domingo, 10 de octubre de 2010

Nuit Blanche 2010. Video y Fotografías de 12 horas de Instalaciones y Performance Art en el centro de Toronto.


Toronto Nuit Blanche 2010



La Noche Blanca (Nuit Blanche) de Toronto es no sólo un evento de arte contemporáneo si no también una gran fiesta popular, un festival, una noche enloquecida donde el dinero de los impuestos se gasta por el gusto de ver, escuchar y experimentar en vivo el arte contemporáneo, y eso es algo que considero verdaderamente maravilloso.

Siempre he pensado que la Nuit Blanche (como prefiero llamarle) es en realidad un enorme parque de diversiones de una noche con el tema de las artes visuales contemporáneas, y pensándolo así el evento es todo un éxito: más de un millon de personas se dirigieron, la noche del 2 de octubre de éste 2010, al centro de Toronto y caminaron durante horas explorando, experimentando y disfrutando todo tipo de instalaciones de arte y performances, todo gratis y gastando sólo en comida y bebidas para mantenerse despiertos. Desde luego ésto sólo puede pasar en un país desarrollado (rico quiero decir) como lo es Canadá, no sin la crítica de sus feroces políticos conservadores, como siempre ocurre, pero bueno, sucede hasta en las familias más ricas (y no quise decir "las mejores").

Mis cuestionamientos a este fantástico evento vienen cuando pienso en el concepto de las obras presentadas en esta Nuit Blanche: Instalaciones y Performance art forman parte del llamado "Arte conceptual", es decir, que no tiene sentido alguno el que sus piezas no tengan un concepto detrás de ellas, si este concepto se pierde o no existe entonces tenemos un pedazo de tela colgada, o de sonidos raros o imágenes que no dicen nada si no que sólo provocan "experiencias". No tengo duda alguna en que la gran mayoría, si no todos los participantes, tuvieron una concepción original en su trabajo y a su vez ésta fue requerido por los organizadores, pero, ¿qué pasa cuando los trabajos son presentados a un público en la magnitud en que lo fueron en la Nuit Blanche?

Los torontonianos (como me gusta llamarlos) y turistas de todo tipo miraron durante una noche más de 100 piezas expuestas, y tuvieron la experiencia de vivir el arte contemporáneo con una íntima relación con las nuevas tecnologías: enormes pantallas convertían edificios en murales cambiantes, bocinas emitiendo ruidos y música de todo tipo, gente bailaba, danzaba, cantaba, se recreaban espacios, juegos de sonidos y de frecuencias, exploraciones con el cuerpo y su interacción con la tecnología, etc. Los espectadores se divirtieron horrores, y esas ciento y tantas piezas de arte contemporáneo fueron tomadas como eso, como fuentes de diversión y entretenimiento perdiendo cualquier tipo de "conceptualización" de las piezas mismas. Al menos en mi experiencia no hubo una sola obra que explorara emociones como miedo, odio o incluso amor, las referencias a la actualidad se daban en cuanto a la tecnología pero no a la política, ni a la religión, ni a los derechos humanos, ni... ¿o qué puedo pensar?... o estaban muy veladas. Así, en la euforia por explorar la mayor cantidad de obras, la gente las veía como un producto de usar y tirar, como un arte chatarra. Pero lo que puede ser peor, y sin embargo no puedo asegurarlo, es que comienzo a creer que varias de las piezas fueron pensadas o "conceptualizadas" como un juego de interacción con el público que iría a la Nuit Blanche, dándole preponderancia a la provocación de esa experiencia auditiva o visual que la hiciera más interesante o más emocionante o más cool: el arte conceptual finalmente convertido en simple experiencia sensorial donde la conceptualidad queda relegada al origen creativo, en la cabeza del artista y no en su repercusión dentro de la mente o el cuerpo del espectador; el espectador es parte del juego divino del artista que juega con él y nunca sabrá que es parte de su juego.

¡Qué lejos estoy de esos pobres performances del Trigger Festival de hace unos meses, también en Toronto!

La experiencia de la Nuit Blanche es tan poderosa en el espectador que la posibilidad de buscar una razón, una idea clara, un cambio, una aclaración, un consejo, un compartir, queda fuera de su perspectiva, es decir una gran parte del arte contemporáneo desaparece con la idea y la experiencia de un arte emocionante y atractivo (como si "el otro" no pudiera serlo). 

Finalmente, debo decir, que ante el movimiento de un millón de personas y la cantidad de obras de arte y dinero que ví gastado en ello hay que aceptar que los proyectos artísticos de gran envergadura conllevan sus propios riesgos, riesgos que por la experiencia misma digo vale la pena correr.






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