lunes, 14 de mayo de 2007

Recordando LETANÍA (octubre 1998)

Letanía, espectáculo sintético de voz y movimiento en dos partes en conmemoración a la masacre de Tlaltelolco en 1968, formó parte del proyecto que Esférica Ludens, (en ese momento llamada "Roma Teatro..." ) denominó Arte Representacional, una combinación multimedia de Teatro, Movimiento corporal, Música y Video en torno a un tema determinado; en este caso, una visión posmoderna de los sucesos sangrientos de 1968.


Ficha de la obra:
LETANIA, espectáculo sintético de voz y movimiento en dos partes en conmemoración a la masacre de Tlaltelolco en 1968.

Autor y director: Gustavo Thomas

Actúan: Guadalupe Durón, Antonio Ordaz, integrantes de Esférica Ludens.

Lugar: Ateneo Español de México (Isabel la Católica 97 esq. San Jerónimo, Centro) Cupo limitado a 40 personas.

Estreno: Viernes 1 y sábado 2 de octubre de 1998.

Temporada: octubre de 1999.

Funciones: sábados 20:00 hrs y domingos 19:00 hrs

Donativo: $50.00 (50% a estudiantes, maestros e INSEN, con credencial)

Duración aproximada: 50 minutos.


Video (Slideshow del montaje):


Narración del montaje.

Afuera del espacio, lectura, por un encapuchado, de un poema de Mayakowski.
El público entra al espacio totalmente oscuro, se alumbra con lámparas de mano. Pareciera surgir una luz ténue que apenas deja percibir la escena.
Oímos el canto de Meredith Monk, mientras dos muchachos pintan un grafiti en la pared. El grafiti habla de la matanza de Tlaltelolco.
La luz se va perdiendo. La noche y su dificultad para pintar. Ellos prenden un encendedor para alumbrarse. Continúan su tarea. El encendedor se apaga.
En la oscuridad una potente luz llega a ellos. Se ven sorprendidos. Recogen sus cosas. Salen corriendo. La luz los persigue como ráfagas de metralletas hacia aviones enemigos.
La luz viene de la lámpara del ex-soldado. Va vendado de una pierna y casi rapado. Se acerca al lugar del grafiti. Lo mira. Grita.
El canto de Meredith Monk se detiene.
Silencio.
El ex-soldado expone sus temores, su despecho por el olvido del ejercito, no entiende las recriminaciones de los que recuerdan mal el momento de la masacre. Se justifica, repite palabras de generales, de ex-presidentes. Se propone inventar una letanía para ser liberado de toda culpa.
Oscuro.
Entra la pieza de música Letanía de Arvo Pärt.
El doliente se mueve en el piso. Lentamente se va levantando.
Sale la virgen grande, imponente.
Aparece el ex-soldado debajo de las faldas de la virgen, está sentado sobre una televisión.
El doliente se va quitando cintas que le torturan la piel, nos presentan consignas populares del movimiento del 68.
El ex-soldado dice su Letanía mientras el doliente expone la masacre en su cuerpo.
Por la cabeza del ex-soldado cae sangre, escurre por su cuerpo, por la televisión y llega al piso, encharcándose. Levanta la mano enguantada.
El doliente cae al piso entre estertores hasta quedar quieto. En la televisión aparece el video de la matanza.
El ex-soldado se quita el guante blanco y lo tira sobre la sangre.
El video de la televisión hace fade.
La oscuridad llega.
La música de la pieza Letanía continúa hasta el final.

Boceto para el modelo de la Virgen mecanizada que entra a escena:



Comentario al montaje por Felipe Galván, dramaturgo, guionista e investigador teatral:

LETANIA, horizonte postsesentaiochero

Después de presentar la "Antología teatro del 68", esférica Ludens me reinvitó a ver su ultima producción, era febrero del 99 y ellos me habían invitado a su estreno el 2 de octubre del año próximo pasado. Obviamente, por obra y gracia de mi particpicaión en la marcha de los treinta años, me fue imposible asistir en aquella pcasión a presenciar la obra escrita y dirigida por Gustavo Thomas.
En el mes de febrero a la segunda invitación se sumó el interés por ver a este interesante y joven equipo de trabajo, lo segundo por la edad, que no por el nivel de trabajo, puesto que en anteriores propuestas de ellos había observado una profunda y trascendente madurez. Es claro que quien los conduce, el mismo Thomas, tiene una perfecta claridad del quehacer estético y del camino hacia su concresión.
Letanía es el nombre al que responde la propuesta que nos ocupa, en ella el nivel verbal se recarga en las reflexiones de un exsoldado (Guadalupe Durón) que participó en la masacre; el nivel corporal, una constante de alto grado de riqueza en el trabajo grupal, se recarga en la interpretación del sufriente (Antonio Ordaz) de la masacre misma. Alrededor de ellos como elementos cohesionantes de esos dos mundos que se muestran, la conciencia del soldado y el dolor del sufriente, los grafiteros. El espectáculo pareciera desarrollarse en dos partes, una centrada en el exsoldado y la otra en el doliente, pero la intertextualidad es lo suficientemente fuerte como para mostralo en unidad.
¿Qué es más fuerte? La conciencia de un peón que confiesa en el distanciamiento ideológico-moral-insensible o el dolor de lo que pese a estar bajo tierra se impregnó en el recuerdo y la historia de un país? Pregunta clave para desmenuzar la estructura dramatúrgica. Tal vez haya que responder que Letanía, estructuralmente, es una interpretación melódica en dos movimientos.
Lo interesante es qué pasa con el espectador por estas dos partes encabalgadas en el escenario. Sin lugar a dudas el trabajo conmueve, impacta y lleva a la conmiseración, el efecto acumulado por esto propicia la catársis; la propuesta produce un efecto aristotélicamente tipificado.
Es un teatro hecho en la posmodernidad con la sabiduría del clasismo; una visión distinta de jóvenes no implicados en el movimiento, un ejemplo que, como en lña novela de la revolución mexicana, nos dice que el arte responde a hechos con propuestas posteriores y a veces alejadas de los participantes humanos, geográficos y temporales.
En resumen, esta propuesta me confirma lo escrito en la introducción a la "Antología del 68", la temática es universalmente mexicana y da para más, y sobre todo confirma lo de que "toda antología es injusta". En el caso de la recién realizada por mi, confieso que creo que tiene una gran carencia, la inclusión de Letanía.

Felipe Galván (S.N.C.A.), abril de 1999.


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