise en diferentes espectáculos de Butoh, y quedé impresionado de la transformación que tiene en ellos. También vi una foto de Kazuo Ohno, una foto de periódico en una visita a Canadá, una foto de periódico enmarcada. 

No dejo de pensar que el siguiente paso en mi estudio de las fuentes de mi interés por el Butoh es la visita a la casa de Kazuo Ohno en Yokohama y tomar algunas sesiones con su hijo, Yoshito Ohno. Bailar en una de las fuentes, es también un sueño.


miércoles, 13 de octubre de 2010

Taller de Butoh con Denise Fujiwara en Toronto. Primera sesión: Taijiqigong, Cadera y el Elemento Tierra.

Canadian Children's Dance Theatre (Toronto, Canadá. 2010)




1er día
12 de octubre de 2010


Denise Fujiwara es una mujer afable, y eso me gusta. No se respira protagonismo en ella, no nos crea un ambiente en el que uno debiera  adorarla, ni a ella ni al Butoh.

Somos casi 30 personas y aunque pareciera un exceso no lo es en la práctica, pero debo resaltar que los comentarios finales se hacen cansados por la cantidad de gente.

Mi primer día fue un día difícil en el inicio; no había tenido contacto práctico con el quehacer teatral desde hace 7 años. Estaba nervioso pero no tenía más expectativa que la de reencontrar mi propio ritmo creativo en el contacto con el Butoh. Sé que es inherente a él (la creatividad, el encuentro con tu propio ser creativo) y no temía el no lograrlo.

Mis nervios son humanos, algo nuevo siempre es algo desconocido.

¿Y qué es lo primero que Denise nos ofrece? Ejercicios del Taiji Qigong. ¡Ejercicios que conozco desde hace casi 20 años!

El proceso del "calentamiento" es suave y claro, paso por paso: taijiqigong, posicionamiento de la cadera, control del centro, circulación, desplazamiento, contacto continuo con el compañero, fluidez de movimientos. Parecía que revivía el training de Grotowski, y en una primera sesión. Mi pie entonces avanzaba seguro, mi cadera era su centro, mi desplazamiento se entregaba al juego, el pasado y mi tradición estaban de mi parte.

-"We are not performers"-, decía Denise; -"don't try to show anything"-.
-"Don't do characters", nos repetía.

Mis maestros hablaban también... ¿Quiénes somos si no seres que ligan continuamente sus destinos?

El ejercicio principal fue una verdadera explosión en mi ser: trabajar con propiedades del elemento tierra; no era tratar de ser la tierra, no era qué te provoca la tierra, era ser la tierra.

Mi pasado se hacía presente, las técnicas asumidas se entrecuzaban y buscaban su propia definición. No había tiempo de pensar más allá en ese entrecuzamiento, el ejercicio estaba por empezar y las premisas eran claras: Primero palabras referentes al elemento tierra, después el movimiento, el serlo, ser estados de ese elemento; como si las palabras fueran Haikús que entran a nosotros y se transforman en nosotros (Denise nunca mencionó haikús, lo hago yo).

Mi imaginación se cruzaba, mi cuerpo podía moverse pero estaba demasiado atento a no hacer aquello que no debía de hacer; después de un rato de lucha, dejé correr el impulso (sí, recordé otra vez palabras de mi pasado). Un impulso que se volvía confuso y cambiante, un impulso que creaba imágenes y sensaciones, que movía mis pies y un impulso que provocaba dolores también. 

En algún otro momento luché por evitar el llanto; temía que Denise creyera que buscaba la emoción y la proyección (lo que estaba prohibido), pero el llanto salió sin dolor, liberante. Imágenes de dureza y frialdad, primero un metal, frío y duro, entonces vino la delicadeza de la madera, y mi ser entró en el gusto por ser madera, primero en mi piel, después formar parte de ella; en otra, el miedo por la desintegración de la roca, de la arena suelta que se va con el viento; fuí un cuerpo con huesos que se desmoronaban, y lloré y soplé desesperado, y mis pies se disolvían, tiraban la arena y se deformaba mi todo. Hasta que tuve que dejar que el miedo saliera también.

Las indicaciones de Denise estaban en todo momento, durante el proceso de encuentro de los estados, durante el ser del elemento; debíamos no dejarnos ir a la par de la música (la música es muy poderosa y me ataba); debíamos no bailar no danzar; debíamos no crear escenas... ¿Qué era eso? Dejar correr sin hacer...

Cuando detuvo aquella explosión (que era la improvisación) el salón parecía un hervidero creativo. La sorpresa, era inmensa, el gusto era mayor. Denise parecía contenta, nosotros también.

El siguiente paso debía ser la repetición de dos de los estados del elemento que acabábamos de explorar. Habría que escogerlos.

¿Cómo habría de repetir eso?...

Volvimos al espacio y buscamos repetir esos dos estados; con sorpresa descubrí que no fue tan complicado; digamos que guardaba rezagos de lo hecho hace unos momentos, y mi memoria estaba fresca para retomar imágenes utilizadas y posturas que me habían llevado a esos estados; y ahora las repetía. 

Después de un mucho más limitado tiempo, Denise detuvo el trabajo y nos propuso algo un tanto más complejo.

7 personas sobre la escena debían repetir 2 de sus estados del elemento experimentados en el ejercicio anterior, crear una separación entre ellos con una pausa, al terminar el primer estado ponerse de pie y mirar al público, y entonces comenzar el siguiente, al final de éste otro retomar esa posición mirando al público y salir. Entonces otro tomaría su lugar y continuaría trabajando con sus propios estados. Debíamos ser concientes del inicio y del final de cada estado que se repetía y aún del espacio escogido para realizarlo. Habría la creación de un espectáculo, ahí, en ese presente.

Aún cuando el conflicto y la contradicción era patente: volver a repetir lo aparantemente irrepetible (si dejamos correr, si era único, ¿cómo podia volver a ser verídico?), y a la vez ser conciente de la escena misma, nadie opuso objeción a las instrucciones.

Yo fui parte del grupo que inició el espectáculo improvisado.

No puedo hablar del exterior, de cómo se vió aquelló (nadie lo hizo, ni Denise), pero puedo hablar que no luché, que no estaba nervioso por ser visto o criticado, y aún más, que estaba dedicado a mi búsqueda. La experiencia teatral me daba pauta para saber cuando acabar y cambiar, eso no era complicado, pero la honestidad de re-encontarr aquél estado del elemento tierra que había escogido era el mayor reto. Dejé correr, busqué las posiciones, las imágenes, y fácil entré a la madera (ese era uno de los estados escogidos,) y después de la pausa volví a ser los huesos que se disolvían. Pero mis estados fluctuaban, no puedo asegurar que me sentía que era yo madera, lo fuí en momentos, pero también era yo en la madera, era la madera, y era la madera sintiéndome a mí. Los huesos que se disolvían eran los míos, pero también eran de otro, y la arena era yo, mis pies que se desintegraban con el viento y el movimiento mismo.

¿Debo decir que esa confusión no me era extraña? Me era como familiar, esa confusión era la que me movía, y yo la dejaba ir.

Dar el 100% nos había dicho Denise, y aunque aún no reconozco mi 100% en el Butoh, mi intención fue darlo, y lo disfruté enormemente.

Cuando terminé y salí del grupo de la escena me volví un espectador, un espectador en un estado especial, claro; pero lo que ví me sorprendió mucho más: Todos, absolutamente todos, y en un gran porcentaje, estaban dentro en su trabajo, todos tenían "un mundo", sus movimientos estaban llenos... ¡Y ese era el primer ejercicio en el curso de Butoh!

Yo estaba viendo un espectáculo hecho, con seres en movimiento haciendo algo incomprensible pero profundo y atrayente; una música hermosa de fondo (la selección de Denise era idónea, claro), y mi mente como espectador se perdía mientras mi cuerpo sentía, percibía, porque buscaba a cada uno de ellos, porque quería urgar en cada uno de sus estados. Quise volver a entrar a la escena, lo acepto, ¡el gusto era tanto¡ Ellos me invitaban a participar otra vez.

En esta sesión Butoh ha sido un reencuentro con mi ritmo creativo, pero posiblemente sea mucho más que eso.

Al final, Denise nos expuso su concepto de Butoh. Repetirlo con mi rala memoria simplemente sería un fiasco; lo debo para otro momento, cuando ese concepto lo pueda repetir con mi cuerpo mismo.

Gustavo Thomas. Get yours at bighugelabs.com

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