jueves, 10 de marzo de 2011

"Dervish in Progress", una coreografía de Ziya Azazi en el Festival de danza CanAsian, Toronto (2011)








Cuando se es único se puede ser maravilloso, eso es lo que el trabajo de Ziya Azazi es: maravilloso, espectacular, bello y pleno de teatralidad.
Acabo de ver la función (1) de Ziya Azazi "Dervish in Progress" (Derviche en proceso), uno de sus últimos trabajos (2004). Este bailarín turco radicado en Austria ha trabajado con danza giratoria desde 1997 y no como parte de la tradición mística musulmana si no como un artista que es. ¿Qué es lo que quiero decir? Que Ziya no es un derviche o un practicante sufi, él es un bailarín, un coreógrafo, un artista que ha encontrado su camino técnico en la danza a través del girar como los derviches. Ahí está el porque creo que él y su trabajo son único.
Ver a un derviche danzar puede provocar mareos, sí, pero también nos puede llevar a tener una experiencia mística: uno puede ser transportado a otro estado mental sólo por el hecho de mirarlo girar y escuchar la música. Y uno puede además decir que la danza es una experiencia de belleza visual (muy bella para muchos), pero la experiencia estética se detiene ahí. No hay “una obra de arte” en ello, no hay ideas o interpretación que se transmita a nadie más allá del danzante mismo. “Dervish in Progress” nos ofrece a sus espectadores una rara oportunidad de ser transportados a un diferente estado mental (a través de mirar durante 20 minutos, continuamente, girar al bailarín), dentro de una experiencia estética contemporánea. En la coreografía que vimos de Ziya Azazi, en algún momento y en nuestro propio asiento, nos movíamos con él, sintiendo ese obligado vértigo; a la vez estábamos maravillados por la belleza y dificultad del su movimiento; pero también estábamos leyendo una historia, percibíamos un lenguaje en imágenes y signos que querían transmitirnos algo; había emoción y dramatismo en el artista; veíamos una obra de arte escénico.
“Dervish in Progress” habla de la lucha por limpiar el cuerpo y la mente del bailarín; nos muestra cómo, durante el movimiento, el artista es transportado a otro estado, pero el moverse mismo resulta más poderosa experiencia que los motivos religiosos que la danza como técnica de misticismo le ofrece. El girar por sí mismo le da una libertad que las ideas y las posturas religiosas no pueden. Somos entonces testigos de su lucha y de su limpieza mental y física; contemplamos cómo, sin dejar de girar (lo que es remarcable), se quita su sombrero, su camisa y dos de sus faldas,  una roja y una blanca (¡enormes pesos que le evitan su liberación total!), hasta quedar solamente con una falda negra; vemos también cómo se desembaraza de ideas religiosas arrojando, de la misma manera que arrojó sus ropas, los gestos que son símbolos de las principales tradiciones religiosas: persignarse en el cristianismo, la palma en el corazón, la frente y el cielo de los musulmanes, y las palmas juntas y la cabeza inclinada del budismo. Esa lucha no es del todo exitosa, una de las faldas termina por absorberlo y practicamente, sin dejar de girar, desaparece frente a nuestros ojos. Se podría decir que ganó su batalla y al final se fundió con el universo en su danza, pero también podría interpretarse como una tragedia, un enorme peso que termina por absorberlo (o aplastarlo) hasta eliminarlo.
Ziya Azazi nos expone su propia batalla, sí, y sus dudas, y no teme expresar cómo se ha desembarazado de sus ideas religiosas (sean cristianas, musulmanas o budistas); él es un artista honesto y su obra es honesta también.
Puedo decir que Ziya Azazi hace con la danza giratoria derviche lo que Zeami hizo con el Teatro Noh siglos atrás, transformarla de un arte religioso en una forma artística libre de cualquier religiosidad, buscando sus fuentes promordiales, en este caso la experiencia del movimiento giratorio mismo, pero también añadiendo interpretación artística y posbilidades dramáticas para transmitir sentimientos, ideas y contarnos una historia.


Información de la pieza dentro del programa de la función en el festival CanAsian,
Fleck Dance Theatre, Harbourfront Centre, Toronto
(Feb 23rd, 2011)


Esta es la coreografía completa grabada en 2005.
(Abajo aparece toda la información de la página de vimeo.com donde el video aparece):

DERVISH IN PROGRESS, 2005, by Ziya Azazi from ZIYA AZAZI on Vimeo.
This solo is a contemporary interpretation of traditional Sufi dances, reflecting Ziya Azazi’s personal, artistic, conceptual and motional analysis. Physical awareness and a high state of meditation are aimed to be represented simultaneously. It searches for the Dervish a high level of speed, tension and emotion while it suggests to create a space for the viewer to experience these moods.



This performance represents the moment of Dervish when s/he starts to enjoy his/her achievement through the joyful and ecstatic repetition of whirling: the looping of spinning which lead to trance. The three skirt costumes intensify this joy with their illuminated and diverse colours and forms.



This dynamic, metamorphic solo transforms the classical Sufi dance into a spectacular form as it suggest possibilities for joy to become ritual, without needing boundaries of existing belief systems.



Dance/Choreography: ZIYA AZAZI

Costume: ISCHIKO

Light Desing: GERMANO MILITE

Music mix based on : MERCAN DEDE






(1) La función fue el 23 de febrero de 2011, en el Teatro Fleck Dance, Harbourfront Centre, Toronto, Canadá.




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