martes, 28 de enero de 2014
A José Emilio Pacheco (en el día de su muerte)
viernes, 26 de abril de 2013
Mi muerte (Poema -voz y texto- de Gustavo Thomas © 2013)
Mi Muerte
Mi muerte tiene la lengua de lado,
sangre en la nariz
y los párpados bien cerrados.
Es cruel y sorpresiva...
A mi muerte se le llama por teléfono,
está tendida en el suelo,
semidesnuda,
con policías y reporteros trabajando.
No tiene frío, calienta.
Mi muerte aparece con un sonido sordo,
algunos llantos,
alquien que no quiere ver,
que parece nada entiende,
apretándose los dedos y los labios.
Las ventanas se cierran cuando ya se ha ido...
Mi muerte es la noche ya entrada
o el día más que nublado,
persianas que ante el sol al suelo bajan;
rezos, flores, incienso, lentes opacos.
El cementerio a lo lejos; aquél niño, en un auto encerrado.
Madre que llora su hijo,
hermano que pide a su santo,
amigos que nunca regresaron,
un padre infiel al que se le hizo de lado.
La familia es una mitología de desaparecidos.
Mi muerte está tirada en el vapor de un baño,
escribiéndome correos.
A ella le hacen homenaje,
yo grito en el suelo, golpeando, salvaje.
En la lejanía la he soñado y de ella aprendo.
Mi muerte ya vieja se despide de los suyos
y yo que le pertenezco me niego a verla,
la encuentro después en una caja
dormida, silenciosa,
la llevan a enterrar, despedida la dejan sola.
Recuerdo cuando enfermo me limpiaba con sus amorosas manos.
Mi muerte es aquella de mis otros
que lloran o desmayan al saberla,
un abrazo es en la noche apoyado,
sentirse amado
con un pecho silencioso a su lado.
Su madre no fue la mía que continúa aún en vida.
Mi muerte es un padre en su ausencia;
recuerdos y sueños de una culpa,
frialdad al recibirla,
más llamadas sin visitas.
Mi muerte es mi odio y es desidia.
Mi muerte es todas las muertes que se juntan
y ese olvido de los desterrados.
La nada que se filosofa en cama aguada.
Mi muerte es un sello legal
que en la memoria de mi piel queda plasmado,
su tinta se esparce como sangre
inundando hileras de archivos en forma de barcos
y sí, es un rezo no escuchado.
No le temo...
pero no se olvida nunca el eco de su paso.
Gustavo Thomas © 2012-2013
miércoles, 13 de febrero de 2013
Volcano. Un nuevo corto de Omar Ramírez usando un poema de Gustavo Thomas.
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Fotografía de Omar Ramírez (Omar Ramírez © 2012) |
Se los comparto también:
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jueves, 20 de diciembre de 2012
Video del Poema "Hace tanto" (De y por Gustavo Thomas)
He estado videograbando mi poesía leída por mí, primero mi imagen leyendo el poema en voz alta y después el texto del poema. Veremos cómo funciona y cómo se desarrolla.
viernes, 12 de octubre de 2012
La Diva y el Poeta (Un poema)
![]() |
María Callas y Pier Paolo Pasolini caminando en Nápoles, durante la filmación de Medea. 1970.* |
Sonrientes, sus pasos alegres,
viviendo sueños que otros romperían
hasta verlos tirados en la muerte.
Aquella canta poemas y dolorida se luce toda entera.
Aquél en poemas canta y en proletarios hermosos sueña.
¡Ay, que sus pies son grandes,
tanto como sus sorprendidas bocas!
(Gustavo Thomas © 2012)
sábado, 11 de agosto de 2012
¿Cómo te defiendes? (Un poema de Gustavo Thomas)
I
¿Cómo te defiendes de esos seres que son tus miedos, de las olas de muerte y destrucción que comen de tu pasado?
Látigos y golpes,
culpas que torturan el cuerpo,
aquellas que te gritan y destrozan tus tímpanos.
¿Cómo enfrentas la tristeza que te invade
cuando el brazo del ya ido te acaricia
y lloras sin saber qué fue eso que te ha tocado?
II
¿Cómo te defiendes de la permanencia de aquello que ya vivimos?
Las manos de tu padre (o de tu madre o de cualquiera de tus muertos)
ávidas se rascan el cuero cabelludo,
el sonido de sus uñas reverbera en tus sueños
al grado que te altera hasta despertarte en miedo envuelto.
¿Cómo te miras sin ver frente a ti a los que te antecedieron
en ese reflejo que es tu recuerdo de ti mismo y en lo desierto?
III
¿Cómo te defiendes de la herida que te infringes a ti mismo
cada vez que vives esa imagen de la que ya te creías partido?
Frunces el ceño, das manotazos,
cierras los ojos, te aprietas los párpados,
truenas los labios como espantando pájaros,
sin sonido
vives la memoria de lo otro en la ciénaga de tu impotente rezo.
¿Por qué cuando te calmas escuchas lo que otros ya dijeron?
IV
En mí también los espíritus pueblan mis cuartos,
su temperatura queda en los objetos,
los siento tibios como sus olvidados retratos.
Son imágenes en la ventana de mi cerebro,
aparecen acosando,
se alimentan de mí,
mastican la carne de mi cara,
piensan que al verlos yo los ataco.
Entran por hordas y de la nada a mi vida,
se quedan por horas y por días;
algunos han vivido años enteros en mis ojos, enterrados,
sufro con su eternidad cayendo de mí
mientras me rasco enfebrecido para tirarlos.
Dime, ¿cómo te defiendes…?
Es que soy como un sepulcro de mis propios antepasados.
(Gustavo Thomas. Junio. 2011)
miércoles, 21 de septiembre de 2011
De sueño en sueño. Poema en voz y letra.
Y uno va así, de sueño en sueño, andando, saltando, volando,
viendo pasar la muerte de los otros en un rito incomprensible de cada noche,
de cada sueño, de cada sensación de letargo…
Uno va por ahí matando todo y a todos,
mira su tumba, la del amado, la del perdido, la del odiado.
Uno va de sueño en sueño rodando, con lágrimas que despiertan al otro,
con gritos que no dejan dormir,
y ese se sobresalta, y ese suda, y ese se levanta:
-está dormido- nos dicen, -déjalo soñar en paz, que está descansando-
Sí, uno va, de uno a otro, en una vida completa, entera, donde no más razonamos;
mitad de nuestra existencia o más, mucho más, que se siente plena;
una vida siempre más intensa, más amplia, más extensa,
y de ella sólo un vago intento de recuerdo,
un recuento que se difumina al hablarlo y en poco ya no lo recordamos…
Y sí, uno va así, de sueño en sueño, sin demora,
de sueño en sueño, con los brazos apretados, las rodillas doliendo y los dientes rechinando,
uno va, de sueño en sueño, palpitando hacia la muerte o hacia el sentirse despertando.
Gustavo Thomas
(Toronto, Canada. Septiembre, 2011)
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martes, 6 de septiembre de 2011
Mi sangre se ha convertido en tinta...
Pain / Dolor (Manipulación fotográfica por Gustavo Thomas. 2011) |
miércoles, 31 de agosto de 2011
Mi cuerpo es un espacio (de mi Butoh Vlog)
sábado, 18 de junio de 2011
Eleonora Duse mirando a la ventana de Ibsen...
"La Duse watching Ibsen's window" (Por Gustavo Thomas, 2011) |
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jueves, 5 de mayo de 2011
"La danza del padre" Undécimo movimiento: Le père meurt pour dernière fois.
jueves, 14 de abril de 2011
Dos fantasmas de mi Teatro (Un sueño)
martes, 24 de agosto de 2010
"Ayer se cayó tu árbol" (Un poema a Ana Frank y la muerte de su árbol)
lunes, 19 de abril de 2010
En la calle del tiempo
Hoy no he dormido.
Es el castigo
del repetirme lo que no he sido.
Soy un hombre acostado`rendido al tiempo
y al camino.
Me he despertado en la noche y sin ver nada.
Me he despertado de miedo,
de abandono;
sé que me quiero,
que me olvido,
que me dejo pasar al tiempo.
sé también que estoy aturdido
Sin embargo río, imploro, y adoro,
vivo con besos y abrazos;
mis manos no gritan,
mi cara no es pálida ni caída;
mis músculos fuertes me sostienen,
tengo un miembro que se alarga,
que funciona, que me llena de vida.
Despierto por la noches viendo luces de nada,
sonámbulo recuerdo y canto,
veo colores opacos, sombras, y palabras del pasado.
Espero un cambio,
un regocijo,
un adorno brillando...
Estoy perdido en la calle del tiempo
y mis pasos no hacen eco,
no los oigo, se atoran en el lodo.
Mis zapatos se atascan, me descalzo,
el silencio de mis pasos es tenebroso,
no existo, ni vivo,
no veo a aquél que me persigue,
no veo tampoco mi reflejo en el fondo de ese maldito pozo.
¡Mis manos no gritan!
Mis pasos son solitarios
en una noche sin sueño,
donde todo es opaco.
Es el añoro y el dolor
del haberlo querido todo,
del sentir que no se hace nada.
Es el temor de abrir los ojos
y caer en la cuenta que durmiendo
a lo largo de la noche
lo habré ya perdido todo.
Gustavo Thomas
Abril 19, 2010
jueves, 30 de octubre de 2008
EN EL JARDIN DE ANTON. Las cartas de Antón Chéjov y Olga Knipper.
Hace más de 15 años me preguntaba sobre el misterio de su persona y su escritura, y a mi vez escribía:
"¿Quién te envuelve, bello Antón?
Tu misterio se escribe en la cara.
Tus lentes, reflejo ríspido de soledad,
de ambición desmedida por la nada."
Veía continuamente la única foto disponible en aquél sin tiempo del no internet, la contemplaba tratando de descubrir sus secretos ocultos tras la imagen sin color; su vida llegaba a mí a cuenta gotas, todo lo que conocía de él eran sus obras de teatro traducidas al español y unas simples notas informativas como su biografía.
Entonces llegaron algunas cartas a mí, muy pocas frases cortas escritas más allá de su obra, palabras de su vida como escritor; algunos consejos a su hermano, algunos comentarios sobre su disgusto por ciertas libertades que el Teatro de Arte de Moscú se daba con sus piezas.
Y volvía a esa única foto disponible, y escribía sobre ella...
"Sonrisa que no existe.
Monalisa rusa de color sepia.
Hombre-mujer.
Impresión de pasividad."
Sí, no veía un Chéjov sexuado, no lo veía abierto, ni amoroso, ni amado. Era una sola imagen en un libro y palabras escogidas para decir algo; una extraña combinación de ideas se sobreponían en mi memoria. Y aún así lo veía hermoso, a él, al hombre.
"¡Ay, bello Antón!"
Y a su obra...
"Cada palabra desluce mis ironías;
tus diálogos desnudan mi alma,
su alma,
y la de los demás...
"Cada palabra tuya espera,
se alarga en hermosos silencios;
cada palabra tuya también grita
si deseamos hacerla gritar."
Me encontraba fascinado por el misterio, claro, de su obra, de sus secretos y de su inmensa fama. Me pregunto, ¿por qué entonces lo veía también como parte de un fracaso?
"¡Ay, Antón, que lloras y glorificas tu fracaso!"
Sabía de su disgusto, de su continua enfermedad, de su vida alejada en una puerto en el sur del entonces imperio ruso.
Escribía poemas dedicados a él basado en pequeñas historias y en impresiones de su obra; poco a poco mi lectura se repetía, una y otra vez sus obras, una y otra vez sus cuentos y sus historias, aquellas pocas cartas otra vez; y cuando llegaron los idiomas a mi vida (inglés y francés), llegaron a sí mismo las diferentes visiones que las traduciones a otras lenguas nos dan y con ello las puertas que se nos abren.
En diciembre de 2004 decidí tomarme una semana para empaparme totalmente del teatro francés del momento; tuve 6 apoteósicas noches de funciones teatrales: Le Cirque Antoine, tres puestas de Peter Brook, el Théâtre du Soleil y Arianne Mnouchkine, entre otros. Me fuí al teatro del segundo piso del Théâtre de Champs Élysées a ver no sin emoción, en una producción bajo la dirección de Peter Brook a Natasha Parry y Michel Piccoli, “Ta main dans la mienne”, pieza basada en las cartas que se escribieron durante 6 años Antón Chéjov y Olga Knipper.
“Lui : - Je prends votre main dans la mienne -
Elle : - C’est ainsi qu’il les a signées - ses lettres - ses lettres à Olga -
Lui : - 400 lettres. -
Elle : - 412 pour être exact - d’abord en amis -
Lui : - ensuite en amants -
Elle : - ensuite en mari et femme -
Lui : - une vie de passion en six courtes années -
Elle : - Il était écrivain -
Lui : - elle était actrice -
Elle : - et ils se sont rencontrés - comment se sont-ils rencontrés ? -
Lui : - J’ai oublié ! -
Elle : - C’était à une lecture - une lecture de La Mouette. Avril 1898 - tu t’en souviens?” (2)

Antón Chéjov quedó entonces partido en dos en la imagen de mi memoria: una foto de un hombre joven, quizás maduro, con aire de soledad y simpleza; y una representación de un hombre viejo, vivo, amoroso, al que había visto morir en escena.
¿Chéjov viejo?...
En el año 2007, al retomar el texto del método de actuación de Antonio González Caballero, con toda esa parte dedicada a la corriente naturalista de la actuación moderna propuesta por el autor Chéjov, tuve que volver al artista y al hombre, y para profundizar en ello encargué dos libros, “The Moscow Art Theatre Letters
El libro de las cartas del Teatro de Arte de Moscú sólo corroboró mis opiniones y datos sobre la opinión que Chéjov tenía de sus puestas y de Stanislavski mismo, pero fue “Dear Writer Dear Actress
Habiendo cumplido mis cuarenta años, acostumbraba despertarme casi de madrugada con una extraña sensación de juventud aparentemente interminable; extrañado me miraba al espejo y me sorprendía de aquello que la naturaleza, la genética y el ejercicio mantenían en mi físico; esa era la época en que leía que Chejov a la misma edad se sentía viejo,... a los cuarenta años, a mis cuarenta... Enfermo de tuberculosis veía la vida irse mientras el amor le llegaba con todo su poder; encarcelado en una Yalta aburrida, inculta y solitaria, sus escritos vivían un éxito que él simplemente no podía disfrutar.
Sólo la ironía salvaba su mente.
“-¡Mi perrita!-” (¡qué fuerte nos suena en español!), así llamaba, entre decenas de otros ridículos sobrenombres, a Olga Knipper, su querida esposa. En un amor de 6 años se encontraron juntos sólo unas cuantas veces, y creo fervientemente que fue eso lo que mantuvo ese amor a flote el tiempo que duró. Poco sexo sí, pero intenso en su momento, sexo que los llevó a esperar un hijo, abortado accidentalmente, que se llamaría Pánfilo.
Cartas y cartas que nos muestran lo extraño que era servirse del correo en aquella época; entre Yalta, Moscú y Petesburgo, entre Niza, Nápoles y Roma. Cartas que llegan semanas tarde, unas que arrivan antes que otras, respuestas a otras de semanas atrás,...
-¿Por qué no has escrito?-,
-¡Pero si te he mandado dos cartas cada día!-,
-No estés triste.-,
-No estoy triste, eso te lo escribí en la otra carta, ahora estoy feliz-,
-Me dicen que estás enfermo-,
-Ningún problema de salud ahora-,
-No mandes cartas a Roma, manda a Nápoles; no he podido recibir ninguna tuya.-
... Un mundo maravilloso de equívocos sentimentales que nunca llegan a convertirse en equívocos de vodevil, como tampoco sucede con sus “comedias”.
Cartas que me presentaban a un delicioso Chéjov que se lava poco, que se lava el cabello aún menos, pero que se cambia de ropa un tanto más seguido; que disfruta de un perro amigable hasta que el perro prefiere dormir en el cuarto de su madre.
Chéjov, el hombre, vive el amor extraño y trágico de un joven que vive como viejo, que no puede subir escaleras, que sufre de frioleras, de indigestión, de diarreas continuas, y de una mujer actriz y fiestera que pierde en su turbulento ritmo de vida a su hijo. Un hombre que ama las flores, que se ocupa y preocupa de un jardín que a veces enloquecía de ansias tropicales y que otras permanecía tan aburrido y seco como sus vecinos de Yalta.
Aquellas cartas me mostraban también a un Chéjov amigo preocupado por la salud de Tolstoi y por las camisas folclóricas de Gorki, preocupado por la falta de talento de su querido Nemirovich Danchenko y por los desvelos de su mujer; es un hombre que sueña con una casita de campo cerca de Moscú y con disfrutar de las noches intelectuales y estúpidas de una gran ciudad. Chéjov es un hombre que goza de fama nacional pero de una total ignorancia internacional, que puede viajar por Europa e ir al teatro y no ser descubierto por nadie; bromeaba con su esposa por ser una actriz que gracias a un próximo contrato se haría tan famosa como Sarah Bernhardt.
Chéjov en sus cartas es un hombre olvidado en un mundo pequeño y alejado, avejentado, enfermo, un hombre sonriente e irónico que goza de ver como la gente vive mientras su esposa lee o canta a su lado. Un hombre que todo el tiempo pierde confianza en su escritura y de pronto se agiganta de seguridad al ver terminada una pieza.
Chéjov, según leí y leo ahí, fue un hombre que antes de morir dijo una frase en alemán y bebió un poco de champagne...
¿Quién te envuelve, bello Antón?
Tu misterio se escribe en tu cara.
Tus lentes, reflejo ríspido de soledad;
de ambición desmedida por la nada.
Sonrisa que no existe,
como una Monalisa rusa de color sepia.
Eres un hombre-mujer,
impresión de eterna pasividad.
¡Ay, bello Antón!
Cada una de tus palabras desluce mis ironías.
Tus diálogos desnudan mi alma,
su alma,
y el alma de los demás.
Cada una de tus palabras espera,
se alarga en hermosos silencios.
Si queremos las hacemos gritar.
Grita diciendo uno o dos...
¡Ay, Antón que lloras y glorificas al fracaso!
¡Revolucionario de 40 años que a nadie mató!
(1) “Dear Writer Dear Actress” The Love letters of Anton Chekhov & Olga Knipper. Selected, edited and translated by Jean Benedetti. Methuen. U.K. 2007.
(2) Texto original de la obra "Ta main dans la mienne" (Tu mano en la mía).
“El : - Yo tomo tu mano en la mía -
Ella : - Es así que él las firmaba - sus cartas - sus cartas a Olga -
El : - 400 cartas. -
Ella : - 412 para ser exacto - al principio como amigos -
El : - después como amantes -
Ella : - después como marido y mujer -
El : - una vida de pasión en seis cortos años -
Ella : - El era un escritor -
El : - Ella era una actriz -
Ella : - y ellos se conocieron - ¿cómo se conocieron? -
El : - ¡Lo he olvidado! -
Ella : - Fue durante una lectura - Una lectura de La Gaviota. Abril de 1898 - ¿Te acuerdas?"