martes, 7 de agosto de 2007

Una Arena de Circo en la antigua ciudad de Angkor, Camboya.




Angkor, antes de mi visita en Junio de 2007, era para mí una serie de templos antiguos de gran valía considerados parte de las maravillas de la humanidad (con todo el cliché que eso significa), y eso es… en parte. Lo que no poseía en mí al llegar ahí, era la clara idea de que Angkor fue el asiento durante cientos de años de un imperio grandioso, los Khmer, toda una cultura que envolvió con su influencia la mayor parte del sudeste asiático. Como tal, poseía sus propios ritos, sus dioses (aún cuando fueran basados en el hinduísmo y después en el budismo), su propia urbanística, su arquitectura y artes escénicas.

Las artes representacionales Khmer eran una fuente maravillosa de fantasía y “codificación” técnica, como se logra percibir en cada uno de los tallados en piedra que describen danzas y fiestas.


Angkor no solo eran templos, era una inmensa ciudad donde se cree pudieron vivir en el momento de su apogeo hasta 2 millones de personas. En esa ciudad había espectáculos y uno de ellos era el circo. La antigua ciudad de Angkor poseía su Arena de circo, más parecida a lo que conocemos como circo romano: una gigantesca superficie de tierra rodeada en parte por espacio para los espectadores y en parte por torres y módulos para los eventos. Se cree que el circo de los Khmer consistía de juegos con animales, juglares, acróbatas, trapecistas y equilibristas, así como ilusionistas, magos y traga-espadas, además de representaciones vivas de caza y guerra.



La simple idea de darle vida a esas imágenes que se describían frente a mí en los relieves del “muro de los elefantes” (como se llama a la gran pared del siglo XII, que soportaba la zona de espectadores y la terraza del rey (1)) me hacía temblar de emoción. Un mundo disfrutaba y soñaba en ese lugar, se divertía y vivía. Hoy sólo quedan esas imágenes en piedra y parte del espacio donde se daba vida a esos espectáculos.



El video muestra solo un parte de lo que escribo ahora. Uno debe hacer lo suyo, pausarlo acaso y revisar los tallados, reconocer en ellos a los acróbatas, a los bailarines, a los pugilistas, las escenas de guerra “actuadas”; ver entre una y otra torre a los equilibristas caminando sobre esas cuerdas y todo un publico asombrado, nervioso, emocionado.



No hay mucha información sobre el antiguo circo de Angkor pero se puede visitar un Blog de una compañía camboyana que trata de revivirlo:


(1)
Éste y otros muros del mimso Circo llegan a tener una longitud conjunta de hasta 350 metros, totalmente tallados con imágenes. En el video sólo aparecen las imágenes referentes a las artes escénicas, no así las religiosas que son un porcentaje considerable de las paredes.


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