viernes, 24 de junio de 2011

Un secreto (Aprendiendo Butoh con Yoshito Ohno)






Yoshito Ohno tomando te en su estudio. (Por Gustavo Thomas. 2011)



-Mientras rezas (mientras rezamos en movimiento) junta tus manos.
Y las manos nos dirigen, pensando en aquello que rezamos, viéndolo, bailando. 
Yoshito interrumpe y acercándose nos dice: -¡Un secreto!
Toma la página de un gran block de fotografías y nos lo muestra: 
-Nara, una hermosa ciudad, muy vieja e importante ciudad de Japón. Ahí hay muchos Budas pero uno de ellos es especial, este Buda es especial, miren...- 
Entonces nos acerca la imagen de ese Buda... ¿Dónde está lo especial? 

Portada del libro sobre el Buda de Nara. (Por Gustavo Thomas. 2011)

-Miren sus manos... No se juntan; tienen una mínima separación, apenas un papel de arroz cabe entre ellas. No hay otro como él en todo Nara. Eso lo hace muy especial. Todo está comprimido entre sus manos; es poderoso. Kazuo Ohno sabía eso; es un secreto... -
Nos mira, sonriente y pensativo, a todos y cada uno de los que estamos a su alrededor...
-Reza con tus manos juntas y siente la separación del grosor de un papel de arroz.-
Y nuestras manos trabajaron con esa separación, y nos movimos con Maria Callas y Anthony cantando de fondo. Y en sesiones posteriores usamos un pañuelo. Aquella separación podía estar no sólo en nuestras manos, sino también en nuestras rodillas, como mujeres jóvenes y cuidadosas, y tambien ese papel se podía sentir entre los brazos y el tronco, entre los pies y el suelo, como el caminar de un maestro japonés de Noh. 
Yoshito Ohno muestra todo mientras habla: él es el Buda de Nara, él es la adolescente hermosa y tímida que camina con una mínima separación entre sus rodillas, él es Kazuo Ohno cuando hacía una mujer y sus brazos apenas tocaban los laterales de su tronco, y él, mientras habla, es también un caminante sobre papel de arroz. Continuamente se separa de nosotros y da unos cuantos pasos con su manos casi pegadas y elevándolas al cielo. No es un ejemplo a imitar, es que él inevitablemente debe moverse mientras lo habla.
Yoshito Ohno mostrando las manos separadas por papel de arroz
(Por Gustavo Thomas. Yokohama, Japón. 2011)

Sí, sus sesiones están llenas de pequeños y grandes secretos sobre el Butoh, sobre cómo lograr la fuerza interior de nuestro movimiento: 
-atención a la espalda, como si ella hablara; 
-un encuentro directo con todo el espacio, con sus esquinas, con el frente, con el atrás, con el arriba y el abajo; 
-saber colocar la mirada al caminar; si se mira hacia abajo siempre se da la impresión de tristeza, es mejor mirar neutro hacia el frente, abierto.
Casa secreto se “mueve”, cada secreto se explora, se ejercita, sin mayores indicaciones, sin juicios.
Los ejemplos para develar cada uno de los secretos se dan, como siempre en su taller, con el recuerdo de pasajes de los dos grandes maestros del Butoh, Kazuo Ohno y Tatsumi Hijikata, pero también con dibujos simples: formas geométricas para descubrir los diferentes desplazamientos de nuestro cuerpo en el espacio, o los caracteres chinos (el japonés tiene su origen, y se mantiene su uso, en los caracteres chinos) sobre el cuerpo, sobre el hombre, sobre el día. El habla cuando los dibuja, nos muestra cada dibujo que hace, nos deja tocarlo y revisarlo.
La muestra de un ejemplo palapable al mencionar cada secreto funciona como un pivote de inspiración, como una guía más allá de las palabras o de la indicación formal; al final cada secreto llega a nosotros a través de una imagen interna que se ha creado a partir de escucharlo, de verlo moverse, de mirar una foto o tocar un objeto.  Al final tocaremos y seremos esos dibujos, flores, seda, bambú y aire, entre varias más.

Círculo Zen en el estudio de Yoshito Ohno. (Por Gustavo Thomas. Yokohama, Japón, 2011)

Aquella pintura, tan simple, que se conoce como “el círculo zen” es una de las mayores inspiraciones para el descubrimiento del cuerpo en movimiento como un círculo, como la totalidad, como la filosofía en escena. Yoshito nos cuenta que su padre también era un filósofo y que filosofaba sobre la escena haciendo Butoh, y que una de las inspiraciones para filosofar en movimiento era aquella imagen del círculo dibujado por un monje zen, un círculo que claramente no se cierra pero que sabemos lo incluye todo. Kazuo Ohno no era budista pero era un hombre sensible, religioso, donde descubría inspiración se detenía y se movía.
Ese círculo se explora por todas partes, sea en el espacio, sea fuera y dentro del cuerpo, sea con nuestras manos. Las manos que emanan vida del círculo mismo, aquellas manos que él nos cuenta eran como cataratas de fuerza que surgían de Hijikata. La manos son detentoras del círculo que es una esfera, la luna. Yoshito nos pide mirar la luna, sentir la luna y verla como una manifestación de ese círculo zen, y de la esfera. Nuestras manos pueden tocar la luna, tomarla, partirla en dos, movernos con ella, con su fuerza, con su atracción, con su poesía. 
Ejercicio de Butoh: las lunas en las manos. (Por Gustavo Thomas. Yokohama, Japón. 2011)

Varias sesiones con varias esferas; imágenes interiores que nos mueven, y que nos hacen filosofar sin pensar, moviéndonos... ¿Cómo es posible filosofar sin pensar? Nunca me lo pregunté durante el trabajo... Quizás ahí tambien había otro secreto.
Esos secretos y ese filosofar provocan un cambio en los demás, nos dice el maestro Yoshito Ohno. Durante años gente de todo el mundo llegó al taller de su padre, lo escuchaban hablar, lo veían moverse, se movían con él y entonces pasaba algo, cambiaban, su vida cambiaba. Kazuo Ohno tenía la fuerza de cambiar a los otros a través de sus propios secretos develados en cada sesión (secretos que nadie podía decifrar ni explicar), explorados a través del movimiento filosófico o poético o surreal del Butoh. Después de unas cuantas sesiones aquellos visitantes cambiaban los rumbos de su creatividad y en varios casos de sus vidas mismas.






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