martes, 24 de julio de 2007

Una función de la Escuela de la Opera de Beijing


Volviendo (después de una ausencia de casi dos meses) al teatro Chang’An, el más importante de toda China (en referencia a la opera tradicional), compré un boleto para una función que no sabía era parte de las presentaciones que hace la Escuela de Opera de Beijing en conmemoración del 55 aniversario de su fundación. Durante tres días (16-18 de julio de 2007) se estarían presentando cada uno de los estudiantes en partes de famosas piezas de Opera de Beijing. La sorpresa fue muy agradable pues descubrí que los estudiantes tienen un nivel técnico bastante alto (poniendo de referencia mi experiencia como espectador en China durante los dos últimos años).

La escuela de la Opera de Beijing nace en los años 50 con el surgimiento de la República Popular de China; antes de ella las escuelas eran en realidad casas de estudio dirigidas por un eminente maestro (casi siempre un ex-actor) que reclutaba niños para manejar su carrera durante años (en algunos casos toda la vida artística del actor). A partir de los años 50 la Opera de Beijing se estudia en escuelas establecidas por el gobierno chino. La mayoría debe entrar a ella desde muy temprana edad pues la adquisición de la técnica corporal y vocal exigen una agilidad y movilidad que sólo se da sin dificultad en la infancia, en un cuerpo que madurará con la técnica que se proveerá para la escena.


Esta escuela en especial (hoy en día hay algunas otras) se hizo famosa hace unos pocos años en Europa a partir de la publicación del libro “L’École de l’Opera de Pékin” con fotografías de Hervé Bruhat. El fotógrafo francés permaneció en el año 2002 viviendo una temporada en la escuela y con los estudiantes, tomando fotografías tanto de la vida cotidiana como de los espectáculos en los que trabajaban, dejando así un documento precioso del “renacimiento” de este género teatral en China; género que pudo haberse perdido durante los años de la revolución cultural cuando se prohibió como “herencia del pasado feudal chino”. La escuela posee ahora toda una red de giras con presentaciones cada año, tanto en toda China como en el extranjero; mostrando parte de su entrenamiento y por supuesto extractos de las más famosas operas.

La presentación que me ocupa esta vez constaba de 8 partes incluyendo ciertos solos de canto sin vestuario, aproximadamente 2 horas y media de duración; 7 de las 8 partes eran extractos de operas.

Logré grabar bastante material ( es uno de los pocos lugares del mundo donde puedes grabar o tomar fotos sin problema); pero me gustaría compartir dos partes que disfruté de manera especial: una historia del rey Mono, plena de acrobacia, y otra famosa historia en China con dos personajes femeninos actuados por hombres, un caso en la actualidad.


Historia del Rey Mono.

La Opera “闹龙宫“Haciendo ruido en el palacio del emperador”) está llena de acrobacias y buen ritmo, y sólo me confirma que la juventud es el momento indicado para este tipo de roles; sin embargo, como contrapunto me confirma lo que se dice también en oriente: que la mayoría de los actores dedicados al personaje del rey Mono que están en la edad madura y mantienen su agilidad, destreza y capacidad rítmica se vuelven las estrellas cada vez que actúan. El público entonces reconoce el trabajo y la capacidad de estos artistas.

Los jóvenes actores usan su energía, la desbordan, cuidan sus movimientos; nos maravillamos con sus saltos y sus malabares, pero habría que esperar algunos años para ver cómo se desarrollan y cómo aprenden a manejarse en la escena con la dificultad de la edad.

Partí la escena en tres partes, primero por la condición de tiempo que impone Youtube (10 minutos máximo por video), y segundo porque creo que así se aprecia mucho más la calidad técnica de las acrobacias de este grupo de estudiantes.




Papeles femeninos actuados por hombres.

En los dos años que me he dedicado a ver Opera de Beijing no había tenido la oportunidad de observar a hombres actuando los personajes Dan (rol de dama joven); vi una obra cómica donde un hombre actuaba a una mujer que se supone era muy fea, pero lo actuaba uno especializado en el personaje del payaso (o clown chino), que no tiene el manejo técnico de los roles llamados Dan, y que son la idea tradicional china de la total feminidad.

Ahora eran dos jovencitos en la ópera 失子惊疯 (“Locura por la pérdida del hijo” en una posible traducción del título al español) donde los detalles “psicológicos” expresados con gestualidad son una experiencia visual muy rica en recursos dramáticos.

Los dos jóvenes muestran un trabajo verdaderamente interesante. Dejo la escena de 10 minutos para percibir en toda su extensión la actividad dramática de la que muchos ignoran puede darse en la Opera China con la falsa idea de que sólo es acrobacia, música y canto. No deja de sorprenderme la manera en que a través de “movimientos” o “acciones físicas” los actores de este teatro han descubierto signos de fuerza dramática “interior” sin salirse de la codificación de su tradición.



Se puede ver esta misma obra en otro video por Internet, es un sitio de la CCTV china; la escena del video es actuada por actrices (sí, mujeres las dos) profesionales. La comparación puede ser muy valiosa. Click aquí para ver el video.

La idea de ver hombres actuando papeles femeninos es inicialmente fuerte y llena de prejuicios, en ocasiones muchos prejuicios para un extranjero como yo, pero pude percibir que el público chino, el que estaba esta noche en la sala al menos, también se sentía incómodo ante la sorpresa de ver a los actores; sin embargo la técnica de la opera china misma y la capacidad de los actores convierten el choque inicial en un paso para la asimilación de una convención teatral; en menos de lo que hubiera esperado, el público y yo mismo nos “acostumbramos” a sus rasgos y comenzamos a vivir no a un hombre actuando de mujer sino a los personajes femeninos en si; fue profundamente interesante.

Aún cuando la escena es muy difícil de actuar, llena de detalles y trabajo acrobático, fue la única de todas las que vi en la presentación que llegó a superar en momentos el nivel técnico y se adentraba en eso que en occidente llamamos “interior”: el joven estudiante de actor comenzó a “actuar” en mi punto de vista teatral.

Pienso ahora en todas esas descripciones de lo maravilloso que eran esos actores en los siglos pasados, en las descripciones de lo que “ofrecía” al público el mismo Mei Lanfang; y entonces también descubro el porqué estos roles era actuados por actores muy jóvenes, como los que ví esta noche. Es la edad en la que la masculinidad está por llegar, y puede detenerse, alejar su expresión en la escena y entonces alentar todos los impulsos femeninos latentes en la infancia y no perderlos más, sino “sumarlos” a la codificación que se le enseña en voz y cuerpo. Entonces aparecen las diosas, las divinidades, los arquetipos que mueven masas.

Tengo claro que mis observaciones están totalmente contaminadas por mi experiencia en el teatro occidental, pero ¿quién puede evitarlo? Con ese gusto vivo ahora el teatro tradicional chino y lo comento.

El Qi de la escena.

La mayoría de los jóvenes estudiantes tenían un trabajo técnico formidable: con ello me refiero a que manejaban los movimientos, los ritmos de la voz tanto en el canto y el recitado, acrobacias, malabares, y actos de magia con alto grado de precisión y claridad sobre la escena. Pero a su vez la mayoría de ellos carecía de vida.

El teatro chino es profundamente engañoso con su maravillosa fastuosidad técnica, pues en un aria, en una serie de acrobacias o malabares la escena está llena de múltiples detalles, pero hay momentos en que reacciones, pausas, juegos gestuales deben estar llenos de “algo”, de Qi, y eso, que en muy pocos casos está codificado, se ve vacío en esta presentación.

Cuando he visto a los actores profesionales en ese mismo teatro tampoco he sentido una gran vida dramática interior (como la exijo en occidente, claro) pero tienen un peso sobre la escena, una energía vuelta cuerpo escénico que llena la mayor parte de su trabajo; ese “algo” que los estudiantes, por su dedicación total al aprendizaje imitativo y técnico, no les ha dado tiempo de trabajar y tal vez aún de “comprender” como parte de su trabajo de actores. Es la práctica y el tiempo; la asimilación se da a pasos, la suma y la maestría de uno le da la oportunidad de ir al siguiente, el cuerpo “escénico” de ese actor va creciendo con el tiempo; a final de cuentas tiene unos cuantos roles para trabajarlos durante toda su vida, para “llenarlos”. Los grandes del teatro chino eran maestros en llenar el vacío de la codificación y la técnica, alargándola, detallándola aún más, cargándola de su Qi.

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