Cuando era niño había una infinidad de posibilidades para entretenerme dentro del campo del arte pero sólo dos se tomaban tan en serio como el inicio de una carrera profesional, el piano y el ballet. Ahí no era un juego de entretenimiento donde pintar garabatos o jugar con plastilina se convertía en arte, ahí se aprendía algo con disciplina, se usaba una técnica para lograr avances, una técnica concreta, en la que si no funcionabas desde ciertos parámetros podías ser rechazado. Así que no queriendo ser ni bailarín ni pianista me entretuve pintando y queriendo ser actor, jugando a dirigir orquestas, escribiendo diálogos melodramáticos y organizando piezas de teatro entre mis amigos digamos, a un nivel muy alto de improvisación y mucha diversión.
Fue hasta mi adolescencia que, entrando a estudiar la carrera de actuación, descubrí que habría podido con tanta seriedad como con el ballet o como con la música iniciar mi carrera de actor aprendiendo desde la infancia, pero no en mi país sino en el lejano oriente. Las historias de los maravillosos actores chinos y japoneses llegaron a mis oídos: grandes actores que iniciaron sus estudios a los 6 o 7 años de edad y que dedicaron 10 o 15 años de trabajo con sus maestros para lograr obtener su primer papel importante en una producción; actores que aprendían una técnica física y vocal a través no de ejercicios como tal sino a través de la "imitación" de su maestro (1). Así también fui descubriendo cómo este proceso educativo en las artes escéncias era un asunto común en la India, Tailandia, Camboya, Vietnam, y por supuesto en Bali, la isla teatro, o mejor dicho, la isla de las artes escénicas.
China me mostró los primeros ejemplos de estas "serias" escuelas para niños donde no hay manera de lograr una perfección si no es con disciplina y siguiendo durante años una técnica rigurosa de imitación y repetición desde el principio. Pude observar y ver no sólo cómo eran educados esos niños si no ver sus resultados sobre la escena después de 8 o 10 años de estudio (antes de llegar a su vida profesional), y pude comprender entonces el por qué de la grandeza técnica de estos actores en su juventud (en su veintes y treintas). De la misma manera y por boca de jóvenes recién entrados al medio profesional pude escuchar sus cuestionamientos a una tan rigurosa y cruel educación que terminaría por darles en la China actual una profesión que apenas cubriría sus necesidades económicas mínimas cuando en el pasado los hubiera colmado de riquezas y fama (2).
(hacer click en el enlace de arriba para ir al video)
(hacer click en el enlace de arriba para ir a la pagina de Reuters)
A diferencia de sus contrapartes japonesa y china la eduación artística balinesa es mucho más relajada, se siguen los mismos principios de imitación, repetición y práctica, así como el inicio de la educación desde la infancia pero no así las tremendas exigencias disciplinarias (escuelas-internados, entre 10 y 12 horas diarias de estudio práctico, etc) ni la violencia por la que son famosos varios grandes maestros del norte. Aparentemente los grandes maestros y academias están en Jakarta (Bali es parte de Indonesia), pero en Bali misma se siguen enseñando a niños y niñas a bailar y actuar para los balineses, para su fiestas religiosas y sus templos, para su entretenimiento y para los turistas que mantienen la economía de la isla, todo ello de la misma manera que Miguel Covarrubias observó y filmó en los años 30 del siglo pasado.
El aprendizaje en las artes escénicas balinesas es un aprendizaje de contacto físico. La mayoría de los bailarines-actores inician su aprendizaje a entre los 6 y 7 años de edad. Al principio el estudiante se para detrás del maestro e imita sus movimientos. El maestro canta la melodía de la danza, o usa una reproductora de música, y sigue los golpes de los gongs marcando un ritmo y dando indicaciones en base a ese ritmo. Una vez que la coreografía es aprendida en su forma básica el maestro se mueve a la par que el estudiante, detrás de él, y maneja el cuerpo del estudiante como si fuera una marioneta. Esto permite al estudiante sentir exactamente las inclinaciones y los movimientos de las muñecas y codos, además de la postura de la espalda y cadera. No se usan espejos, así que se sigue al maestro imitándolo o el maestro mueve el cuerpo del estudiante para mostrar en contacto físico total su energía y ritmo al danzar. Con la voz, en su caso, el estudiante imita el canto o recitado del maestro.
Covarrubias filmó en 1930 a una pareja de niñas aprendiendo y bailando junto con sus maestras. En la pequeñísima escena (20 segundos) podemos observar la imitación directa donde la maestra maneja a la aprendiz como si fuera una marioneta, y la repetición misma como parte de la enseñanza (la narración fue añadida en 2004 y no es parte del original).
En las siguientes dos fotografías vemos a I Ketut Mario, uno de los más grandes bailarines y coreógrafos balineses de los años 20s y 30s del siglo XX, en 1927, y a I Nyoman Kakul, en 1974, enseñando a sus respectivos estudiantes. Es muy clara la manera en que el contacto físico entre maestro y alumno se da.
En mi pasada visita a Bali en julio de 2009 fotografié y videograbé una clase en el museo ARMA de Ubud en donde la maestra, Nyoman Suastini, trabajaba una pieza de Legong Kratong con un grupo de niñas; una vez más aquí observamos la práctica continua, la repetición, y la imitación de los movimientos de la maestra.
No pretendo explicar la educación en las artes escénicas orientales pero si remarcar, exponiéndolas en documento, algunas de sus esenciales características y así acercar al lector de este Blog a ellas. Las diferencias con mi personal experiencia educativa en el campo de la actuación son extremas, así como estoy seguro lo son también con la experiencia de la educación del actor en casi todo el mundo occidental, de ahí la importancia de su exposición en documento. Una vez expuestas se pueden plantear con conocimiento preguntas a nuestros sistemas educativos escénicos, posibles cambios a ellos, nuevos caminos de exploración, o simplemente un mayor disfrute de aquello que parece parte de lo raro y desconocido.
Siguiendo con mi experiencia balinesa puedo ahora pasar a la sorprendente función de danzas que presencié en el Palacio real de Ubud.
(1) La película "Farewell my Concubine" (Adios a mi concubina) tiene toda una gran y muy acurada secuencia sobre la
exigente educación en la ópera de Pekín a finales del siglo XIX. En el siguiente link se pueden ver algunas imágenes de
dibujos que muestran una escuela de ópera de Pekín a principios del siglo XX:
(2) Ese es uno de los grandes retos culturales de la China actual, la exaltación de la cultura occidental del
entretenimiento en detrimento de su cultura tradicional. (Hasta finales de los años 40 del siglo XX la ópera de Pekín era
tan comercial como cualquier otro entretenimeinto actual, pero hoy por hoy es sólo un vestigio teatral del pasado).
No hay comentarios.:
Publicar un comentario