jueves, 2 de julio de 2009

Festival Monlam 2009 (Año Nuevo Tibetano) Día 4: Danza-Teatro Cham en el Monasterio Rongwu. Segunda Parte: Inicio de la Danza.

Nota: Esta entrada forma parte de una serie completa sobre el festival Monlam o Año Nuevo Lunar Tibetano realizado en el Monasterio Rongwu, en Repkong, Qinghai, China. Ver la introducción a esta serie de narraciones en la entrada del Blog del 18 de marzo de 2009: "Festival Monlam 2009 (Año Nuevo Tibetano) Día 1: Procesión de la estatua de Buda en el monasterio Niantog."



Día 4Danza-Teatro Cham en el Monasterio Rongwu.



Narración de la segunda parte: Inicio de la Danza.

Pueden leer la introduccióna a este día 4, ver el video y leer la narración de los prelimiares de la danza Cham en la entrada del 19/Julio/2009.


Los cornos habían sonado en el techo pero también dentro del templo. Los monjes comenzaron a salir en su ya para nosotros clásica presentación, sin embargo está vez sólo salieron aquellos que participarían de algún modo en la danza, los demás permanecieron en el templo, y muchos se mostraron como simples espectadores.

Los primeros en salir fueron tres monjes llevando dos cornos, cargados en las bocas de enfrente por uno de ellos, los otros dos los sostenían por la otra punta y a su vez los tocaban. Una imagen curiosa y fascinante. Como era de esperarse el primer monje depositó la boca de los cornos sobre el pedestal de los esqueletos, mientras los otros seguían tocando. Tras de ellos venían algunos principales con campanillas, y después todos los demás que portaban instrumentos, decenas de tambores y decenas de platillos.



Tocando una música que se haría omnipresente con su monotonía durante toda la danza, las decenas de monjes-músicos tomaron su lugar a los lados enfrente del templo principal, en lo que para nosotros occidentales llamaríamos el escenario. Se ubicaban mirando hacía nosotros, así que se deducía que el espacio principal no estaría donde ellos si no abajo, en el círculo marcado en la plaza, donde se encontraban la pirámide de la calavera iluminada y las tres lanzas con banderolas.

Dos personajes salieron del templo que para ese momento ya se había convertido en el lugar de entradas y salidas durante la representación. Estos dos personajes daban la impresión de ser dos calaveras “alegres” o “”muy vivas”; sus cabezas-calaveras eran muy similares a aquella imagen de la “muerte iluminada” que describí en la entrada pasada, poseían los dos la misma flama encima de su coronilla y las orejas en forma de moño o alas; su vestuario, bastante curioso y que creo identificaríamos fácilmente con el vestuario de algún arlequín de nuestra cultura, con franjas horizontales de colores, en telas de olanes.



Apenas viendo sus movimientos iniciales se descubrí que no había una preparación física especial, técnicamente hablando, así que no esperaría maravillas acrobáticas o movimientos de una estética pasmosa. El ritual seguía siendo lo más importante, la consecuencia estética es un agregado de nuestra cultura, no aún en la de ellos; lo que había y se hacía allí tenía un propósito religioso ritual concreto, es decir, no esperaban nuestro aplauso de aprobación o gusto.

Aquellos personajes llevaban en una muy simple coreografía-desplazamiento un recipiente de madera en forma de triángulo y lo depositaron sobre el tablado central, aquél que tenía el dibujo del hombre con el cuerpo abierto. El triángulo contenía algunos objetos poco identificables desde mi posición pero que en el futuro serían utilizados y tendrían su importancia en la representación. Los personajes “como esqueletos alegres” continuaron sus movimientos, ésta vez como si marcaran un espacio alrededor del tablado a través de varios cruces entre ellos y rodeándolo, al final salieron literalmente corriendo. La salidas (o entradas) siempre hacia (o desde) el templo.

Una vez sin danzantes la música marcaba una especie de transcisión, sólo los sonidos de los cornos. Durante un minuto o dos nada pasó. Entonces apareció el primer demonio. acompañado con la música de los platillos Una imponente máscara como cabeza, con cuernos que en sus puntas tenían llamas, con coronas de flamas en su cabeza, hocico de animal, fauces, cabello y barba largos y negros; su traje colorido, entre telas y listones, con amarres de diferentes tipos; u
n cetro dorado o tal vez un arma en su mano. Su entrada fue en un baile circular, como brincando en el mismo punto pero alternando las piernas, su danza siempre siguiendo el ritmo de los platillos.

La entrada de este demonio pareciera de suma importancia, presentando un suceso que desencadenaría todo lo que estaríamos por ver: detenido por cinco de los monjes principales, vestidos en sus imponentes trajes y armados con incienso y una vara seca, el demonio se le obligaba a realizar sus movimientos en el escenario encima de las escaleras, al mismo nivel de los músicos; cada uno de esos movimientos era una especie de ataque, de querer empujar y poseían climax y anticlimax, subiendo y bajando de nivel e intensidad, casi acuclillándose en su movimiento circular o elevándose hasta el ataque, mientras los monjes permanecía impasibles frente a él, dándonos la espalda, evitándole pasar.

Al parecer la danza del demonio fue más fuerte que la detención de los monjes, la música cambió usando ahora los cornos y los tambores, había un climax; los monjes abrieron el camino al demonio principal y al ritmo de la nueva parte musical comenzaron a a salir del templo más demonios. No puedo asegurar que hubo una derrota de los monjes, no había acción de su parte, no había reacción sólo sus posiciones y movimientos de desplazamiento casi automáticos. Aquellos monjes con su incienso y vara seca descendieron al espacio abierto de la plaza y se ubicaron en el primer círculo dibujado frente a los espectadores.

Los otros demonios salieron del templo, 15 o 20, en parejas, y cada uno vestido y enmascarado diferentemente, cada uno con aditamentos propios de su personalidad o de sus atributos: algunos con espadas, otros con rosarios, otros con cuchillos, otros con bastones. Todos bailando en la misma coreografía repetitiva circular, de ida y vuelta, y en dirección al enorme espacio de la plaza, ahí se ubicarían todos danzando dentro de los círculo ya marcados.

Aunque atento a lo que yo creía me "contaban danzando" me perdía inevitablemente en el brillo de los colores, en la observacion de aquellos objetos que cada uno llevaba en su mano, y por supuesto en las máscaras de madera con sus imponentes facciones; caras de aves, de animales y de seres fantásticos, pesadas como se veían, con montones de pelo, telas y tocados. Tal colorido, tal sorpresa visual y esa cantidad de danzantes bailando hacía del espectáculo un verdadero gusto para los ojos, yo estaba totalmente fascinado y así también lo estaban los demás extranjeros que veíamos la danza; los tibetanos, la gente de Repkong, no puedo saberlo, veian atentos, hablaban entre ellos, comían, y también a veces no atendían.


Video: Segunda parte de la danza Cham. Monasterio Rongwu. Feb 9, 2009.


(Part 2) Tibetan Cham Dance Performance at Rongwu Monastery: Beginning. from Gustavo Thomas on Vimeo.






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