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jueves, 6 de marzo de 2014

Butoh: ¿Danza o Teatro?


Gustavo Thomas durante el ensayo de "Las cenizas del maestro" (Toronto, Canada. © 2014)


Cuando me enfrento a una posible presentación de mi Butoh, cuando la experiencia del Butoh la debo convertir inevitablemente en un arte escénico los demás me obligan a pensar en ciertos tópicos un tanto complicados para un practicante que no es teórico: ¿Qué es el Butoh? ¿Danza o Teatro o Danza-Teatro?

En español (que es mi lengua materna) y en occidente, con nuestro afán de definir las cosas ligadas a otras disciplinas, insistimos en agregar las palabras danza y teatro a la palabra Butoh. Mucho de esta confusión tiene que ver que el nacimiento del Butoh se dio en el mundo de la danza occidental en Japón -tanto Tatsumi Hijikata como Kazuo Ohno, creadores del Butoh, fueron educados inicialmente con la tradición de la danza expresionista alemana-, de eso no hay duda, y, que al no ser evidentemente una danzacomo la reconocemos en occidente le agregamos la palabra teatro para definir que se realiza sobre un escenario y usa una gran cantidad de nuestros referentes de la teatralidad: maquillaje, vestuario, escenografía, luces, transformaciones físicas y gestuales, etc. 

Con el tiempo esta disciplina artística ha perdido la otra palabra con la que Tatsumi Hijikata en el inicio la singularizaba y le daba su separación de las "otras danzas", Ankoku 暗黒, oscuridad -o espiritualidad como lo define personalmente Natsu Nakajima-. La palabra japonesa para Butoh 舞踏 incluye el caracter para danza 舞. Así, en japonés, es 暗黒舞踏, Ankoku Butoh o Danza de la oscuridad (o si se prefiere Danza de la espiritualidad).

Lo que me impresionó al ver por primera vez una función de Butoh (a Kazuo Ohno en el homenaje a su madre durante un festival cervantino en México) fue, no que vi a un bailarín pero a un hombre que a través del movimiento de su cuerpo, me movió y tocó hasta la fascinación, al grado que no lo olvidé en 20 años que tardé en tomar mi primera sesión de Butoh, buscando aquello que él me ofreció con su trabajo aquél día y que permanecía fresco y poderoso en mi interior. Nunca pensé, insisto en decirlo, ni he pensado en él como un bailarín ni como un actor. 

Aún cuando Kazuo Ohno no acostumbraba usar la palabra Ankoku al referirse al Butoh, estoy seguro que lo que vi aquél día fue ese mundo espiritual que la palabra Ankoku significa, yo vi 暗黒舞踏 Ankoku Butoh en él.

Hurgando en la historia de esta disciplina descubrí que en una crisis personal, y cuando otros están a una edad que simplemente se retiran de la danza, Kazuo Ohno dejó de presentarse públicamente por casi 10 años para entender y explorar lo que para él era el Butoh, buscando limpiarse de todo aquello que lo había caracterizado como bailarín de danza moderna en el pasado. Prácticamente durante toda la década de los 60s Kazuo Ohno trabajó al lado de Tatsumi Hijikata en la versión que éste último tenía del Ankoku Butoh, muy ligado al mundo de la vanguardia japonesa que lo catalogaba entre el happening y la danza, entre el escándalo y la revolución; la diferencia de personalidades y razones de hacer arte los llevó a su inevitable separación. Algunos críticos mencionan que fue la diferencia entre el Ankoku-oscuridad de Hijikata y el Cristianismo-Luz de Kazuo Ohno (Kazuo profesaba abiertamente el cristianismo).

Kazuo Ohno volvió a la escena (dirigido por Hijkata) a mitad de los años 70s y se volvió inmensamente famoso trabajando en los escenarios durante 30 años más, mientras Hijikata se recluyó en su estudió y murió a una relativa temprana edad (a los 58 años, en 1986), dejando decenas de alumnos que ofrecieron su propia versión del Butoh que éste les había transmitido.

Antes de su muerte la exploración de Hijikata estuvo encaminada a la creación de un nuevo arte escénico codificado que según él podría crear toda una tradición formal con raíces japonesas milenarias y contemporáneas. Para bien o para mal, no lo completó (según algunos investigadores solo completó 1200 movimientos-imágenes entre 1972 y 1976 y que no trabajó más), y el Butoh que desciende de él es por consecuencia una gama impresionante de posibilidades abiertas dependiendo de quién lo trabaje y transmita.

Kazuo Ohno, sin ser un teórico como Hijikata, siguió transmitiendo su experiencia espiritual hasta su muerte (a los 104 años, en 2010) con posibilidades aún más abiertas que las del mismo Hijikata, dejando a su hijo, Yoshito Ohno, como heredero de su trabajo y transmisor vivo de su propia experiencia. Yoshito Ohno, quien trabajó de adolescente en el grupo de Hijikata y de adulto al lado de su padre, es un conocedor vivo de la historia del Butoh y un butohka activo a sus 79 años; él transmite el Butoh a quien se acerque a su estudio sin reparo en la cultura anterior de quien está interesado, no importando si es bailarín, actor o persona fuera del arte escénico; en el espacio estudian Butoh jardineros, maestros de idiomas, bailarines, actores, coreógrafos, directores, fotógrafos, cantantes, ingenieros, etc.

La experiencia de Kazuo Ohno ha sido preponderante para mi exploración dentro del Butoh, y he ido a Japón en busca de sus enseñanzas a través de su hijo Yoshito; ellos son mis maestros y mi mayor influencia.

Posiblemente, y salvando las comparaciones absurdas, yo, como Kazuo Ohno, también esté en una crisis de limpieza y descubrimiento de mi propio Butoh, limpiándome a mi mediana edad de mi propia teatralidad y de mis propias tradiciones escénicas.

Tengo ahora la certeza de que no necesito ser un bailarín para hacer Butoh ni haber tomado clases de danza para poder mover mi cuerpo. De la misma manera que no creo que se necesite haber estudiado como actor o saber de teatro para hacer Butoh ante un grupo de espectadores o descubrir y exponer nuestras historias interiores en un escenario.

Creo fervientemente que puedo llegar al Butoh a través del Butoh mismo, a través de mi de mi propia espiritualidad, de mi propia oscuridad y de mi propia luz, sin la danza y sin el teatro arrastrando sus tradiciones con él. Cuando lo pienso así, descanso, y entonces soy más libre; no pienso en bailar ni en actuar, y ni siquiera pienso en la necesidad de estar en un escenario para presentarlo.

Pero cuando debo hacerlo, entrar a un escenario y hablar en términos técnicos y exponer las conceptos para que los demás los entiendan, debo entrar en una especie de engaño conmigo mismo y los demás, y usar términos teatrales o dancísticos, pero no sufro ni entro en conflicto, lo dejo ir, es efímero y simple, y ellos se calman, trabajan conmigo y no cuestionan más.

¿Qué es el Butoh entonces? ¿Danza o teatro o Danza-Teatro? Es evidente que no lo sé, pero también que no me interesa. Tú haz tus propias conclusiones. Yo le llamaré simplemente Butoh.





Texto, fotografías y vídeos en este Blog son propiedad del autor, excepto cuando se aclare otra autoría. Todos los derechos son reservados por el autor de este Blog. Si existe algún interés en usar textos, fotografías o vídeos propiedad del autor, sea uso comercial o no, es necesario hacer una petición por escrito y dirigirla por correo electrónico a Gustavo Thomas a gustavothomasteatro@gmail.com.

sábado, 18 de mayo de 2013

La vasija con agua (Una anécdota sobre un aprendizaje filosófico en Japón)






Yushima Seidō es un templo dedicado a Confucio que se encuentra en la zona de Bunkyo en Tokio.
En medio del bullicio interminable de la ciudad este lugar es una isla de calma, solitario entre árboles altos y construcciones llenas de armonía.
El sábado pasado poco después del medio día entré a él para resguardarme de la lluvia y mientras esperaba el inicio del Kanda Matsuri, un festival religioso sintoísta que tendría lugar en una capilla cercana, precisamente en Kanda.
Para llegar al salón principal del templo uno debe pasar como en toda construcción religiosa tradicional japonesa por varias puertas y patios con pequeños pero hermosos jardines; sin ser de gran tamaño Yushima Seidō sí es de una fineza de estilo y color como pocas veces he encontrado: sus paredes y puertas son todas de madera y están pintadas de negro casi laqueado; la lluvia tupida mojaba todo y con esos techos de teja verde el lugar adquiría un brillo de lo más bello e interesante.
Al estar dedicado a una enseñanza filosófica el salón principal no tiene un interior con imágenes religiosas comunes a otros templos budistas o sintoístas sino esculturas de personas  en meditación -¿Confucio?, ¿maestros filósofos?- y figuras de animales míticos en hermosos cuadros enmarcados; ese mismo salón principal ahora sirve como un pequeño museo que exhibe imágenes y objetos de la escuela que alguna vez estuvo ahí.
Entre varias curiosidades del salón principal se encuentra una pequeña pila de agua con dos pequeños postes y cadenas unidas a ellos que detienen un vasija de cobre.
Al acercarme a la pila un niño y su madre trataban, con un cucharón especialmente puesto para ello, de rellenar la vasija con agua; la madre le daba instrucciones al niño y este con su peculiar cuidado vaciaba el agua del cucharón en la vasija y esperaba un poco, después de dos o tras puestas de líquido la vasija de improviso giró y cayó el agua, vaciándose completamente. La madre y el niño hablaron sobre el resultado; el niño intentó otra vez y la vasija en el tercer intento no solo se vació sino que cayó completamente fuera de las cadenas; la violencia había sido excesiva parece. El niño y la madre estaban decepcionados. Cuando el pequeño quiso colgar de nuevo la vasija entre las cadenas la madre no se lo permitió y fue en busca de la persona que atendía la venta de boletos del museo. Al verse sin presión materna, el pequeño tomó la vasija con libertad y la colgó nuevamente y volvió a intentar llenarla, esta vez con mayor lentitud; pero no dio un cuarto (o quinto) intento, interrumpió el juego porque su madre ya venía con la empleada del museo. Las dos mujeres me dieron las gracias por haber puesto la vasija en su lugar (sabiendo por supuesto que no debería de hacerse, claro, pero trataban de no ser groseras conmigo); les dije que no había sido yo quien la había puesto de nuevo sino el niño y viéndose una a la otra rieron con mucha decencia como si yo hubiera dicho un chiste.
Me dejaron solo.
Después de un instante frente a la pequeña pileta de agua y habiendo observado que ya no había nadie a mi alrededor, decidí intentar llenar la vasija por mi cuenta; mientras lo hacía, caí en la cuenta que era un ejercicio filosófico práctico, -¡estaba en el templo de Confucio!-, física pura sobre la justa manera de "llenar" las cosas: ¿Hasta qué momento debemos llenar las cosas y ver como se vacían de golpe porque la naturaleza es así de básica? ¿Hasta que punto queremos dejar las cosas llenas y mantenerlas en ese equilibrio precario? ¿Podríamos dejar las cosas vacías sin tener el deseo de echarle más agua? ¿Podríamos detener ese impulso que está en nosotros de llenar y llenar las cosas?
El niño japonés que visitaba el templo con su madre aprendió físicamente una lección filosófica jugando, y yo lo hacía en ese momento también, con muchos años de retraso, cierto, pero... "nunca es tarde para aprender", diríamos.
Mi vasija también en algún momento se vacío totalmente, me fue inevitable querer verla vaciarse; la llené lentamente hasta el límite, pero ahora sabía que podía pasar eso, que podía llenarla y dejarla en equilibrio hasta cierto punto o dejarla correr y poner más gotas hasta que la fuerza de gravedad llevase a que el líquido cayera y la vasija volviera a su estado inicial, de vacío.
Pensé que yo venía de una cultura donde las enseñanzas nunca se dan de esa manera, pensé en lo difícil que es que aprendamos prácticamente sobre ciertas fuerzas físicas que mueven nuestra vida espiritual y corporal; en lo difícil que es que entendemos las técnicas corporales de oriente cuando nuestra cultura separa el cuerpo de la mente. Y agradecí haber entrado a ese templo.
Cuando iba hacia la puerta para salir del gran salón noté que el niño había observado mi intento y mi decisión final de vaciar la vasija lentamente para que el agua cayera con suavidad; al verlo cómo me miraba comprendí también que él seguía aprendiendo, ahora a partir de la observación de los otros.


Gustavo Thomas
Tokio, Japón.





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viernes, 10 de mayo de 2013

Al Monte Fuji. Una improvisación de Butoh en la playa de Kamakura (2013)


Al Monte Fuji. Una improvisación de Butoh en la playa de Kamakura (Gustavo Thomas © 2013)


Iba solo por una caminata a la playa de Kamakura, la importante ciudad religiosa japonesa. Algunos colegas del estudio de Kazuo Ohno me habían dicho que pasearse por la playa de Kamakura era agradable; lo que no esperaba era ver el monte Fuji desde ahí, ¡nunca! Y no es siempre así, es verdaderamente extraño verlo incluso desde su base; se dice que el monte Fuji es un tipo tímido, y regularmente se oculta entre nubes o desaparace debido a lo fuerte de la luz del sol. Hoy sin duda fue un día especial y ahí estaba yo para disfrutarlo.

Mi emoción fue tanta al verlo aparecer entre las montañas, tan claro, que detuve mi caminata, acomodé mi cámara de video y me puse a hacer Butoh en su honor, una danza personal dedicada a él.

Aquí tienen ustedes algunas fotos de lo que considero los mejores momentos de esa grabación, de mi danza en honor del monte que pocas veces se deja ver con claridad.


Al Monte Fuji. Una improvisación de Butoh en la playa de Kamakura (Gustavo Thomas © 2013)

Al Monte Fuji. Una improvisación de Butoh en la playa de Kamakura (Gustavo Thomas © 2013)

Al Monte Fuji. Una improvisación de Butoh en la playa de Kamakura (Gustavo Thomas © 2013)

Al Monte Fuji. Una improvisación de Butoh en la playa de Kamakura (Gustavo Thomas © 2013)

Al Monte Fuji. Una improvisación de Butoh en la playa de Kamakura (Gustavo Thomas © 2013)

Al Monte Fuji. Una improvisación de Butoh en la playa de Kamakura (Gustavo Thomas © 2013)

Al Monte Fuji. Una improvisación de Butoh en la playa de Kamakura (Gustavo Thomas © 2013)

Al Monte Fuji. Una improvisación de Butoh en la playa de Kamakura (Gustavo Thomas © 2013)

Al Monte Fuji. Una improvisación de Butoh en la playa de Kamakura (Gustavo Thomas © 2013)




 

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jueves, 13 de septiembre de 2012

Una función de Kyogen en el Teatro Nacional de Noh (国立能楽堂) en Tokio. (2011)

Programa del Teatro Nacional de Noh con sellos de la temporada 2011. (Gustavo Thomas © 2011)

Como es de esperarse no hay visita que haga a no importa cuál ciudad japonesa donde no busque la posibilidad de ver una función de teatro tradicional, teatro que admiro y disfruto muchísimo. En mayo de 2011, en Tokio, pude ir a ver una función solo de Kyogen, el estilo cómico que acompaña regularmente las presentaciones de Noh. Como fue dentro de un teatro no pude tomar ninguna fotografía o video de la representación, pero sí aproveché para hacer algunas tomas del edificio y del bellísimo "escenario" del Teatro Nacional de Noh (国立能楽堂).

Los teatros modernos para Noh y Kyogen son teatros dentro de teatros, como si el espacio del Noh fuera una escenografía permanente: el espectacular teatro de madera (que se dice no ha cambiado en su forma y materiales de elaboración desde el siglo XVI) está cubierto por una construcción de sala de espectáculos moderna, con la consecuente adición de butacas en donde originalmente solo era un espacio abierto para espectadores dentro de los templos sintoístas.

National Noh Theatre Stage (Tokyo, 2011)
Escenario dentro del Teatro Nacional de Noh. Tokio, Japón. (Gustavo Thomas © 2011)

National Noh Theatre Stage (Tokyo, 2011)
Escenario dentro del Teatro Nacional de Noh. Tokio, Japón. (Gustavo Thomas © 2011)


La iluminación, moderna, es dirigida al "escenario" (el teatro Noh original) de una manera totalmente abierta, no hay cambios de luces ni hay juegos de atmósferas con luz. Es acaso en las representaciones nocturnas en los templos o al aire libre en algún festival (vi una en Osaka con los actores sobre un bote, por ejemplo) donde se usan antorchas que logran una atmósfera muy especial al montaje, pero el uso de luz electrica como parte del diseño de una producción de Noh o Kyogen no se ve jamás.

Esta representación de Kyogen tuvo un tinte especial para mí porque por primera vez en mi vida una representación de teatro japonés tenía subtítulos, traduciendo lo que se decía: cada asiento de este teatro posee una pantalla, que uno escoge sea en japonés o en inglés, pudiendo así seguir la función sin dedicarse solamente al movimiento y a la música (lo que es interesante pero en momentos muy cansado). Una adición maravillosa para aquellos que no hablamos japonés, pues hace de verdad que la representación sea un evento muy disfrutable en todos sentidos; por primera vez en mi vida viendo teatro japonés pude reír a través de entender verbalmente la comedia y no solo por su aspecto visual. Joyas de la modernidad que se agradecen.

Pantallas con subtítulos dentro del Teatro Nacional de Noh. Tokio, Japón. (Gustavo Thomas © 2011)


La mayoría de los espectadores son gente de más de 50 años, muchos de ellos se quedan dormidos apenas empieza la función, pero una gran parte disfruta verdaderamente el espectáculo, se nota que lo conoce y que sabe lo que hay que esperar de él. No es ya un teatro ritual, claro está, y no es un teatro de grandes actores de fama y gritos del público ante escenas cumbre como el Kabuki, pero es un tipo de teatro que se respeta muchísimo, se aplaude con fuerza y casi siempre tiene llenos completos.



La función de Kyogen


Programa de sala de la función de Kyogen en el Teatro Nacional de Noh. Tokio, Japón. (Gustavo Thomas © 2011)

Boleto de la función de Kyogen en el Teatro Nacional de Noh. Tokio, Japón. (Gustavo Thomas © 2011)


Kyogen, en contraste con Noh, son obras cortas muy simples y sobre temas mundanos, regularmente vicios o engaños de gente común y con mucho menor movimiento estilizado por parte de los actores. Como un ejemplo menciono la última obra de aquella noche, El sermón de los peces, donde un pescador borracho se hace pasar por monje, cuando se le pide que diga un sermón el hombre se dedica a dar una lista de todos los peces que conoce, tan simple como eso.

Sólo como un dato informativo paso el programa con la piezas representadas esa noche que, como mencioné anteriormente, fue sólo de Kyogen. Algunos sitios de Internet tienen resúmenes de muchas piezas de Noh y Kyogen (regularmente en inglés); si están interesados en saber más de ellas pueden hacer una simple bísqueda en Google.


Tres obras y una pieza musical (Todo aproximadamente 90 minutos)

-Suo Otoshi (El regalo descubierto)

-Tsuen (El monje del té)

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sábado, 1 de septiembre de 2012

Bello durmiente japonés (Arte digital sobre fotografía. Por Gustavo Thomas. 2011)


Japanese Sleeping Beauty / Bello durmiente japonés (Digital Art. 2011)
Bello durmiente japonés (Arte digital sobre fotografía. Gustavo Thomas © 2011)


Viajaba en el tren que iba de Yokohama al centro de Tokio, a la par que el tren se iba vaciando pude observar claramente la figura de un muchacho que dormía en su asiento, exactamente frente a mí: su cabello largo y su cara me hacían pensar en una pequeña adolescente más que en un hombre joven; él permanecía con los ojos completamente cerrados pero como buen japonés se mantenía erguido aún dormido. Tomé la decisión de fotografiarlo y después pintarlo, lo había descubierto como la viva imagen de un "bello durmiente japonés".





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domingo, 26 de agosto de 2012

Danza ritual Bugaku (舞楽) en la capilla Meiji de Tokio. (2011)

Bugaku Dance Performance at Meiji Shrine (2011)
Danza Ritual Bugaku. Capilla Meiji. Tokio, Japón. (Por Gustavo Thomas. 2011)

 En mayo de 2011 tuve por fin la oportunidad de ver en vivo una representación de danza 舞楽 Bugaku y en uno de los más hermosos recintos rituales del Japón, la capilla Meiji de Tokio. Bugaku son un conjunto de danzas de corte con más de 1200 años de antiguedad y que hasta los años 50 del siglo pasado estuvieron ocultas al público. 

Evidentemente no conozco mucho de sus características pero al parecer la que ví en la capilla Meiji es un estándar de todas esas danzas: movimiento muy lentos, rítmicos y suaves con gran altivés (reales le llaman) con danzantes vestidos a la usanza budista (aunque la capilla Meiji en este caso es sintoísta). El acto dancístico es muy corto, la música y los músicos tiene una gran importancia, y la preparación y la salida de los danzantes ocupan la mayor parte del tiempo de la presentación como sucede comúnmente en casi todos los espectáculos rituales japoneses. Sobre todo es la belleza visual lo que ha quedado en mi memoria, pero esa, claro está,  es la apreciación de un ignorante de la cultura performativa japonesa.

Espero disfruten las fotos y el video.

Bugaku Dance Performance at Meiji Shrine (2011)
Danza Ritual Bugaku. Capilla Meiji. Tokio, Japón. (Por Gustavo Thomas. 2011)

Bugaku Dance Performance at Meiji Shrine (2011)
Danza Ritual Bugaku. Capilla Meiji. Tokio, Japón. (Por Gustavo Thomas. 2011)

Bugaku Dance Performance at Meiji Shrine (2011)
Danza Ritual Bugaku. Capilla Meiji. Tokio, Japón. (Por Gustavo Thomas. 2011)


Pueden ver en otra entrada de este Blog algunos rollos antiguos con dibujos de esta danza que tomé en mi primera visita a Tokio en 2008: http://gustavothomasteatro.blogspot.ca/2010/03/antiguo-documento-con-imagenes-de-una.html  








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jueves, 23 de agosto de 2012

Siete imaginarias pinturas del monte Fuji (Pinturas digitales por Gustavo Thomas. 2011)

Imaginary Mount Fuji 7. Seven Imaginary Pictures of Mount Fuji (Digital Art 2011)
Pimtura imaginaria del monte Fuji 7. Siete imaginarias pinturas del monte Fuji (Pinturas digitales por Gustavo Thomas. Todos los derechos reservados. 2011)

A nadie que me conoce le es ajeno mi gusto por el mundo oriental y en especial por el Japón. Auqnue nunca he visto claramente el monte Fuji (sólo una vez desde un rascacielo en Tokio), es una imagen que ha quedado plasmada en mi memoria debido a las pinturas japonesas clásicas y al imaginario colectivo.

Un buen día del año pasado 2011, en Toronto, extrañé aquellas imágenes japonesas, escuché graznidos de cuervos en mi memoria y pensé en ese Japón de mis viajes y de mis lecturas, entonces tomé el iPad y comencé a pintar y explorar digitalmente hasta que encontré estas siete pinturas que me conmovieron personalmente y que hoy comparto.

Imaginary Mount Fuji 1. Seven Imaginary Pictures of Mount Fuji (Digital Art 2011)
Pimtura imaginaria del monte Fuji 1. Siete imaginarias pinturas del monte Fuji (Pinturas digitales por Gustavo Thomas. Todos los derechos reservados. 2011)
Imaginary Mount Fuji 2. Seven Imaginary Pictures of Mount Fuji (Digital Art 2011)
Pimtura imaginaria del monte Fuji 2. Siete imaginarias pinturas del monte Fuji (Pinturas digitales por Gustavo Thomas. Todos los derechos reservados. 2011)
Imaginary Mount Fuji 3. Seven Imaginary Pictures of Mount Fuji (Digital Art 2011)
Pimtura imaginaria del monte Fuji 3. Siete imaginarias pinturas del monte Fuji (Pinturas digitales por Gustavo Thomas. Todos los derechos reservados. 2011)
Imaginary Mount Fuji 4. Seven Imaginary Pictures of Mount Fuji (Digital Art 2011)
Pimtura imaginaria del monte Fuji 4. Siete imaginarias pinturas del monte Fuji (Pinturas digitales por Gustavo Thomas. Todos los derechos reservados. 2011)
Imaginary Mount Fuji 5. Seven Imaginary Pictures of Mount Fuji (Digital Art 2011)
Pimtura imaginaria del monte Fuji 5. Siete imaginarias pinturas del monte Fuji (Pinturas digitales por Gustavo Thomas. Todos los derechos reservados. 2011)
Imaginary Mount Fuji 6. Seven Imaginary Pictures of Mount Fuji (Digital Art 2011)
Pimtura imaginaria del monte Fuji 6. Siete imaginarias pinturas del monte Fuji (Pinturas digitales por Gustavo Thomas. Todos los derechos reservados. 2011)

Imaginary Mount Fuji 7. Seven Imaginary Pictures of Mount Fuji (Digital Art 2011)
Pimtura imaginaria del monte Fuji 7. Siete imaginarias pinturas del monte Fuji (Pinturas digitales por Gustavo Thomas. Todos los derechos reservados. 2011)


 






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viernes, 17 de agosto de 2012

Función de Butoh de 石井満隆 Mitsutaka Ishii y 大森政秀 Masahide Ohmori en el teatro Terpsichore (Tokio, 2011)

石井満隆 Mitsutaka Ishii and 大森政秀 Masahide Ohmori Butoh Dance Performance at Terpsichore (Tokyo, 2011)
Mitsutaka Ishii (der) y Masahide Ohmori (izq). Función de Butoh. Terpsichore, Tokio. (Por Gustavo Thomas. 2011)

Mitsutaka Ishii (石井満隆), alumno y compañero de compañía de Tatsumi Hijikata (土方 巽), es ya una leyenda dentro del Butoh en Japón; Masahide Ohmori (大森政秀), un tanto más jóven que Ishii, y también relacionado con el Butoh de Hijikata, posiblemente tenga menos fama pero posee una fuerza verdaderamente sorprendente sobre de la escena. 

En la presentación que tuve la oportunidad de ver en el pequeño y legendario teatro Terpsichore, en Nakano, en mayo de 2011, la presencia escénica de Masahide Ohmori es lo que más ha quedado en mi memoria: en su primera coreografía de la noche, un solo, Ohmori, quien posee un físico impresionante debido a una especie de absceso o tumor en la parte derecha de su cabeza, vistiendo un traje negro de mujer estilo victoriano, con su cara y brazos maquillados de blanco y sus cabellos totalmente revueltos (como es normal ya en el Butoh), nos mostraba lentamente un desplazamiento lleno de tensión con música de Wagner como fondo. Simplemente no había manera de que, como espectadores, nuestros cuerpos se hicieran hacia atrás debido a la fuerza que nos lanzaba literalmente ese hombre; fueron 10 o 15 minutos de esa coreografía y mi nervios aún se saltan de ese recuerdo.

Cada uno presentó un solo, y posteriormente una coreografía conjunta donde Ohmori prácticamente fue solo una compañía de Ishii, que preponderó en su movimiento.

Aún con la fuerza de la presentación de Ohmori esa noche, el público japonés se mostró profundamente respetuoso de la presencia misma de Mitsutaka Ishii y le dió el mayor aplauso. Esta presentación se convertía así mismo en un homenaje a este legendario (ya lo he dicho) bailarín de Butoh.

No me fue permitido tomar fotos de la presentación, claro está, pero pude tomar fotografías del momento de los aplausos y de una pequeñísima improvisación que hicieron al final como agradecimiento, además de fotos del coctél de despedida esa noche. Como dato extra, comento que el lugar estaba lleno de bailarines, críticos y amigos del mundo del Butoh en Japón, y entre ellos pude reconocer al ya también famoso Ko Murobushi.

Es un maravilloso recuerdo, y no quería dejar de mencionarlo ni compartirlo, aún sin un documento directo del momento que he comentado y que me dejó tan impresionado.

石井満隆 Mitsutaka Ishii and 大森政秀 Masahide Ohmori Butoh Dance Performance at Terpsichore (Tokyo, 2011)
Mitsutaka Ishii (izq) y Masahide Ohmori (der). Función de Butoh. Terpsichore, Tokio. (Por Gustavo Thomas. 2011)

石井満隆 Mitsutaka Ishii and 大森政秀 Masahide Ohmori Butoh Dance Performance at Terpsichore (Tokyo, 2011)
Mitsutaka Ishii (der) y Masahide Ohmori (izq). Función de Butoh. Terpsichore, Tokio. (Por Gustavo Thomas. 2011)

石井満隆 Mitsutaka Ishii and 大森政秀 Masahide Ohmori Butoh Dance Performance at Terpsichore (Tokyo, 2011)
Mitsutaka Ishii (izq) y Masahide Ohmori (der). Función de Butoh. Terpsichore, Tokio. (Por Gustavo Thomas. 2011)







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sábado, 28 de abril de 2012

Exposición de pósters de Tamasaburo Bando in La fundación de Japón en Toronto (2012)

Tamasaburo Bando Poster Exhibition at The Japan Foundation (Toronto, 2012)
Letrero a la entrada de La fundación de Japón en Toronto mostrando la exposición de pósters de Tamasaburo Bando (2012)


Ya he escrito antes sobre la fascinación que tengo con Tamasaburo Bando, desde que lo ví por primera vez en un video de Internet hasta aquél momento que tuve la enorme oportunidad de verlo en vivo en Beijing. Hoy celebro que La fundación de Japón en Toronto traiga a la ciudad una serie de pósters y libros con imágenes de sus caraterizaciones, así como la presentación de videos con él actuando y, en especial, un documental alemán sobre él, The Written Face (1995).

El documental será proyectadoel próximo miércoles 9 de mayo, así que hoy solo fuí a contamplar los pósters de este maravilloso y cautivante actor onnagata. Mientras veías esas imponentes imagenes se me cruzó la portada de un programa que mostraba una cita de Yukio Mishima.

Cuando Tamasaburo tenía solo 20 años, en 1970, Mishima escribió sobre él, maravillado por su cara y su forma de actuar:

"La fascinación que este hermoso joven ejerce es de una era diferente a la nuestra.  Pero puede llevar consigo un poder mágico con el que, por el derecho y privilegio de su juventud, tendrá éxito en derrocar el gusto prevaleciente de nuestros tiempos".*


Tamasaburo Bando Poster Exhibition at The Japan Foundation (Toronto, 2012)
Posters vistos a través del ventanal exterior de La fundación de Japón en Toronto (2012)
Tamasaburo Bando Poster Exhibition at The Japan Foundation (Toronto, 2012)
Posters vistos a través del ventanal exterior de La fundación de Japón en Toronto (2012)
Tamasaburo Bando Flyer (2012)
Volante de una presentación de Tamasaburo Bando que me dieron de regalo por visitarla exposición en La fundación de Japón en Toronto (2012)
 






*Traducción del autor del Blog. En inglés en el original: "The fascination of this beautiful young man is of another era than our own. But it may carry with it a magical power, which by the right and privilege of his young age, will succeed in completely overturning the prevailing tastes of our time."

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domingo, 17 de julio de 2011

“Si tú sientes que la flor es hermosa, entonces tú eres hermoso.” (Aprendiendo Butoh con Yoshito Ohno)


Siendo una flor. Estudio de Yoshito Ohno. (Por Gustavo Thomas. Yokohama, 2011)
Yoshito nos cuenta que Hijikata acostumbraba decir: “Tu cuerpo posee todo en su interior, sólo tienes que encontrarlo” y añadía que la manera en que Kazuo Ohno y Hijikata lo hacían era a través del Butoh. Moviéndose cada día, en cada momento de sus vidas, cada momento de duda, de inspiración, de relajación, de crisis; moviéndose en cada momento de disciplina y trabajo, de sueño, de dolor, de recuerdo. Y es cierto, esa actitud es totalmente lógica: ¿cómo podríamos encontrar el todo dentro de nuestro cuerpo si no nos sumergimos en él continuamente, urgando en cada detalle de nuestro desconocido interior? 
La búsqueda la hacemos inicialmente caminando, y la lentitud pareciera una premisa. En ese lento caminar descubrimos que la experiencia también es riesgosa: si nuestro cuerpo lo contiene todo entonces además de la vida y la oración y el amor también contiene la muerte misma y sus fantasmas, aquello que otros sufren y otros se preguntan, la violencia y el rencor, los miedos y las angustias, los labwrintos mentales y los infiernos... Todo. 
En esos juegos de la lógica del ser congruente con nuestro Butoh Yoshito agrega otras palabras de Hijikata: “el cuerpo muerto siempre camina arriesgando la vida”.
Nada en el estudio del maestro Ohno es obligación; una propuesta de movimiento no es una órden, nadie está obligado a buscar sus odios o sus temores o su violencia; todo es simple, suave; algo se comenta, algo se cuenta, algo se propone y entonces debemos movernos. El riesgo llega porque te encuentra mientras te mueves, como la luz de sol o una madre que mece a su bebé.
Así, moviéndome en esa búsqueda del todo en mi interior, pude escribir al final de mi seguna sesión: “Acabo de llegar de mi trabajo con Yoshito Ohno. Hoy, bailando, fuí una flor de tres días, un durazno floreciente que moría con el viento, una oración, y el corazón de un niño.”
Nuestro cuerpo lo contiene todo y puede transformarse en todo. La propuesta fue siempre “sé”, “tú eres...”
“Si tú sientes que la flor es hermosa, entonces tú eres hermoso.” nos decía kazuo Ohno en voz de su hijo Yoshito.
Decenas de fotos tanto de Kazuo Ohno como de Tatsumi Hijikata los muestran “siendo” aquello que imaginan al moverse. Las recuerdo y aprendo también.

Hijikata siendo tierra. (Foto de Eikoh Hosoe para el libro Kamaitachi)

Kazuo Ohno, un estanque. (portada del libro Hidden Body, The World of Kazuo Ohno)

Y dentro de ese estudio y durante varias sesiones fuímos decenas de flores, en diferentes circunstancias y condiciones; fuímos seda, y con ella aprendíamos la suavidad y la dureza de nuestro cuerpo, al ser las características de la seda, tocando la seda, descubríamos en movimiento las características de nuestro cuerpo; y fuímos también bambú, y con el bambú en las manos, exploramos la dureza de nuestro exterior y el vacío de nuestro interior, lo hueco de nuestro físico. 
Trabajando con seda. Estudio de Yoshito Ohno. (Por Gustavo Thomas. Yokohama, 2011)

Lo éramos todo si lo encontrábamos en movimiento. No hay estructuras fijas pero cada sesión se repetían ciertos patrones: Yoshito habla, muestra, demuestra, expone, nos pide movernos a partir de ello, lo hacemos siempre con música, después de unos 5 minutos detiene, continúa exponiendo el mismo tema o pasa a otro nuevo. Así durante dos horas cada sesión. Al final un poco de té y bocadillos mientras comentamos minucias de la vida.
¡Qué feliz fui porque nunca fui juzgado si en realidad era la flor, la seda, el bambú, el mar o la ola! Así es, nunca fui yo (ni los otros) juzgado; éramos invitados a ser y a movernos siendo, sólo eso.
Viendo fotografías de esculturas de Rodin aprendimos que él como el Butoh fueron revolucionarios porque no imitaban el movimiento del cuerpo, sino que eran el cuerpo que se expresaba en sí, era un beso o un abrazo o un orgullo. Aprendimos que los pintores impresionistas como el Butoh fueron revolucionarios porque ofrecían la vida en otros ángulos, y que aquellos impresionistas se inspiraron para descubrir esos ángulos en Hokusai y en especial en su obra “La Ola”. 
Y entonces nos movimos siendo agua, siendo el mar, siendo olas, siendo la fuerza de gravedad, la luna misma, y la ola otra vez. Fuímos, en la línea del agua (y no siempre en la misma sesión), lo femenino y la luna; bailamos con la pieza de Chopin, recordamos a la madre, al seno de la madre; vivimos la noche y retomamos el mar.
Con un pedazo de tela descubríamos la intensidad de nuestro interior: al estirarla (o exprimirla) la intensidad era mayor; al relajar su estiramiento nuestro interior bajaba su intensidad. Jugábamos con emociones sin saber cuáles eran; era mi mente la que se asociaba a algunas, a mi pasado a mis invenciones, a mis deseos ocultos, respondía a aquello que era la tela misma, a mi cuerpo en contacto con la fuerza ejercida a ese pedazo de tela. 
Trabajando en el taller de Yoshito Ohno (Por Gustavo Thomas. Yokohama, 2011)

Yoshito nos habló de los “remanentes de la emoción”, aquello que queda después de exprimir la tela de nuestras emociones, aquello que queda y pesa y que se arrastra en el interior. Mientras lo comentaba se movía, y su caminar era difícil, tenso, cargado. Habló de las dificultades de expresar esos remanentes en la escena, del llamado “forte pianissimo”, y también se movió con gran intensidad pero de una manera extremadamente suave: -“forte pianissimo”- repetía mientras se movía, y nos invitó a probar. “Este es un reto a enfrentarse, a diario”- aclaraba. Kazuo Ohno era un maestro de ese “forte pianissimo”.
En la línea de las emociones las hicimos cuerpo y voz: por una sola vez (y aclarando que lo hacía porque yo era actor), pidió que dijera una frase sobre lo pesada de la vida, en mi idioma, y que la dijera caminando. Todos estábamos cargados de la búsqueda del forte pianissimo. Entonces pidió a uno de los compañeros que se subiera sobre mi espalda y dejara caer su peso en mi; yo debía seguir repitiendo la frase en todo mi caminar. Una de  tantas formas de explorar el "forte pianissimo". Esa noche no hablamos más.

Sentí entonces que la flor era hermosa, y fui hermoso...
Sí, esa noche no hablamos más; pero algunos otros días cantamos...





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