miércoles, 9 de enero de 2008

Sarah Bernhardt y Eleonora Duse. El Documento Audiovisual en la red y comparaciones de una forma extinta de actuar...




El Documento Audiovisual en la red.

El pasado se olvida; el pasado se pierde en el olvido. Recordamos la grandeza, nos quedamos con los resultados; el recuerdo se vuelve un grupo de imágenes vagas que se nos cuenta del éxito, del gusto por algo o alguien; imágenes vagas de los escándalos y de lo que fue explosivo en las generaciones pasadas. Los detalles se pierden en el fluir de la vida. Sólo los documentos son claros, Foucault lo sabía, aquél poeta que ejercía como filósofo creía en ellos, era la única manera de asirse a una realidad que se pierde en la interpretaciones, en las calificaciones y los juicios.

El arte de la actuación, en algún momento sólo parte del teatro (un arte efímero), está llena de documentos intangibles... o inexistentes. Algunos hablan de lo que vieron, algunos critican lo que veían, algunos dan consejos sobre su juicio a lo visto, algunos dibujaron poses extraordinarias, cómicas, icónicas. Sin embargo hasta nuestro siglo XX los documentos teatrales de occidente no tenían movimiento alguno.

Nuestras tradiciones escénicas mantenían únicamente en el Ballet la posibilidad de transmisión de una puesta en escena completa, ninguna otra manifestación teatral sin embargo no podíamos definir con claridad la forma de actuar esa puesta en escena. Nuestro teatro era una tradición que se perdía cuando moría la memoria del espectador. Sólo le quedaban las palabras y los dibujos.

Las tradiciones escénicas de oriente mantenían o buscaban mantener la actuación pura de los grandes a través de la transmisió directa de la enseñanzas y la imitación, así podemos creer (pues nada puede asegurarlo del todo) que Mei Lanfang, por ejemplo, en el Pekín de 1930 tenía la misma manera de actuar de los grandes maestros de principios del siglo XVIII, sin embargo él mismo era un creador y revolucionario que añadió, corrigió y suprimió varios puntos técnicos de esa tradición (movimientos, coreografía y actitudes usadas con anterioridad).

Se dice que el Kunqu que vemos hoy en día es una línea directa casi igual, a aquella del siglo XVI en la China de los Ming; pero seguimos sin ver al actor del siglo XVI, vemos al actor del siglo XX manteniendo viva la tradición.

Podemos casi asegurar que la actuación del Noh en un teatro actual de Tokio tiene mucho de aquello que se hacía en el 1700 japonés, una vez más, como en el Kunqu, los actores son modernos, los maestros, los otros, han muerto, no los vemos. Sin un documento claro no hay seguridad ante nada. Son documentos vivos de muertos. Zeami no está en un actual actor japonés de Noh.

La actuación, el arte de la actuación, tiene un documento válido hasta la llegada del fonógrafo y de la cámara de cine; es entonces que el teatro y la actuación como tal pueden ser documentados directamente en la acción y en el movimiento, y mantenerlos como tal; es entonces que podemos hablar con mayor seguridad de cómo es que actuaban los grandes de principios o mediados del siglo XX porque fueron grabados, filmados, videograbados, y podemos asegurar entonces que son documentadas las grandes estrellas de hoy y serán documentadas los grandes de la escena en el futuro.

Es cierto el comentario de que “nada será como el teatro en vivo”, que “un video no suplirá la escena”, pero la pretensión no es suplir el teatro y su viveza, sino exponer el documento que muestra fria y claramente la técnica de la obra creadora, una serie de movimientos corporales y sonidos emitidos por el artista y que conforman en su conjunto “su actuación”.

Aprender a usar esos documentos no es ni será cosa fácil; hemos tenido medios de comunicación durante ya más de cien años pero pocas escuelas o centros de investigación los usan más allá que de archivos. Los investigadores siguen hablando con limitaciones técnicas de los que han visto, seguimos escribiendo sólo libros, narrando todo con palabras, mostrando fotografías cuando hablamos de eventos de movimiento, de acción y de sonido.

Puedo recordar el mito que se hizo en mi vida el hablar de Grotowski, de sus actores, de su trabajo; interpretación tras interpretación, leyendas de su proyección corporal, de su voz, de su entrenamiento actoral. Puedo recordar también la primera vez que ví y escuché una función filmada del Teatro Laboratorio de Grotowski, mi mundo cayó en la realidad, ya no mitifiqué su trabajó lo ví en línea directa.

El mundo vive gracias al uso del Internet una “democratización”, ligada al consumo es cierto, de toda la documentación audiovisual; una democratización que no ha sido dejada de lado por muchos interesados en exponer aquellos documentos ocultos en otro tiempos, hoy a las manos de todos. (1)

Es ésta mi actual pasión: revelar esos documentos que flotan en Internet, compartir y exponer los mios propios y disfrutarlos, analizarlos, desmitificarlos.

No veo mejor manera de entender el trabajo de un artista sino es experimentándolo como espectador; todo análisis de cualquier evento escénico debería ser documentado para acercar lo más posible a esa realidad al no espectador del evento efímero. No conozco ningun otro medio mejor para lograrlo en la actualidad que el video.

No tengo sólo las pinturas de Picasso filmadas, tengo, gracias a un director francés, a Picasso mismo pintando ante la cámara, en vivo, exponiendo su manera de pintar, sus pasos para lograr imágenes, mostrando su destreza, sus trazos, su línea de trabajo. Gracias al video no necesito ver una copia en formato de cine en un lugar que la posea con celo. Gracias al Internet puedo ver esas imágenes cuantas veces yo quiera, esté donde esté si hay una computadora y conección cerca.



Comparaciones de una forma extinta de actuar...



Escribo aquí por el pasado, el mayor pasado posible de documentar en el arte del actuar.

La actuación del siglo XIX tenía estrellas teatrales con una fama simplemente imposible de alcanzar hoy en día para los actores y actrices de teatro; sin ninguno de los medios electrónicos de comunicación desarrollados durante todo el siglo XX, los actores de teatro, los cantantes de Opera y los escritores vivían momentos de gloria con un público que sólo ahora reconoceríamos con cantantes pop o actores hollywoodenses.

Stanislavski dedica varios capítulos de sus obras a actores y actrices que consideraba geniales en su proyección y técnica y que ahora nos es imposible evaluar, ni siquiera observar; la misma revolución en la actuación provocada por el Teatro de Arte de Moscú a muy principios del siglo XX es imposible de observar sino en fotografías de estudio en su mayoría.

No es sino hasta que las estrellas teatrales deciden filmar y grabar sus trabajos que nos llega ese precioso documento a nuestros ojos y oídos.

¿Qué podemos hacer con escenas actuadas de Sarah Bernhardt en 1912? ¿Qué podemos hacer con escenas actuadas de Eleonora Duse en 1916? No con su fama, no con lo que nos contaron de ellas, sino con lo que vemos.

¿Qué podemos escuchar con la voz de Sarah Bernhardt grabada en 1910?

El tesoro de la información, el juego de comparaciones que creo es posible realizar con estos documentos y nuestra actual visión de la actuación puede dar lugar a cambios interesantes, a análisis de mayor precisión.

¿Podemos imaginarnos un mundo que alababa una actuación como genial cuando ahora verla sobre la escena sólo nos movería a risa, a burla y sería motivo de un juicio negativo, considerándola como con mala técnica o incluso falta de talento?

¿Podemos pensar un poco en el por qué consideramos nuestra manera de actuar como una evolución y no en una reacción a un código demasiado usado?

Mis preguntas se detienen ahora, y dejo paso al documento. No más palabras.

Haz con ellos lo que te plazca.


Videos de films con Sarah Bernhardt y Eleonora Duse








Grabaciones de la voz de Sarah Bernhardt:

(INSTRUCCIONES: Puedes hacer click en la primera frase e ir a la página de Internet donde está el link del sonido y escucharlo ahí. Puedes también hacer click en "Escuchar en mp3..." abriendo otra página para que aparezca tu "player" y escuches la grabación)


Sarah Bernhardt. "Phèdre" (Fedra) (1910)

Escuchar en mp3 Sarah Bernhard: Phédre.





(1)
Una gran parte de aquella filmación de Akropolis se encuentra circulando en algunos sitios de internet. En México por ejemplo, las copias originales las guardan sus “dueños” con total celo.

Akropolis (dirección Jerzy Grotowski)

El Príncipe Constante (dirección Jerzy Grotowski)



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miércoles, 2 de enero de 2008

Kiri te Kanawa in Beijing. Un grandioso mar de serenidad.


Cuando compré los boletos para ésta función del 2 de enero de 2008 en el Music Hall del Centro Nacional de las Artes Escénicas en Beijing, nunca pensé que el escenario estaría tan cerca de mí, y por lo tanto Kiri te Kanawa, la estrella. A no más de 10 metros estaba ella cantando, para 1000 o 2000 personas no sé, pero en algún momento sentí que cantaba sólo para mí.

Siempre me ha dominado la idea de percibir el trabajo de los más grandes lo más cerca posible, y cuando ésto se da, inevitablemnet siento un triunfo en mi vida y me dejo ir. Hace unas horas en la función no dejé de verla, de gozarla, de analizarla, de criticarla, de aprender de ella, mientras la escuchaba y le veía sus gestos, sus ojos, sus manos.

Los recuerdos que su voz me provocaba se repetían incesantes al escuchar sus tonos.

La aplaudí y grité bravo varias veces, me extasié en algún momento, un momento definitivo en mi carrera como espectador.

La mayor parte del recital consistió en una serie de canciones acompañadas al piano por Julian Reynolds, canciones no tan famosas de grandes compositores (Strauss, Mozart, Puccini); la no exigencia de "las piezas famosas" daba paso a disfrutar de su habilidad de creación de ambiente, ese ambiente tan especial que ella logra con su voz, la grandiosa serenidad de su manejo del volúmen y de su proyección total. Vino al fin el Mozart de La Flauta Mágica, pero nada descolló en la apoteosis, todo permanecía igual, un mar de serenidad. Las piezas de los grandes se volvieron con su voz simples motivos de fineza, de suavidad, de fluidez.

Al final y en el cúmulo de los aplausos, vino "O mio Babbino caro".

Desde mi adolescencia he identificado está pieza de Puccini con Kiri te Kanawa y su voz, he soñado y me he inspirado en ella; hoy, hace unas horas he podido escucharla y sentirla cantada sólo para mí. Extrañamente no llegué al llanto como me ha sucedido en otras ocasiones; estaba simplemente feliz, era un triunfo en mi carrera como espectador.

Esta envidiable experiencia tenía de marco el nuevo y fastuoso Teatro Nacional, La casa de la Opera, The Egg (como quieran llamarlo), diseño del arquitecto francés Paul Andreu, al parecer un edifcio considerado una de las maravillas de la arquitectura actual; desgraciadamente estaba lleno de un público extraño (podría asegurar que más de la mitad de la sala desconocía el trabajo de la diva). Vimos al principio cómo parte una gran parte de los espectadores se salía después del primer descanso (algo así como a los 1o ó 15 minutos de empezado el espectáculo), y cómo después toda una parte del teatro se iba vaciando conforme los pequeños descansos se sucedían.

En general, en China, los grandes espectáculos siguen siendo subvencionados por el gobierno y si no lo son los empresarios tiene tantos compromisos con funcionarios que regalan cantidades inusitadas de boletos a las oficinas públicas; mucha gente los vende fuera del teatro, muchos otros van sin saber que verán; entonces se salen a los 10 minutos.

Kiri te Kanawa veía la sala cada vez que salía de su descanso, no le era ajeno los asientos vacíos, y simplemente sonreía amable; su voz permanecía intacta (al menos a mí me lo parecía). Los fieles espectadores esperábamos la siguiente pieza.

Al final y aparte del maravilloso regalo del "O mio Babbino caro", cantó dos piezas más, entre ellas una en maorí, la lengua de los nativos de su país, Nueva Zelanda.

Los que nos quedamos, a fin de cuentas la mayoría del teatro, salimos contentos; los espectadores chinos, amantes de la música, fueron también impulsados a los gritos y al aplauso caótico al estilo occidental.

El siguiente es un video que encontré en Youtube con Kiri te Kanawa cantando "O mio Babbino caro":





Gustavo Thomas. Get yours at bighugelabs.com

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