miércoles, 13 de junio de 2007

Angkor: músicos de calle, poesía y videos.

En varios de mis viajes me he topado con músicos callejeros, escucho su música, los grabo y pienso en su trabajo, en su razones.

El espectáculo de calle ha formado parte de mis intereses performativos desde hace tiempo y he tenido pocas ocasiones de desarrollarlo. Pero la experiencia de encontrarme en mi viajar con estos grupos de músicos ha ido marcado y creo marcará mis siguientes “observaciones” por el mundo. Veo la música, la danza, el teatro, los teatros, profundamente ligados. Asia es un cúmulo de juegos de mezclas a veces inconcebibles en el mundo occidental y accidentalemnte presentes en ese mundo “intermedio” del que vengo huyendo, México.
Esos músicos y esos espectáculos de calle despiertan mi imaginación y mis emociones, me hacen profundizar en las razones de la expresión, en los impulsos del porqué exponerse al mundo. A veces sufro y no me doy cuenta hasta que ya he llorado, entoces escribo (ahí es cuando sé que sí, soy un escritor).

Unos cuantos videos de estos encuentros ayudaran a ilustrar lo que cuento ahora, y un texto escrito en un momento de explosión emotiva (en ese paraiso poético que es la ciudad de Angkor en Cambodia), será el colofón de mi idea de “compartir la experiencia”.

Los músicos lisiados de Ta Phrom.

Pensé que habrían de pasar decenas de años antes de volver a suspirar por las palabras que hablaran de aquello imposible de descifrar dentro de mí; como un iluso el lapso fue de tan pocos dos ridículos años;
la inmensa belleza de un paso por el tiempo rompió mi inmaculado silencio.

Lisiados.

Una aparición de músicos lisiados, con sus sonrisas y su ojos cansados, con sus manos y sus instrumentos, con sus aparatos a un lado descansando del hartazgo.
No pies, no piernas, no pie, no dedos, no una mano, no un brazo, no la vista, no un ojo, sí un poco de música, y una sonrisa que se toca por un dólar.

Sudaba y caminaba, quería grabarlos en la memoria que cargo en el bolsillo, esa máquina que guarda aquello que veo y que lo muestra después al mundo, máquina que me deja descansar de lo que fue y fui en el paso.

Tú los verás, guardados, pero las palabras quedan mejor con un impulso de suave llanto, de ese tintilante dolor de pecho, con esa sonrisa que no ves imitando su dolor.

La música era su danza y su canto, era su caminar y su discurso.
La música no era odio, ni venganza, era otra máquina que solo toca con el caer de la moneda.

Cuando vi el árbol que destroza el templo, y sus raíces absorbiendo el tiempo, vi a mi padre, a mi maestro y mis amigos muertos, volví a escuchar a esos músicos sin una parte de su cuerpo. Volví a mi obsesión de querer plasmarlo en la memoria de mano, pero un dolor en mi pecho y en mi cabeza lo evitaron.
Quedé solo en medio de la horda de turistas y pastores, de las formas de guerreros y sacerdotes; fui por un instante un lisiado, mi mano casi inservible escribía también por un dólar que nadie me daba,
era como una máquina,
y mis pies sólo aparatos que a un lado se quedaban, sucios, esperando.

Estaba en medio de un árbol tapando mis creencias, y esas caras, y tallados, y queriendo callar también a decenas de mujeres gritando. Volví mi mente (ya en brasas) hacia esas torres que un día antes me mostraban decenas de orgullosas caras.

Miré las raíces a mis pies, toqué la piedra caída a mi lado, entonces detuve la locura y el grito propio, evité también caer de insolación y cansancio.

Ahí los hombres sin manos ni pies seguían tocando.
Ahí el templo viejo, caduco e inservible, seguía oculto por las raíces de un milenario árbol.
Ahí en mi mano estaba la cámara, todo grabando, tomando tan poco tan poco de lo observado…

Pocos meses atrás vi a otros músicos en la calle, ciegos tocando y evitando ser grabados.
Años atrás vi a otros en un templo romano, ofreciendo té y sin emoción también tocando.
Ayer por la noche fue el primer encuentro con los lisiados… ¿hay otra palabra?
Hoy no soporte la visión de ese nuevo encuentro,…
y en ese templo-no-templo.
Vi, no una ruina, no unos músicos, lloré poesía, danza, canto.

Gustavo Thomas
Junio 2007
Siem Reap, Cambodia

Video de los músicos lisiados en Ta Phrom, Angkor:



Video de losmúsicos ciegos en Shanghai:



Video de los músicos de calle en Baalbek, Líbano:


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