miércoles, 26 de agosto de 2009

Festival Monlam 2009 (Año Nuevo Tibetano) Día 4: Danza-Teatro Cham en el Monasterio Rongwu. Tercera Parte: A la mitad de la danza.

Nota: Esta entrada forma parte de una serie completa sobre el festival Monlam o Año Nuevo Lunar Tibetano realizado en el Monasterio Rongwu, en Repkong, Qinghai, China. Ver la introducción a esta serie de narraciones en la entrada del Blog del 18 de marzo de 2009: "Festival Monlam 2009 (Año Nuevo Tibetano) Día 1: Procesión de la estatua de Buda en el monasterio Niantog."

Día 4 Danza-Teatro Cham en el Monasterio Rongwu.


Narración de la tercera parte: A la mitad de la Danza.
Pueden leer la introduccióna a este día 4, ver el video y leer la narración de los prelimiares de la danza Cham en la entrada del 19/Julio/2009.


La danza había ya sobrepasado la idea y la experiencia de un ritual budista, idea que yo nunca dejé de tener en todos los eventos anteriores en Amdo; para este momento (casi dos horas desde que llegamos al lugar) yo me encontraba presenciando un espectáculo en el que sólo los monjes me recordaban al budismo, era un espectador de algo más primitivo que los rituales de la estructurada religión de los lamas, y sin embargo un evento mucho más elaborado viéndolo desde un sentido teatral.

Yo era consciente de que este tipo de rituales tenían mucho de las religiones animistas que se profesaban en todo el llamado "plateau tibetano" antes de la llegada del budismo, religiones donde brujos y chamanes arreglaban el mundo y el universo en elaborados espectáculos religiosos y que los budistas como cualquier otra religión del mundo no tuvieron más que absorber y adaptar dichos eventos a su conveniencia. Ahora bien, la elaboración de una estructura teatral como tal se fue dando con el tiempo y lo que yo veía esa tarde como danza Cham era mucho más que unos brujos buscando el equilibrio del mundo: se nos estaba contando una historia, con personajes diferenciados por su carácter y atributos de personalidad, máscaras y vestuario que los individualizaban exteriormente, actuando en base a un hilo conductor difícil de descifrar debido a mi extrañeza con la cultura tibetana pero evidentemente existente en la representación, es decir con una estructura dramática. Más allá de compararla con el teatro clásico griego del que no podemos tener experiencia viva, prefiero ligar este evento teatral al teatro de origen religioso de la India o al teatro-danza balinés. La codificación técnica existe en la danza-teatro Cham, pero aún está por verse su evolución y la separación del templo budista para ser un arte independiente; haría falta también la llegada de una figura artística que detalle hacia la perfección la codificación de la actuación en la danza misma.

Así, después de un hora más o menos desde el empiezo, la representación estaba tomando cuerpo, ahora veíamos en medio de la plaza entre 17 y 18 personajes-demonios danzando en círculos y realizando un pequeño desplazamiento a un lado y a otro, girando en el aire y cayendo hasta casi quedar en cuclillas para continuar el desplazamiento en un interminable movimiento repetitivo. Todo seguía siendo fascinante para mis ojos: sus máscaras, sus tocados, el cabello o melenas de esos animales y seres fantásticos, el vestuario y los aditamentos-armas en sus manos. Uno de ellos, con una máscara negra y varias calaveras como tocado, comenzó a ser envuelto en innumerables gasas por miembros destacados de la comunidad. Habíamos visto cómo este grupo de personas de etnia tibetana se habían introducido al primer círculo dibujado en la plaza (aquél donde los otros monjes que habían participado en la escena anterior estaban ya ubicados) y se habían sentado a observar; ahora ellos se habían levantado de su lugar y envolvían
de gasas, con ayuda de algunos monjes, al demonio de la máscara negra, lo hacían casi arrinconándolo, rodeándolo, como bloqueando algo en el cuerpo del demonio. Mientras, la danza de los otros demonios continuaba sin cesar.


Del grupo danzante se separaron dos personajes, uno con máscara blanca entre lobo y caballo (no puedo definirlo claramente) y un pájaro-cuervo negro con pico azul (personaje que después tendríáuna definitiva participación en la historia), y al frente de las escaleras comenzaron a pelear entre ellos. La pelea mantenía el mismo ritmo y tempo que la danza que continuaba a su alrededor, pero su coreografía era un continuo cruce, como si sus armas chocaran en el aire al momento de cruzarse, entonces iban a un extremo y volvían al ataque, el mismo movimiento decenas de veces. Era evidente la codificación física de una lucha, como en tantos otros teatros, estaba corroborando la existencia de un juego de arte marcial en el montaje de esta pieza, convención teatral y codificación técnica necesaria para realizar la ficción de una batalla, de una guerra o de una simple pelea entre dos personajes.

No hubo un vencedor, los personajes (el cuervo negro con pico azul y el caballo blanco) siguieron peleando y comenzaron a ascender por la escalera en sus repetitivos movimientos hasta salir por la puerta del templo y entrar a él. Esa puerta del templo ya se había convertido en la mítica entrada y salida de los teatros religiosos del mundo, donde el escenario era la plazoleta de entrada al templo y el templo mismo el lugar de entrada y salida de los personajes (que en un principio eran los sacerdotes también). Una vez que los demonios que peleaban salieron de escena, los otros restantes los siguieron sin cambio alguno en su coreografía, sólo el dezplazamiento continuo hacia la salida.

La nueva escena comenzó con una segunda entrada de demonios, lidereados por aquél que al principio luchó con los monjes principales y ganó el paso a la plaza; más fuerte, más energético, tal vez mejor bailarín que los otros, su presencia era inegable. La coreografía de entrada se dió hasta ubicarse de nuevo todo el grupo bajo la plaza en el círculo ya conocido por todos. Durante el proceso de la danza circular de los demonios, dos monjes entraron a escena: tapados de la boca con mascadas negras, uno llevaba una botella (tal vez con alcohol) y el otro un tipo de cetro. La danza y la música se detuvo un momento, los monjes se acercaron y llenaron del contenido de la botella en una copa que previamente le había dado al demonio principal, entonces la danza y la música se retomó pero con un ritmo más pausado, usando principalmente los timbales y con movimientos de los demonios yendo hacia el centro y hacia afuera y no como antes hacia los lados; como cn una especie de atracción hacia la pirámide con la calavera iluminada. Este proceso, de alrededor de una hora, se repitió (estoy un tanto perdido en ello) etre 5 y 7 veces, y una vez más todo el grupo salió en dirección al templo.



En la siguiente y última escena que retomo en esta parte, entraron solamente 4 demonios con similares características: máscaras negras (sólo uno con máscara roja) casi humaoides, con un tocado de varias calaveras y con armas en sus manos ( la mayoría espadas); iban acompañados de los dos personajes de la introducción, los esqueletos alegres que habían depositado el triángulo de madera en el templete del centro del espacio central. La coreografía de entrada parecía ser la misma, desplazándose en giros y saltos, con actitudes propias de sus personajes (los demonios desafiantes y energéticos, los esqueletos ligeros y suaves) se dirigían hacia la plaza principal; esta vez rodearon la plaza y finalmente quedaron bajo las escaleras, frente a la entrada principal del templo. En varios momentos, uno de ellos se adelantaba hacia el centro y al frente de los otros y con su espada realizaba un especie de cortes en el aire, finalizada esa acción todos los personajes parecían libres para avanzar hacia el frente en dirección del templete y de la gran pirámide con estandartes que se situban en el otro extremo de la plaza. Por alguna razón nunca llegaron a tocar el templete de madera, aún cuando estuvieron muy cerca de él. El intento infructoso habría de tener alguna especie de recompensa en la escena a venir, pero ellos por ahora salían para entrar al templo y perderse en él una vez más.

Parecía una continua lucha por llegar a ese lugar donde estaba la muerte iluminada, a ese lugar donde estaban depositados objetos en un templete que tenía dibujado a un hombre abierto por un cuchillo... parecía un lucha por llegar a tomar posesión o control de los poderes de la muerte misma; una lucha entre los demonios y los monjes... O en todo caso, el preparar a esos demonios para llegar puros o preparados a enfrentarse o lo que les daría la muerte. No lo sé, todo son suposiciones de mi mente, me gusta jugar con ello; al final yo era un simple espectador del teatro religioso en una cultura extraña.


Video: Tercera parte de la danza Cham. Monasterio Rongwu. Feb 9, 2009.

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