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miércoles, 5 de mayo de 2010

Toronto Freedom Festival, un festival y marcha por la legalización de la marihuana.



Entre las extrañas experiencias que vivir en un país desarrollado te brinda está la del pasado 1 de mayo en Toronto. En lugar de lo que yo pensaría (como artista proveniente de un país como México), que la juventud consciente de Toronto se expresase políticamente el primero de mayo, como en casi todo el mundo, a favor de los trabajadores y la lucha contra el poder económico opresor, una gran parte de esos jóvenes torontonianos (alrededor de 50 000, según cifras oficiales) ha creado un festival y una marcha para buscar la legalización del uso de la marihuana en la ciudad (o en la provincia).

Mientras la marcha de trabajadores (que sí se dió y en su mayoría fue una marcha de trabajadores inmigrantes que buscan mejores condiciones de trabajo) fue de unos cuantos cientos, la marcha por la legalización de la marihuana reunió decenas de miles y permaneció como una fiesta pública en la plaza central de la ciudad, Queens Park, el parque donde se sitúa el parlamento de la provincia. Ahí mismo, entre stands, tablados y tiendas de campaña, se podía fumar (o inhalar) marihuana en todas sus formas posibles, comprar todo tipo de artefactos alrededor de su uso, y además encontrar información sobre agencias, instituciones y demás asociaciones ligadas también al uso legal o recreativo de la droga.

Música, baile, comida y principalmente una actitud festiva de todos los que estaban ahí. Yo no presencié ningún acto de violencia, y si les mueve la curiosidad sobre lo que hice en el festival, no fumé nada, sólo estuve ahí de curioso tomando fotos y videos.



No deja de sorprenderme las actividades populares que una ciudad como Toronto ofrece a sus habitantes, y también cómo es que éstas se traducen en verdaderos espectáculos ante mis ojos: vestuarios especiales, maquillajes, actitudes ante la vida (o "personificaciones"), escenas improvisadas, explosiones de energía e imágenes visuales. Todo ello es parte de una riqueza que hubiera creído dificil de encontrar en lo que la mayor parte del mundo desarrollado piensa de ésta ciudad, que es muy aburrida.




lunes, 15 de marzo de 2010

Desfile del día de San Patricio en Toronto



Compartiendo fotos y un simple video del pequeño desfile que se dió en Toronto por las celebraciones del día nacional de Irlanda, el día de San Patricio.

Toronto tiene una gran cantidad de gente de origen irlandés.




domingo, 25 de octubre de 2009

"Fiesta Tribe" en Toronto: no más "arte underground" en mi mente.


Ayer por la noche asistí a "Tribe", una de las fiestas más grandes del mundo dedicadas a lo "fetiche" ("Fetish Party" en su denominación en inglés) donde el mundo de las opciones alternativas para la sexualidad se vuelve un aparador de disfraces y actitudes teatrales en una noche aparentemente de lo más normal. Alrededor de 4000 personas colman en días anteriores las dos o tres tiendas de productos fetiches, de piel, etc, para adquirir su "vestuario" de esa noche y lucir perfectos con sus mejores galas de fantasía sexual ante los demás, en una concentración de gente con esas inclinaciones pocas veces vistas.

Al final esta fiesta no fue nada extraordinario, nada que no haya visto antes (1), pero sí algo que altera mi manera de catalogar ciertas actitudes dentro de mi mente como alguien nacido en una sociedad de un país en subdesarrollo. El vivir ahora dentro de una de las sociedades más desarrolladas del planeta y asisitir a un evento de esta índole me hacen reestructurar mi manera de catalogar el arte y sus expresiones, las opciones sexuales y sus diferentes manifestaciones.

En este mundo de la tolerancia y la civilidad todo ha ido adquiriendo un lugar y estas expresiones de la vida sexual la han encontrado también, tienen su parte en el juego social.

Toronto es una ciudad famosa por su vida homosexual y los logros legales para esa comunidad, pero en realidad es mucho más que eso, es una ciudad que ha debido adaptarse a una inmigración gigantesca y a una polyculturalidad impresionante, y más allá de cerrarse en sus antiguas tradiciones ha ido ampliando el espectro de su civilidad, de su legalidad y prácticamente todo va teniendo cabida en una legislación si no de lo más sensata sí con una gran buena voluntad para buscar armonizar todos los aspectos de la vida en sociedad.



No había tenido tal libertad de vida desde mis visitas a otras ciudades reconocidas por su "alternatividad", San Francisco y Amsterdam, por ejemplo. Amsterdam y San Francisco tiene las otras fiestas fetiches más grandes, la más famosa, tal vez del mundo, es la Feria de la calle Folsom (Folsom street Fair) donde toda una calle de la ciudad se ofrece a la exhibición en plena luz del día y con cientos de miles de visitantes, de casi todas las posturas sexuales posibles.

A principios de este año (y debo todavía una entrada del Blog a este evento) visité en el museo Guggenheim de Nueva York la exposición de la fotógrafa norteamericana Catherine Opie, con una retrospectiva de su carrera; cientos de fotografías consideradas años atrás como "underground" pero ahora expuestas en uno de los museos más visitados del mundo; su principal exposición en la galería del último piso del museo, eran varias fotografías de tamaño mural con personajes con cuerpos transformados por tatuajes y piercings en momentos de placer-sufrimiento, algunos de ellos enfermos de SIDA y otros en posturas posiblemente choqueantes para muchos; aquella exposición se acompañaba de una música dentro del guía auditivo que se proporcionaba y al encenderlo durante la visita uno entraba en una verdadera atmósfera de religiosidad, adquiriendo un ambiente plenamente escénico, un performance en sí mismo. Este evento no era el culto de algunos intelectuales a un arte alternativo, era la valoración en vida de una artista dedicada a un camino de expresión diferente y expuesta en una apertura total dentro de unos de los templos del arte moderno. Catherine Opie es heredera de Mapplethorpe, quien nunca recibió un reconocimiento en vida de tal magnitud.

El siguiente es el video que preparé para el post dedicado a la exposición de Opie:


¿Dónde está entonces la presencia de ese arte de opciones alternativas? ¿Donde está aquél arte que nacía en un mundo y se desarrollaba en él debido a su incapacidad de hacerse público o reconocido por la sociedad?

Hoy por hoy en Toronto cualquiera puede ir cada miércoles o viernes entre 8 y 10 de la noche, a talleres - exhibición de diferentes maneras de usar juguetes sexuales o realizar prácticas sexuales usando fuego, electricidad, metales, golpes, etc... Mucho de ello como una manera de evitar lo peligroso de estas prácticas cuando se hacen sin conocimiento de sus efectos, mostrando solamente y sin ningún comentario extra, la manera técnicamente correcta de hacerlo. ¿Es claro lo que expongo aquí? ¡Son talleres educativos y preventivos! Estos talleres son espectáculos: se realizan sobre un estrado, son participantes haciendo sobre escena aquello que regularmente practican, saben hacer y les da placer hacerlo, y lo hacen ante un público. (2)

¿Dónde ha quedado ese gusto de Foucault por lo oculto y lo atractivo del peligro de todas estas prácticas que al final lo llevaron a morir por ellas? "Qué puede ser más hermoso que morir por el amor de los muchachos", alguna vez lo dijo, refiéndose a su enfermedad incurable y en algún momento de sarcástica lucidez. Temía en la búsqueda de los derechos sexuales la pérdida de su valor como movimiento oculto y soporte de ideas y del arte... Se pierde algo, sí, inegable pero, ¿qué se gana?

El evento de ayer, y por eso lo expongo en este Blog, era un evento teatral, hubo un "show" una representación iniciática" dentro de la tribu (la fiesta se llamaba Tribe) del mundo fetiche contemporáneo, un"performance" que ofrecía entre los clichés de este mundo (vampiros, nativos africanos, balineses y papuanos) muchos desnudos con personajes tatuados, llenos de piercings, genitales dibujados, amarrados, cuerpos reales transformados muchos a traves de cirujías, etc... Todo dentro de un ambiente de cordialidad, de fiesta, y de libertad.

Recordé tantos eventos teatrales y artísticos en los que participé, y de los que también fui espectador, y que yo consideraba escandalosos porque presentaban un poco de lo que mi sociedad no aceptaba o veía como malvado y monstruoso, recordé todo aquello que ahora veía en total apertura. Recordé también varios de los mitos de la literatura, del teatro, del arte en general, los mitos de lo "underground" y como los idolatré en su momento, y me sentí viviendo en el atraso de mi memoria. Ahora todo ello es parte de nuestra vida cotidiana y tiene un lugar en el mundo, en varias parte de este nuestro mundo. Siempre lo había estado sí, pero no así, no con esta apertura, no con esta civilidad y cotidianeidad.

Un evento sexual alternativo como éste, aún con su gran teatralidad y frivolidad, sigue en conflicto con varias ideas y estructuras morales existentes aún con mucha fuerza en el mundo, pero su existencia, su viabilidad en nuestra sociedad, su uso comercial y su fuerza social son claros y contundentes. No puede ser más un motivo de escándalo; hoy por hoy, con lo que he visto sólo nos queda verlos como motivo de contemplación, de análisis de sus alcances, de exposición estética, y al final como un motivo de placer y juego (¿dónde se ha perdido entonces el arte?)

¿Recuerdan? Dios fue declarado muerto hace más de cien años, y ello no quita que sigan existiendo sociedades donde los seres humanos maten por mantener su idea dios, pero la evolución del pensamiento humano que llevó a la corroboración mental de su no existencia es absolutamente incuestionable, sucedió y ha tenido consecuencias palpables en nuestra manera de ver el mundo y vivirlo...

La destrucción de la barreras de lo oculto y de lo subterráneo son ya parte activa de las sociedades abiertas de nuestro planeta, se están regulando, y finalmente se están volviendo normales; "normal" no es una palabra que me desagrade, al contrario es una palabra y una idea que me da paz porque evita disturbios innecesarios.

Surgirán nuevos "undergrounds", pero ya era hora de superar éstos (al menos en mi cabeza). Crearemos nuevas formas de ocultamiento, porque eso es parte de nuestra siempre fortuita y nunca lineal evolución humana.


Lista de reproducción de videos (10 videos) de la fiesta "Tribe". Toronto, 2009.
(Los videos fueron tomados con teléfono celular por eso lo cortos y su calidad)







(1) En realidad el espectáculo escénico era de una muy baja calidad.
(2) Una gran diferencia con aquellos espectáculos de la época victoriana donde se ofrecía venta de boletos para ver análisis médicos de personas con deformidades o tratamiento de gente viciosa (muchos con "sexualidad desviada"), o las visitas pagadas a los asilos mentales donde la hipocresía era el escudo que ocultaba la morbosidad del espectador.


lunes, 11 de mayo de 2009

Festival Monlam 2009 (Año Nuevo Tibetano) Día 3: Procesión de la estatua de Buda Maitreya en el Monasterio Rongwu.






Día 3
Procesión de la estatua del Buda Maitreya en el monasterio Rongwu


Fotografías de la procesión de la estatua del Buda Maitreya en el monasterio Rongwu
Si por alguna razón las fotografías de la presentación se ven mal, haz click dentro del recuadro y te llevará a la página de Picasa donde están todas las fotos.




Narración del evento


Después de dos días de eventos verdaderamente extraordinarios, la idea era descansar un poco e incluso dudamos de ir a ver lo que considerábamos una repetición de la procesión del templo Niantog dos días antes, aquella ceremonia como la de la develación del Tanka habían durado cada una más de cinco horas y creíamos que una repetición iba a ser casi insoportable. Obviamente estábamos equivocados.

El inmenso monasterio de Rongwu no sólo albergaba a cientos de monjes novicios sino que para este evento especial habían llegado muchos más de los monasterios vecinos; éste al parecer iba a ser el primer evento en el que hiciera presencia el Lama Rimpoché, el segundo en jerarquía (después del Dalai Lama) dentro del budismo tibetano.

La conocida estructura se repetía: monjes iban y venían por toda la plaza y en grupos a través del monasterio se les veía ataviados nuevamente para una ceremonia especial, llevando diferentes objetos, cada uno con tareas muy definidas. Dentro del templo principal se reunían una cantidad verdaderamente inusitada de ellos (intenté contar y me detuve en 300 hasta que me cerraron las cortinas). La atmósfera parecía un tanto más caótica que la de los días anteriores, pareciera que no iba a haber una estructura de presentación, pero no fue así; todo se realizó como ya lo habíamos experimentado.

Alrededor del medio día la ceremonia preparatoria dentro del templo terminó y la mayoría de los monjes novicios que rezaban dentro salieron en un flujo interminable, grupos y grupos de mantas rojas salían de ese lugar deperdigándose dentro y fuera de la plaza. Llegué a ver algunos que en grupos de 5 o 6 se metían a autos último modelo y entre la multitud que esperaba la ceremonia pitaban la bocina del auto para hacerse paso y salir del lugar para dirigirse a "comer" (al menos eso me informaron).

Así que debíamos esperar porque todos los monjes, o al menos los novicios, debían irse a comer. La espera no fue larga, menos de 30 minutos y todos estaban de vuelta.

Los cornos sonaron y el caos de la plaza se acrecentó; esta vez preferí situarme en un espacio un tanto alejado y poder hacer tomas desde una pared para controlar más la cámara y no luchar entre los empujones de la gente, así podría usar el zoom de mejor manera para aquellas tomas que lo necesitaran. No fue un paraíso pero me gustó el ángulo desde donde tomé todo; además pude tener contacto con algunos de los espectadores tibetanos, que sin preocuparse que yo no entendía nada de su idioma, comentaban sobre la ceremonia, sobre la presencia del Lama Rimpoché y sobre lo que iba a venir, ¡toda una delicia!

El Lama Rimpoché se sentó en lo alto del templo en una gran terraza, con un grupo de monjes y cerca de un grupo de chinos privilegiados; los demás, todos, estábamos repartidos debajo de ellos en la plaza.

La presentación de grupos, jerarquías religiosas, objetos, estandartes fue inmensamente larga (evidentemente en el video la edité y la hice muy corta). Esta vez pude disfrutar un poco más de cómo llegaban a sus formaciones circulares, observar los objetos que portaban y en especial del "vestuario" de los altos líderes religiosos dentro de la ceremonia: el vestuario del mayor lider (el Lama Rimpoché) era tan simple como el de cualquier monje, pero no así el de aquellos que participaban abajo en la ceremonia de presentación; ellos, los principales, me recordaban a los actores de tragedias griegas ataviados en enormes trajes y máscaras marcando su diferencia con el mundo terrenal; como esos actores trágicos los monjes de Rongwu usaban una especie de zapatos altos o zancos (algunos de más de 5 centímetros de alto) que sólo había visto en la ópera china, además de una gran cantidad de telas de diferentes colores con "hombreras" para hacerlos más grandes y poderse repartir mejor alrededor del cuerpo; llevaban también, como en personajes de ópera china, aditamentos propios de su jerarquía y simbolismo espiritual (bastones, predicadores, etc), y sombreros especiales.

En la siguiente foto que tomé en el monasterio de Niantog se puede observar un ejemplo de la manera de vestir a la que me refiero arriba. Los monjes de las trompetas calzan pequeños zancos, mientras el principal unos muy estilizados, los tres con un exceso de telas y el principal con una hombrera de un lado.


En las siguientes dos fotos tomadas del video en Rongwu, podemos observar el mismo fenómeno "teatral" del vestuario de los monjes. En la primera foto notamos la diferencia entre el personaje ataviado especialmente para el evento y los otros monjes con el pueblo mismo. En la segunda foto, verdaderamente especial, se muestra al fondo a uno de esos "personajes" saliendo del templo, lo remarcable es que su solo vestuario le da una un peso muy grande, es una salida de personaje épico diría yo. (Todas las fotos las pueden agrandar para verlas mejor haciendo click en ellas)




Los juegos de semejanzas son inevitables, yo sé que no descubro absolutamente nada, el ligue entre religión y evento teatral es más que evidente en la tragedia griega, y el ligue entre evento religioso y evento teatral en las ceremonias tibetanas es reconocido por cualquier antropólogo social e investigador de artes performativas. Digamos que aquí lo experimentaba en vivo y lo disfrutaba pero lo más importante de todo, lo documentaba. Eso me hacía inmensamente feliz.

Una vez que la presentación tuvo lugar y los monjes empezaron a salir de la plaza, como en el día anterior la gente se abalanzó literalmente hacia las puertas del templo. Desde aquella puerta salían monjes que jalaban el lazo envuelto en gasas blancas, y que como un cordón umbilical los ligaba a la carroza del Buda Maitreya. Murmullo y agitación por todas partes; su salida resultó tan descuidada y caótica como la del día anterior, sólo que está vez no fuí acarreado por la multitud y pude observarlos desde un punto más estable.

Una de las imágenes más impactantes fue aparición de la carroza desde el templo principal, enorme para la puerta, al parecer inmensamente pesada e intentando sacarla entre la multitud que se agolpaba para tocarla, aventarle gasas blancas o ayudar a cargarla. Como une pequeña capilla montable, decorada en colores y oro, con su Buda "enjaulado" en ella. El mismo Lama Rimpoché y los monjes de la terraza aventaron sus gasas a la carroza cuando pasaba debajo de ellos. Era la develación del tanka, un momento sumamente religioso, extático tal vez, pero dilatado, un tiempo largo entre la algarabía religiosa y espiritual de todo un pueblo: la gente cantaba, los cornos sonaban, muchos rezaban, aventaban puños de arroz y aquellos papeles de colores con mantras impresos en ellos. Adoro ese canto religioso de las mujeres del pueblo tibetano, el canto que llamo "agudo", un canto que sé que desde ese viaje aparecerá continuamente en mis sueños.

En su camino hacia la salida de la plaza del templo principal la carroza estuvo a punto de caer, no sabíamos si la gente se mofaba o se espantaba por ello, su sorpresa era un tanto extraña, para nuestro códigos culturales; la sombrilla con el hombre que la escoltaba sí cayó y tardó mucho en volver a abrirse atrás ella pero lo logró.

Cuando la procesión pasó por donde yo estaba pude usar el zoom de la cámara y tomar un close-up del Buda Maitreya: quedé sorprendido, yo veía, sumergido en mi cultura cristiana, una virgen católica dentro de su pedestal; ésta vez, debía hacer la trasposición de lugar, de "objeto", era la estatua de un Buda, una estatua dorada con un buda de cara femenina.

La multitud se agolpaba violentamente, no había ya manera de salir de ahí sin ser "movido" también. Una vez afura de la plaza principal, la procesión podía tener lugar en la mayoría de las capillas y templos del monasterio, eso duraría una o dos horas más, aunque el guía nos decía que seguramente sólo darían una vuelta al templo y para evitar más estragos meterían la carroza por detrás.

Había sido demasiado; estaba contento y cansado. Dejé ir la carroza y a la gente que iba tras ella, para mí el evento había terminado cuando salí de la plaza.

Ahora quería descansar, bajar todo ese material a la computadora, tratar de editar algunas fotos, pensar en aquello, y esperar, al día siguiente vendría el evento por el que expresamente había querido ir a Amdo, la danza-teatro Cham.



viernes, 10 de abril de 2009

Festival Monlam 2009 (Año Nuevo Tibetano) Día 2: Ceremonia de develación del gran Tanka con la imagen de Buda.



Nota: Ver la introducción a esta serie de narraciones en la entrada del Blog del 18 de marzo de 2009: "Festival Monlam 2009 (Año Nuevo Tibetano) Día 1: Procesión de la estatia de Buda en el monasterio Niantog."




Día 2.
Develación del gran Tanka con la imagen de Buda en el monasterio Rongwu.




Fotografías de la develación del gran Tanka con la imagen de Buda en el monasterio Rongwu
Si por alguna razón las fotografías de la presentación se ven mal, haz click dentro del recuadro y te llevará a la página de Picasa donde están todas las fotos.






El monasterio Rongwu es el más grande de la región de Tongren, posee varios pequeños templos y capillas y centenas de monjes viven dentro de él. Las construcciones varían en su estilo y detalles, desde el más puro tradicional tibetano hasta esa mezcla chino-tibetana que los chinos mismos han obligado a utilizar como parte de la “chinización” de las regiones tibetanas. El monasterio tiene grandes y pequeñas puertas, murallas como una pequeña ciudad d ela antiguedad, y cada templo está a su vez encerrado en sus propios muros y puertas. Por doquier vemos estatuas, pequeños tankas en las paredes, mandalas, banderolas, telas de rezo, grandes cubiertas de tela, piedra, lodo, tierra, tejas, incenciarios, hornos, tambores colgando…

La primera noche de mi estancia en Rongwu quise dar un recorrido por las inmediaciones del monasterio y con gran sorpresa encontré que se podía pasear dentro de él, visitar sus templos, sus capillas, caminar por sus callejuelas y sus plazoletas. Niñas, como en un juego, cantaban canciones religiosas caminando, a veces corriendo, alrededor de uno de los templos. Gente llegaba en pequeños grupos y se perdían en la oscuridad de los muros y calles, venían en procesión desde sus pueblos en las colinas cercanas, repetían mantras, algunos también cantaban. En el silencio de los interiores de la ciudad–monasterio y entre las sombras de monjes que hacían su noche cotidiana escuché el sonido de cornos tibetanos, aquellos sonidos de las trompetas usadas por los monjes budistas tibetanos y que están enraízados en nuestra memoria como una poderosa imagen auditiva del Tibet eterno, de su religión y del misterio que a nosotros, occidentales curiosos, nos atrae hasta el riesgo de cambiarlo todo.



Dos días después de aquella primera visita se daría la ceremonia de develación del gran Tanka de Rongwu.



Narración del evento:




Conocida es, por impresionante, la ceremonia de develación de los gigantescos tankas tibetanos, en general con imágenes de Buda, y que una vez al año son “sacados” a la luz para que en términos técnicos les dé la luz del sol y no se destruyan por la humedad o el encierro (están siempre enrrollados), y en términos sociales para realizar una ceremonia en la que la población de los alrededores se sienta partícipe de esta religión tan elitista, propia sólo para los “iniciados”.

Yo como un interesado de las artes escénicas y de lo espectacular “necesitaba” experimentar la exposición pública del gran Tanka, aquella ceremonia con un pueblo entero participante; quería ver y explorar el espectacular ritual de la develación de un enorme símbolo religioso, quería también tratar de reconocer la estructura del evento y el desempeño de sus actores. Pero no pude ser un estudioso solamente, en un evento de esta índole uno no puede ser sólo espectador, aún en la lejanía de las diferencias de culturas y creencias todos nos fundimos inevitablemente en el evento mismo y formamos parte del ritual.

El 9 de marzo de 2009 se nos informó que la ceremonia empezaría al medio día, así que estuvimos en el lugar aproximadamente a las 11 a.m. para no perder los detalles preparatorios. Con la experiencia del día anterior en el monasterio Niantog íbamos preparados para una larga espera. Pero no teníamos muy claro que Niantog era un pequeño monasterio con una relativa poca cantidad de monjes y por ende (no lo sabíamos aún, claro) con eventos poco espectaculares en comparación con aquello que íbamos a vivir en Rongwu, la espera fue larga porque la cantidad de monjes no era suficiente para el acto, había menos organización, y era digamos menos “oficial”, no habia con quien quedar bien. La importancia y la grandeza de Rongwu en todo Tongren lo hcaían uno de los más importantes eventos del año y así lo fue.

Decenas y decenas de monjes íban y venían, aparecían ataviados maravillosamente y portaban numerosos estandartes, instrumentos musicales y ofrendas; dentro del templo principal se congregaban cientos de ellos realizando sus preparaciones. Prácticamente en punto del medio día y repartidos en grupos comenzaron a salir del templo principal, y realizaron durante más o menos una hora una especie de presentación (¿o introducción? ) en la que se congregaron en varios círculos alrededor de la plaza, alrededor de 300 de ellos. Los grupos de monjes se diferenciaban en rango (reconocibles para nosotros los extraños a través de los colores de sus bonetes y vestuario), en instrumentos musicales (cornos, tambores, platillos y caracoles) y en portadores de estandartes (banderolas, imágenes, sombrillas y mandalas con círculos de plumas de pavoreal). Cada uno en su camino hacia su propio espacio dentro de los círculos alrededor de la plazoleta principal, tocaba su intrumento o simplemnte caminaba sin un exceso de actitud ceremonial; las imágenes eran tan poderosas por sí mismas que desde mi punto de vista no había necesidad de ver a estos grupos de monjes en trance o actitud de ningún tipo. Una vez terminada aquella procesión, y al parecer en una estructura muy definida en este tipo de rituales del Monlam, todos comenzaron a salir en una aparente anarquía.

Ante la plazoleta vacía de monjes la gente del pueblo se arremolinó en dirección a las puertas del templo principal y un gran alboroto comenzó a darse, había una gran excitación en el ambiente. Salieron del templo más grupos de monjes y se fromaron para hacer y mantener un pasillo desde la entrada del templo, pasillo que duró nada debido a la multitud cercana; entonces salieron otros más jalando una lazo envuelto en gasas blancas, gasas típicas de la tradición religiosa tibetana. Decenas de monjes jalaban el lazo interminable hasta que acompañados con la algarabía religiosa a su máximo se vió aquello que jalaban, el Tanka.

El Tanka estaba enrrollado y era cargado por otras tantas decenas de monjes; el órden se había perdido y todo al parecer era llevado por el caos de un evento que fluctuaba entre lo religioso y lo pagano. La gente común corría a tocar el gran rollo, algunos caían o eran empujados violentamente por el movimiento de la fila de monjes, se oían cantos o frases rítmicas (si cantos no eran) y nosotros, los extraños, no sabíamos cómo es que ya habíamos perdido todo sentido de propiedad y civilidad como espectadores, corríamos con ellos, éramos empujados también, vivíamos una excitación tal vez distinta pero nuestros sentidos estaban tan alterados como todos aquellos que vivían su religión en un momento tan especial.

Nuestro guía debo decirlo, un verdadero experto en estos eventos, trataba de encontrarnos y jalarnos hacia el siguiente estadio de la procesión, así no perderíamos ninguno de los puntos esenciales de la misma.

Las afueras del templo principal estaban repletas de gente y el monasterio mismo era una ciudad en fiesta, en carnaval, en una impactante por viva ceremonia religiosa. Las hileras de monjes jalando el lazo y cargando el Tanka hacían lo posible por avanzar entre la multitud y entre su propio caos de sudor, de gritos, de túnicas rojas y polvo.

Seguir la procesión al ritmo de los que cargaban el Tanka nos habría atorado en algún pasaje, así que nuestro guía inteligentemente nos dirigió por todo el monasterio para tratar de adelantarnos a la procesión y a la multitud que la seguía, es por ello que pude hacer algunas tomas que simplemente hubiera sido imposible lograr de otra manera.

Aquella procesión duró alrededor de 1 hora más para poder llegar al espacio designado para develar el gran tanka en una ladera de la montaña que sirve de telón de fondo al imponente monasterio de Rongwu. Ahí en la ladera varios de los monjes que habíamos visto en la presentación se ubicaban para recibir a quienes cargaban el Tangka. Ahora teníamos una imagen de tal vez ya miles de monjes repartidos desde el templo principal en la entrada del monasterio hasta aquellos que ya estaban en lo alto de la montaña.

El caminar de la procesión se convertía en un espectáculo vivo maravilloso, profundamente emotivo y brillante. Entre sus cantos y su esfuerzo, su alegría ligada en momentos a la euforia, podía yo observar la ferviente percepción de los habitantes de la región, seguían buscando tanto el contacto con el objeto religioso como ofrecerle sus respetos cuando pasaba ante ellos. Vi varios viejos hincarse, madres con niños llorando en brazos que caían tratando de que sus hijos tocaran con la frente la tela enrrollada, vi monjes golpeando a los paisanos para abrir el camino y decenas de hombres ofreciendo sus manos para ayudar a seguir jalando.

Debíamos encontrar un espacio en la falda de la montaña en el que pudiéramos vivir el instante de la develación pero también lograr un buen ángulo para la toma de mi video; pero cables de electricidad y una enorme cantidad de gente lo hacían una tarea de lo más difícil. Al final, ubicado en la base de la montaña y entre movimiento y empujones de la multitud pude encontrar mi campo visual desde el cual hice mis tomas.

La experiencia de ver develarse ese enorme símbolo religioso en medio de la euforia (gritos, rezos, música, postraciones, alegría) de un pueblo es lo único que en su conjunto me temo es imposible de compartir. Una vez durante la develación la gente comenzó a “abrirse” religiosamente, a “pedir”, a “ofrecer”, a “quemar”, a moverse por todos lados (y lo mismo tuve que hacer con mi cámara). Volví a escuchar esos cantos de la mujeres tibetanas, esos agudos que los hacen tan característicos y que las mujeres del pueblo están preparadas para cantarlo, un canto religioso sí pero al parecer de extracto totalmente popular.

En aquél caos-espectáculo seguían los rituales su curso; varios monjes en semicírculo limpiaban objetos, recibían dinero, recitaban mantras, tocaban trompetas. –“El tiempo es poco”- nos dijo el guía, y en un abrir y cerrar de ojos todo iba a llegar a su fin. El Tanka se devela cada año algo así como 30 minutos solamente.

Un jalón más del guía nos llevó a otra parte de la montaña, para desde ahí ver la culminación de la ceremonia. Varios de los grupos de monjes ya estaban en camino de regreso en un total desenfado, caminaban, jugaban, cargaban sus objetos rituales como si fueran paquetes sin valor, mientras los grupos de la ladera de la montaña se preparaban para volver a enrrollar la gran tela con la imagen de Buda. Hileras salían de regreso al templo, líneas de hombres dejaban el espacio principal del evento, pero aún muchos esperábamos el punto final. Los cantos de los monjes de la montaña continuaban y entre esos cantos el enrrolle del Tanka se dió relativamente rápido. El espectáculo había acabado en nada. Un espacio vacío adornó ahora la montaña.

Nadie se interesó más en aquél gigantesco Tanka enrrollado nuevamente, todo había acabado, como si ese gran rollo ya no tuviera más su valor. No lo esperaban de regreso, al menos ninguno de aquellos que lo había presenciado develarse antes en la montaña.

En nuestro camino de regreso algunos grupos esperaban en la puerta del templo, grupos que no habían podido subir, supongo esperaban las cenizas de aquello que había sido hace unos momentos.


Aún cuando ya había tenido otras experiencias en "procesiones" (dos años antes en Osaka y otra más aquí en el monasterio de Niantog), la grandiosidad del evento no tenía comparación y sólo pudo compararlo en mi memoria con aquello que había experimentado al ver a La Fura Dels Baus. A La Fura la he seguido (por coincidencia) por todo el mundo y he logrado ser su espectador varias veces en México, una en Beirut y otra más en Pekín, tanto en espectáculos a puertas cerradas como a cielo abierto (1). Es evidente que me refiero a esos espectáculos a cielo abierto cuando hago el símil con la ceremonia tibetana que acababa de presenciar. Al final lo que estaba viendo era un espectáculo de masas. Esas esperas, la contínua preparación frente a los espectadores, la excitación que provocan esas preparaciones (actores, aditamentos, máquinas, etc) siempre en movimiento, lo espectácular de sus coreografías, de sus espacios, aquél movimiento del público que nunca deja de ser un participante, libertad como espectador de hablar, de gritar, de estar tan expuesto como los mismos actores, todo ello era tan similar a lo que había explorado en la ceremonia de la develación del tanka en Rongwu.

No deja de sorprenderme como la experiencia con La Fura se ha vuelto mítica en mi memoria escénica.

*


Como lo he mencionado (y me gusta recalcarlo) mi interés en recabar esta información y publicarla en la red es puramente documental y compartir así mi experiencia; aún cuando deseo mejorar o lograr la calidad técnica deseada en mis grabaciones, debo aceptar que he sacrificado todo por hacer palpable el momento único. Desearía ser un camarógrafo educado o tener un equipo con decenas de cámaras tomando aquello, pero preocuparme en exceso con ello perdería el valor sumamente personal de cada toma que ofrezco en mis videos de eventos escénicos y viajes. Evito contar una historia más allá que el recuento lineal de los hechos, uso la mayor parte del tiempo el sonido de cada toma y la edición cumple estrictamente el papel de no presentar aquellos momentos imposibles de distinguir debido al movimiento o el error.

Creo que la mejor manera de observar estos documentos es con calma y deseo de exploración, parte por parte, y combinándolo con la narración de mi experiencia. No quiero sustituir el que ustedes vayan a un sitio y vivan un acto representacional de este tipo, quiero que vivan un poco de lo que yo viví aquél día, aquellas horas. Lo otro, las historias, los videos de creación, esos forman parte de la otra parte de mi vida teatral.



(1) Tengo una entrada sobre la visita de La Fura dels Baus a Pekín: http://gustavothomasteatro.blogspot.com/2007/05/la-fura-dels-baus-en-dashanzi-798_22.html Es una pena que no haya tomado video de ninguna de las otras presentaciones. Aquella de Beirut fue una enorme sorpresa, especialmente el saber ver que el espectáculo arribaría en un barco que cruzaba el Mediterráneo y que una vez anclado en el puerto de Beirut nos ofrecería un enorme "ritual" sin razón religiosa. Hay un video en Vimeo sobre aquél espectáculo que vi en Beirut (el video es el mismo espectáculo pero en Portugal)




miércoles, 18 de marzo de 2009

Festival Monlam 2009 (Año Nuevo Tibetano) Día 1: Procesión de la estatua de Buda en el Monasterio de Niantog.



Introducción


La antigua región tibetana de Amdo en el oeste de China es lo que hoy se llama la provincia de Qinghai, región poblada en su mayoría por etnias de habla tibetana pero que han sido parte de China desde hace cientos de años. Amdo forma parte de una vasta región de cultura tibetana que se extiende desde Nepal, la India, Tibet, las provincias chinas de Qinghai, Gansu, Mongolia interior y llega hasta Mongolia misma; todas estas regiones comparten un mismo lenguaje (que varía según la etnia y por supuesto según la influencia del mandarín y las lenguas nacionales), comparten el llamado budismo tibetano y con él toda una serie de parafernalia religiosa a su alrededor que conforma la vida cotidiana de su población, entre ellas las festividades y por supuesto las artes escénicas o "representacionales".

Cada año lunar se celebra en toda la región un festival que en occidente denominamos como el año nuevo tibetano, el Monlam Chom (que significa "festival del rezo o prédica"). Unos días después del año nuevo lunar chino llega esta festividad tibetana con su propio calendario de actos y eventos públicos, todos ellos de un carácter eminentemente religioso. Prácticamente no hay evento durante el Monlam Chom que no esté dirigido por los monjes del monasterio de cada región, y que sea "representado" por los monjes mismos, así la población sólo participa de una forma aparentemente pasiva, o como diríamos en las artes escénicas, como espectadora.

Este año 2009, debido a los problemas que China enfrenta en toda la región tibetana de su dominio (casi una tercera parte de su territorio), el gobierno decidió no dejar entrar extranjeros a ninguna zona con la excepción de la pequeña región de Tongren, precisamente en Qinghai, la antigua Amdo. Como los monasterios de Lahsa, Labrang y demás estaría cerrados al turismo, no hubo opción sino visitar lo que resultó ser una maravillosa región, amable, pacífica y rica en tradiciones escénico-religiosas.

La zona de Tongren tiene alrededor de 10 monasterios, cada uno en cada pequeño pueblo de la región, monasterios gigantescos en comparación con la pequeñez y la pobreza de las aldeas, y cada uno de ellos celebra en diferente día los eventos religiosos del Monlam Chom; por eso es posible ver, si se tiene el tiempo, el mismo evento "representado" de diferente forma en cada monasterio.

En esta visita tuve la oportunidad de observar en 4 días la celebración del festival Monlam en el principal y más grande monasterio de Tongren, el monasterio de Rongwu, donde se dieron tres eventos: la develación en una montaña de un Tanka gugante con la imagen de Buda, la procesión de la estatua del Buda Maitreya, y la representación de la Danza Cham; además tuve la oportunidad de ver una celebración más en el pequeño monasterio de Niantog, otra procesión con la estatua de Buda. Eventos por demás maravillosos para los ojos del extranjero pero también profundamente emotivos e interesantes para aquellos que viajamos y buscamos arte representacional por todo el mundo.

Es viviendo estas festividades, rituales y religiosas, cuando descubrimos en carne propia los orígenes innegables de la actividad teatral y comprendemos mucho de su amplitud y desarrollo hacia tantos campos de la actividad humana, puedo utilizar una recurrente pero definitoria frase, "y volver a las fuentes", y al volver se asientan en nuestra mente con el conocimiento que nos da ahora la experiencia.

He sido y me mantengo completamente ignorante de la estructura y orígenes de la mayoría de los eventos que presencié en Tongren y la información que doy de ellos seguramente tiene carencias y posiblemente errores garrafales, sin embargo, creo que el documento en sí (las fotografías y los videos) además de mi personal narración de los hechos pueden ser un material útil tanto para el simple curioso como para el investigador que no ha tenido la oportunidad de presenciar estos eventos en vivo.



Día 1.
Procesión del Buda Maitreya en el monasterio de Niantog.





Fotografías de la procesión de la estatua de Buda en el monasterio Niantog
Si por alguna razón las fotografías de la presentación se ven mal, haz click dentro del recuadro y te llevará a la página de Picasa donde están todas las fotos.






Narración del evento:


El 7 de febrero de 2009, se nos dijo que en el monasterio de Niantog harían una procesión al medio día; llegamos ahí a eso de las 11:30 de la mañana y tuvimos que esperar por aproximadamente 2 horas y medio para que la celebración como tal diera comienzo.

Los preparativos ocupaban todo ese tiempo. Monjes iban y venían con objetos, acomodando instrumentos musicales en diferentes partes y entrando al templo que estaba cerrado a los no monásticos; gente del pueblo así mismo se preparaba trayendo lo que considero eran ofrendas; algunas ancianas iban tomando muy lentamente un asiento en la parte trasera de la pequeña plaza del templo principal; niños aparecían con hermosos y coloridos trajes (especiales para la ocasión); y decenas de molestos fotógrafos y periodistas corrían de aquí para allá, acomodaban gente y pedían poses para sus fotos, ... y me rompían el encanto de aquellas preparaciones.

Casi a las 2 de la tarde se comenzaron a escuchar los cornos tan famosos de los ritos tibetanos, y en una pequeña procesión los principales monjes ataviados maravillosamente entraron al templo entre la música estridente de sus trompetas; una vez todos dentro colgaron una cortina que nos impedía ver. Se escuchaba cómo repetían mantras durante varios minutos, uno tras otro, incansablemente. La belleza de los tankas pintados de las paredes de la entrada al templo y el sonido de los rezos de los monjes me crearon una atmósfera única.

Por otro lado un monje con un grupo de aldeanos iba caminado y rezando, realizaba ciertos ritos que simplemente eran dificiles de captar y entender; pude observar cómo entraron a otro pequeño templo cercano al principal (cada monasterio tiene entre cinco y diez pequeños templos), donde antes había escuchado a un monje tocar un tambor, y ahora el monje de la nueva procesión se había subido a un pequeño banco, ahí tocó una campana varias veces, todos los demás a su lado lo seguían en una repetición mántrica.

Aún cuando hablo de rezos, mantras y ritos, debo aclarar que sin excepción ninguno de ellos, de los participantes, parecía, digamos, concentrado o en un estado "especial", parecía incluso que estaban en algo que hicieran cotidianamente y sin mucho sentido, pero esta percepción mía no tiene ningún fundamento sino la ignorancia del lenguaje corporal de estas personas que yo observaba por primera vez en mi vida.

Sorpresivamente escuchamos el ruido de un gong que provenía de la parte superior del templo, y deducimos que la celebración estaba por comenzar (si no es que ya había comenzado hace horas, claro). Uno por uno y con una pasividad enorme, fueron saliendo todos los monjes; los cornos y tambores eran los únicos sonidos, una música repetitiva, solemne, que parecía marcar el ritmo de los pasos pero nunca llegaba a conforman una danza o incluso una procesión aún, era una especie de presentación. Durante algo así como media hora la plaza se llenó de un círculo bastante amplio de monjes, con sus instrumentos musicales y estandartes de varios tipos. Las ancianas cantaron en varias partes de esta presentación, un tipo de canto muy común en el Tibet, de un agudo singular, y que escuchamos en todas y cada una de las celebraciones de este festival.

Después de esta enorme presentación-ritual, los monjes se comenzaron a esparcir, parecía simplemente que se iban, y como si esa fuera una señal la gente comenzó a amontonarse cerca de la entrada de la capilla de donde saldría la estatua del buda, una capilla con un altar precioso y colorido realizado con mantequilla de yak. La carroza para la procesión estaba ya lista para recibirlo y la excitación era bastante alta. Cuando salió la pequeña estatua ese lugar se volvió una locura; hombres corrieron para llevar la soga que acarrearía la carroza, mujeres y viejos llevaban sus mascadas blancas para que las tomaran los acarreadores y para que cubrieran la estatua, de Buda, intentaban frenéticamente poner su frente en alguna parte cercana al Buda, y cantos surgieron para continuar la procesión. Alguien lanzaba dulces y la multitud corría a recogerlos, la procesión continuaba y la multitud seguía la carroza a su vez.

La procesión debía detenerse en cada capilla y templo del monasterio hasta volver nuevamente a posarse en su capilla hasta el año siguiente; hasta ese momento ya habían sido casi cinco horas de estar en aquél lugar y sólo pudimos mantenernos en pie para ver la primera parada en un linda capilla recién renovada. Ahí decidimos dejar el lugar, completamente satisfechos por todo aquello que habíamos visto y finalmente experimentado.



Video: Procesión de la estatua de Buda en el monasterio de Niantog
El video esta editado en HD (alta definción), aqui lo verás en resolución normal, pero si quieres verlo con mejor definición tienes que ir a la página de Youtube y hacer click en "watch in HD".





Gustavo Thomas. Get yours at bighugelabs.com

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