viernes, 30 de enero de 2009

Caminando por el jardin de Basho...




“閑かさや岩にしみ入る蝉の声”

“Todo en calma; / penetra en las rocas / la voz de la cigarra”




La primera vez que oí del Haikú fue sintiéndolo.

En un ejercicio de actuación mi maestro, González Caballero (1), nos repetía constantemente unas cuantas frases poéticas traducidas del japonés. La respuesta inmediata en mi interior, acaso explosiva (si las explosiones fueran tan lentas como potentes), me abrió una puerta hasta entonces desconocida; la sensibilidad interior tenía una entrada (tal vez tiene más) y yo la había descubierto ese día.

Las palabras del maestro eran escuchadas, y después de un tiempo repetidas por mí, con mi voz, cada vez más bajo, como queriendo que entrasen a mí; entonces oírlas en el silencio, oírlas viajando por el cuerpo, dentro del cuerpo y comenzar a sentir.

El sentir me llevaba al llanto, pero aquél llanto no era de dolor y tristeza, o en todo caso de un dolor y una tristeza tan grandes que parecían cercanos a lo infinito, por lo tanto a lo intangible, y por lo tanto ni tristes ni dolorosas, sólo estaban y eran en mí, y ese llanto fluía como corre un río, sólo porque sí.

Mi cuerpo se distensaba, mis ojos nublados seguían escuchando el poema en mí.

Ya en el suelo y en un lapso de tiempo sin recuerdo, aquella tarde, disfrutando de todo ello, miraba al cielo y reía mientras las lagrimas seguían saliendo. Era todo, era mucho, ¡era de una extrema suavidad!

Hacía rato que la voz del maestro había desaparecido y la mía también, pero yo seguía escuchando el poema, en mí. Era la primera vez que podría decir que sentí un "alma", eso tan intangible que sólo llega a ser asible a través la poesía.

Y es desde entonces que al escuchar la palabra "Haikú" mi cuerpo ( y alma) la identifican con esa experiencia de actor, y al escuchar el nombre de "Basho" con el ser creador que la provocó.

Basho (Bashō) se ha cruzado varias veces en mi vida desde aquél día en el laboratorio de González Caballero y hasta ahora, se cruzó en mi camino durante un viaje a Tokio en enero del año 2008. Yo buscaba un estadio de Sumo, quería ver hombres enormes pelear de una forma ritual, y encontré en cambio al poeta japonés, encontré su casa museo que me detuvo por unos minutos.

La casa fue prácticamente destruida por el tiempo y los bombardeos, de ella no queda nada; una nueva construcción que la sustituye, un pequeño museo, y en ese lugar un pequeño jardín que aún en el invierno permanecía vivo.

Por ese jardín paseé y grabé imágenes, más bellas por lo que significan que por lo que ellas son. Mostrarlas es un gozo y leer sus poemas al verlas un placer.

Los viajes son pretextos que nos conducen a la sabiduría.


Un paseo por el jardín de la casa museo de Basho






Casa Museo de Basho. Toki, japón. (Enero de 2008)


Primeras frases (en español) del libro de Basho "Oku no Hosomichi"



La primera parte de "Oko no Hosomichi" (el más famoso libro de Basho) en la traducción de Octavio Paz y Eikichi Hayashiya:

"Sendas de Oku

Los meses y los días son viajeros de la eternidad.
El año que se va y el que viene también son viajeros.
Para aquellos que dejan flotar sus vidas a bordo de los barcos o envejecen conduciendo caballos, todos los días son viaje y su casa misma es viaje.
Entre los antiguos, muchos murieron en plena ruta. A mí mismo, desde hace mucho, como girón de nube arrastrado por el viento, me turbaban pensamientos de vagabundeo.
Después de haber recorrido la costa durante el otoño pasado, volví a mi choza a orillas del río y barrí sus telarañas.
Allí me sorprendió el término del año; entonces me nacieron las ganas de cruzar el paso Shirakawa y llegar a Oku cuando la niebla cubre cielo y campos.
Todo lo que veía me invitaba al viaje; tan poseído estaba por los dioses que no podía dominar mis pensamientos; los espíritus del camino me hacían señas y no podía fijar mi mente ni ocuparme en nada.
Remendé mis pantalones rotos, cambié las cintas a mi sombrero de paja y unté moka quemada en mis piernas, para fortalecerlas.
La idea de la luna en la isla de Matsushima llenaba todas mis horas.
Cedí mi cabaña y me fui a la casa de Sampu, para esperar ahí el día de la salida.
En uno de los pilares de mi choza colgué un poema de ocho estrofas. La primera decía así:


Otros ahora


en mi choza - mañana


casa de muñecas.
"



(1) González Caballero es el creador de un método de actuación conocido como "técnica de González Caballero". El ejercicio narrado pertenece a la llamada dentro del método "corriente naturalista o chejoviana", y la exploración que se trabaja es precisamente la del "Apoyo Haikú".
Hay un Blog donde se expone el método completo: http://agcmetodo.blogspot.com

*


El libro del método de actuación de Antonio González Caballero está a la venta solamente a través de Internet, y en dos sitios: Amazon.com: http://www.amazon.com/Actuación-Antonio-González-Caballero-Spanish/dp/1466261919 CreateSpace: https://www.createspace.com/3677417




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