miércoles, 27 de mayo de 2009

Leni Riefenstahl y la danza que la llevó a Hitler.

Todas las fotografias y videos aparecidos en este Blog fueron obtenidos a través del Internet, su uso es exclusivamente informativo y referencial.




Lo más bello que he visto en una película ha sido la danza del mar de Leni Riefenstahl en La montaña sagrada
Adolf Hitler (1)




De niño aprendí que las escenas que veía de la época nazi habían sido creadas por una sola mujer, Leni Riefenstahl. Yo acostumbraba guardar en mi memoria toda la información sobre Alemania por aquello del mítico origen de una parte de la familia de mi padre, mi bisabuelo había formado parte de una ola de inmigrantes alemanes que habían llegado a México a principios de siglo; como no quedaba mucho de esos orígenes, cualquier dato cercano a lo alemán era primordial para reconocerlos, y las escenas de una Alemania mítica, fueran nazis o no, venían con las tomas de la Riefenstahl. Con el tiempo aprendí de la derrota alemana en la segunda guerra mundial, y que aquella mujer-artista estaba vetada en el mundo del arte debido a su contacto con Hitler; aprendí que no podría ver ninguna de sus películas pues estaban prohibidas, y que su pasado había acabo totalmente con su carrera cinematográfica (2). El tiempo y la constancia de una creadora maravillosa difuminaron esas prohibiciones y vetos, y aunque fue después de su muerte (en 2003, a los 101 años de vida), Leni y yo pudimos al fin conocernos (3).

En algún momento de los años 90 se publicaron las memorias de Leni Riefenstahl traducidas al español (Lumen publicó una edición en 1991); cuando quise ir a comprar el libro descubrí que había sido retirado de todas las librerías en menos de un mes, digo retirado porque no podía imaginar que en México se hubiera agotado un libro de memorias de una cineasta “desconocida” para la mayor parte de los mexicanos, a excepción de los cineastas de profesión; yo había en mi camino preguntado si no a todos sí a la mayoría de mis amigos artistas e intelectuales sobre ella y nadie, absolutamente nadie la conocía. El libro habia sido retirado porque no se había vendido, así de simple.

Fue hasta el año 2006 en Pekín que encontré en aquella ya mítica tienda de DVDs piratas, en el barrio de Sanlitun, una versión de la edición japonesa de sus obras completas más algunos documentales sobre su vida y sus últimos trabajos; aparte de algunos problemas debido a la calidad de la copia, la colección me fue de una gran utilidad para conocer de ella la mayor parte de su producción fílmica y parte de su vida.

En mi última vista a Nueva York en enero de éste 2009, descubrí sus memorias en la que llaman “la libreria más grande del mundo”, Strand Book Store, un almacén repleto de libros de segunda mano que es una delciia para cualquier aficionado a la lectura; ésta era la primera edición norteamericana, publicada en 1993: “Leni Riefenstahl. A Memoir.

Aquellas memorias son un verdadero testamento aclaratorio sobre todos los malentendidos, leyendas y mentiras que han envuelto la vida de esta creadora fílmica desde su contacto con el hombre más poderoso del mundo en los años 30 del siglo XX y hasta el fin de la segunda guerra mundial. Sin olvidar el lado morboso de conocer las versiones de la historia de la Riefenstahl, la lectura de esta obra es un fascinante encuentro con la creación cinematográfica (secretos de edicion, iluminación y formas de trabajo), y un encuentro con la historia del siglo XX; envuelta en detalles pocas veces reconocibles desde el punto de vista de los “perdedores” de la gran última guerra. Otra cosa hubiera sido de la fama y la vida de Leni Riefenstahl de haber ganado Alemania.

Descubrimos entonces a la Riefenstahl directora de cine, pero también a la fotógrafa, a la viajera, y lo que me hace escribir esta entrada, a la bailarina.


Iniciando su carrera artística como bailarina, Leni llegó al cine por la danza misma, de ahí a la creación cinematográfica y a su conctacto con Hitler. Aún cuando se inició tarde en el mundo de la danza (empezó a estudiarla a los 19 años), fue una bailarina con una cierta fama, dió recitales en varias partes de Europa con cierto éxito pero se mantuvo “aislada” de los eventos dancísticos de primer orden del momento. En la historia de la danza europea prácticamente no hay palabras para la presencia de la Riefenstahl en sus escenarios (No lo hay tampoco, claro está, para las estrellas de los ballets alemanes que decidieron quedarse al lado de los nazis y eran auspiciadas por su ministerio de cultura). Aún así no deja de haber tenido contacto con escuelas y teatro importantísimos de su época, tales como el considerado el teatro más importante de Alemania en su momento el “Deustches Theater” de Max Reinhardt (4), quien la contrató para trabajar bailando “solos”, y quien además la quería para su versión de la Pentesilea de Kleist. Así, bailando y encantando personalidades con su actuación, llegó también a Hitler.

Ella misma, en sus memorias, nos cuenta como Wilhelm Brückner, secretario de Hitler, la contactó porque Hitler mismo quería conocerla; según Riefenstahl y parafraseando a Brückner, Hitler decía:

Lo más bello que he visto en una película ha sido la danza del mar de Leni Riefenstahl en La montaña sagrada(ver nota 1)

“La danza del mar” es una secuencia dentro de la película “La montaña sagrada” (Der Heilige Berg) dirigida por Arnold Fanck (5). En ella, vemos a la Riefenstahl bailando en una coreografía de lo que denominaríamos ‘danza moderna”, más cercana al tipo de danza del estilo de Isadora Duncan que de los estilos expresionistas que se daban en esos años en Alemania. Un montaje de esa danza moderna que reinterpretaba a la danza griega, con movimientos que ofrecían libertad e idealismo, todo frente a paisajes marinos alemanes, nada más adecuado para atraer la atención de un líder politico que adoraba la idea de un renacimiento clásico, esta vez en el arte y la cultura alemana.


Leni Riefenstahl cuenta en sus memorias sobre ese su primer encuentro con Adolf Hitler y “la danza al mar”:

Caminábamos en la playa, Brückner y Schaub nos seguían detrás a corta distancia. El mar estaba en calma y había un aire cálido fuera de temporada. Hitler miraba al horizonte con sus binoculares y me comentó sobre varios tipos de barcos que él podía ver, y yo tuve la impresión que hablaba de ello con mucho conocimiento. De pronto, comenzó a hablar sobre mis películas. Me hizo entusiastas comentarios sobre mi “danza del mar” y me dijo que había visto todos las peliculas en las que yo había aparecido.(6)

Es un encuentro mítico claro está, un encuentro de gigantes de la historia, enamorado él de la obra creativa de ella (tal vez de ella misma también) y ella arrobada por la personalidad de aquél (núnca lo negó).


En la misma película aparecen otras tres danzas, "Danza al mar" esta vez sobre la escena, "Sueño que florece", y "Devoción", que terminan para nosotros siendo un muy interesante documento sobre un estilo de bailar y de representar en la Alemania de los años 20 del siglo pasado.

Video: Danza “Traumblüte” (Sueño que florece) Leni Riefenstahl en “La montaña sagrada” 1926




Video: Danza “Hingebung” (Devoción) Leni Riefenstahl en “La Montaña sagrada” 1926





Una lesión en la rodilla la obligó a tomar la decisión de dedicarse completamente a actuar y a dirigir cine, olvidando los recitales de danza para siempre (7); decisión considerada afortunada al menos para la historia del cine.

¿Qué hubiera sido de la Riefenstahl de haber seguido bailando? Tal vez no mucho, propensa a las lesiones su carrera definitivamente iba a truncarse en pocos años, además no poseía un verdadero cuerpo de bailarina y sus movimientos, a excepción de algunos momentos afortunados, era en general pesado y poco ágil. Podemos achacar estas impresiones al material fílmico de la época pero creo más bien que estamos ante el ejemplo de una exitosa carrera de bailarina debido a la personalidad más que a la habilidad técnica y creativa; aún así, las escenas filmadas con ella bailando tienen un gran impacto en quien las observa. La belleza de esa "danza al mar" es una combinación de juegos de edición y cámara sumada a una fuerza que emana la danza de Leni; es una danza mítica poco antes de unos de los años más convulsivos de la historia de la humanidad.

La belleza y la personalidad de Leni Riefenstahl, bailase bien o no, iban destinadas al estrellato y a la historia.




(1)The most beautiful thing I have ever seen in a film was Riefenstahl’s dance on the sea in The Holy Mountain” Palabras de Adolf Hitler. Leni Riefenstahl parafraseando Wilhelm Brückner, ayudante de Hitler. Leni Riefenstahl, A Memoir. St. Martin’s Press. Newy York, USA, 1993.
(2) ”Olympia” podía ser vista en cineclubs y algunas instituciones públicas, pero núnca estuvieron a mi alcance durante mi infancia y adolescencia. Sus tomas podían ser vistas en noticieros especialmente cuando se hablaba de las olimpiadas y de la época nazi.
(3) Leni Riefenstahl encontró trabajo primero fotografiando y filmando tribus africanas y al final de su vida filmando corales en el Caribe y Las Maldivas.
(4) Reinhardt, judío él mismo, tuvo que dejar Alemania durante la persecución nazi.
(5) ”Der Heilige Berg” 1926. la secuencia es llamada en alemán “Tanz an das Meer”.
(6) "We walked on the beach, Brückner and Schaub following a short distance behind. The sea was calm and the air unseasonably warm. Hitler looked out the horizon through his binoculars and told me about the various types of boats he could see, and I had the impression that he was quite knowledgeable about them. Soon, however, he began to speak about my films. He made enthusiastic comments about my “dance on the sea” and told me he had seen all the films I had appeared in.” Leni Riefenstahl, A Memoir. St. Martin’s Press. Newy York, USA, 1993.

(7) Su última aparición como bilarina es en su película "Tiefland", donde baila una coreografía de flamenco.

jueves, 21 de mayo de 2009

Marionetas y Títeres de vara de Fujian y Guangdong en el Museo de Macao



Otra corta entrada, esta vez dedicada a una visita que realicé al museo de Macao en la isla del mismo nombre, al sureste de China, en enero de 2006. Un interesante museo donde podemos aprender sobre los orígenes del té (¿sabían ustedes que la palabra "té" nos viene del fujianés y no del mandarín?) y por supuesto aprender sobre la historia de Macao misma, pero también sobre las artes escénicas chinas y en especial el teatro de marionetas desarrollado en la región.





Macao, una antigua isla portuguesa en Asia, fue principalmente habitada por chinos de las provincias de Fujian y Guangdong, y evidentemente muchas de sus tradiciones vienen de esas dos regiones. Una de las fuentes del teatro chino de marionetas es la provincia de Fujian, y dos ciudades son famosas por ello: Quanzhou (debido a sus marionetas) y Zhangzhou (debido a sus títeres de guante); pero también una importante fuente de los llamados "títeres de vara" es la provincia de Guangdong. Se cree que las marionetas de Quanzhou y los títeres de Guangdong fueron primero introducidos en Macao por los chinos mismos y de ahí llevados a Europa por los portugueses durante el siglo XVI.

Algunas de las marionetas y títeres de los que hablo están en la exposición permanente del museo de Macao.


sábado, 16 de mayo de 2009

Imágenes de un "Taller de Teatro Corporal" en el Teatro Penghao, Pekín.




Desde el 21 de febrero de éste 2009 David Limaverde, un actor brasileño que estudia en la Academia Central de Drama de Pekín
(中央戏剧学院), dirige un "Taller de Teatro Corporal". Fuí solamente a echar un ojo a su trabajo y tomar algunas fotos para la memoria visual que desarrollo en Internet (y que es mi Blog).

El Teatro Penghao es un relativamente nuevo espacio para teatro y danza en Pekín (alrededor de un año de vida apenas); lo considero un interesante proyecto de promoción artística en una ciudad tan negada al teatro joven como lo es Pekín; los administradores se dedican a promover cualquier tipo de actividad escénica en él, y principalmente aquellas provenientes de los alumnos egresados de la Academia Central de Drama que está a unas cuadras del teatro. De igual manera las puertas del espacio están abiertas a artistas escénicos extranjeros que como David desean mover un poco más su estancia creativa.




lunes, 11 de mayo de 2009

Festival Monlam 2009 (Año Nuevo Tibetano) Día 3: Procesión de la estatua de Buda Maitreya en el Monasterio Rongwu.






Día 3
Procesión de la estatua del Buda Maitreya en el monasterio Rongwu


Fotografías de la procesión de la estatua del Buda Maitreya en el monasterio Rongwu
Si por alguna razón las fotografías de la presentación se ven mal, haz click dentro del recuadro y te llevará a la página de Picasa donde están todas las fotos.




Narración del evento


Después de dos días de eventos verdaderamente extraordinarios, la idea era descansar un poco e incluso dudamos de ir a ver lo que considerábamos una repetición de la procesión del templo Niantog dos días antes, aquella ceremonia como la de la develación del Tanka habían durado cada una más de cinco horas y creíamos que una repetición iba a ser casi insoportable. Obviamente estábamos equivocados.

El inmenso monasterio de Rongwu no sólo albergaba a cientos de monjes novicios sino que para este evento especial habían llegado muchos más de los monasterios vecinos; éste al parecer iba a ser el primer evento en el que hiciera presencia el Lama Rimpoché, el segundo en jerarquía (después del Dalai Lama) dentro del budismo tibetano.

La conocida estructura se repetía: monjes iban y venían por toda la plaza y en grupos a través del monasterio se les veía ataviados nuevamente para una ceremonia especial, llevando diferentes objetos, cada uno con tareas muy definidas. Dentro del templo principal se reunían una cantidad verdaderamente inusitada de ellos (intenté contar y me detuve en 300 hasta que me cerraron las cortinas). La atmósfera parecía un tanto más caótica que la de los días anteriores, pareciera que no iba a haber una estructura de presentación, pero no fue así; todo se realizó como ya lo habíamos experimentado.

Alrededor del medio día la ceremonia preparatoria dentro del templo terminó y la mayoría de los monjes novicios que rezaban dentro salieron en un flujo interminable, grupos y grupos de mantas rojas salían de ese lugar deperdigándose dentro y fuera de la plaza. Llegué a ver algunos que en grupos de 5 o 6 se metían a autos último modelo y entre la multitud que esperaba la ceremonia pitaban la bocina del auto para hacerse paso y salir del lugar para dirigirse a "comer" (al menos eso me informaron).

Así que debíamos esperar porque todos los monjes, o al menos los novicios, debían irse a comer. La espera no fue larga, menos de 30 minutos y todos estaban de vuelta.

Los cornos sonaron y el caos de la plaza se acrecentó; esta vez preferí situarme en un espacio un tanto alejado y poder hacer tomas desde una pared para controlar más la cámara y no luchar entre los empujones de la gente, así podría usar el zoom de mejor manera para aquellas tomas que lo necesitaran. No fue un paraíso pero me gustó el ángulo desde donde tomé todo; además pude tener contacto con algunos de los espectadores tibetanos, que sin preocuparse que yo no entendía nada de su idioma, comentaban sobre la ceremonia, sobre la presencia del Lama Rimpoché y sobre lo que iba a venir, ¡toda una delicia!

El Lama Rimpoché se sentó en lo alto del templo en una gran terraza, con un grupo de monjes y cerca de un grupo de chinos privilegiados; los demás, todos, estábamos repartidos debajo de ellos en la plaza.

La presentación de grupos, jerarquías religiosas, objetos, estandartes fue inmensamente larga (evidentemente en el video la edité y la hice muy corta). Esta vez pude disfrutar un poco más de cómo llegaban a sus formaciones circulares, observar los objetos que portaban y en especial del "vestuario" de los altos líderes religiosos dentro de la ceremonia: el vestuario del mayor lider (el Lama Rimpoché) era tan simple como el de cualquier monje, pero no así el de aquellos que participaban abajo en la ceremonia de presentación; ellos, los principales, me recordaban a los actores de tragedias griegas ataviados en enormes trajes y máscaras marcando su diferencia con el mundo terrenal; como esos actores trágicos los monjes de Rongwu usaban una especie de zapatos altos o zancos (algunos de más de 5 centímetros de alto) que sólo había visto en la ópera china, además de una gran cantidad de telas de diferentes colores con "hombreras" para hacerlos más grandes y poderse repartir mejor alrededor del cuerpo; llevaban también, como en personajes de ópera china, aditamentos propios de su jerarquía y simbolismo espiritual (bastones, predicadores, etc), y sombreros especiales.

En la siguiente foto que tomé en el monasterio de Niantog se puede observar un ejemplo de la manera de vestir a la que me refiero arriba. Los monjes de las trompetas calzan pequeños zancos, mientras el principal unos muy estilizados, los tres con un exceso de telas y el principal con una hombrera de un lado.


En las siguientes dos fotos tomadas del video en Rongwu, podemos observar el mismo fenómeno "teatral" del vestuario de los monjes. En la primera foto notamos la diferencia entre el personaje ataviado especialmente para el evento y los otros monjes con el pueblo mismo. En la segunda foto, verdaderamente especial, se muestra al fondo a uno de esos "personajes" saliendo del templo, lo remarcable es que su solo vestuario le da una un peso muy grande, es una salida de personaje épico diría yo. (Todas las fotos las pueden agrandar para verlas mejor haciendo click en ellas)




Los juegos de semejanzas son inevitables, yo sé que no descubro absolutamente nada, el ligue entre religión y evento teatral es más que evidente en la tragedia griega, y el ligue entre evento religioso y evento teatral en las ceremonias tibetanas es reconocido por cualquier antropólogo social e investigador de artes performativas. Digamos que aquí lo experimentaba en vivo y lo disfrutaba pero lo más importante de todo, lo documentaba. Eso me hacía inmensamente feliz.

Una vez que la presentación tuvo lugar y los monjes empezaron a salir de la plaza, como en el día anterior la gente se abalanzó literalmente hacia las puertas del templo. Desde aquella puerta salían monjes que jalaban el lazo envuelto en gasas blancas, y que como un cordón umbilical los ligaba a la carroza del Buda Maitreya. Murmullo y agitación por todas partes; su salida resultó tan descuidada y caótica como la del día anterior, sólo que está vez no fuí acarreado por la multitud y pude observarlos desde un punto más estable.

Una de las imágenes más impactantes fue aparición de la carroza desde el templo principal, enorme para la puerta, al parecer inmensamente pesada e intentando sacarla entre la multitud que se agolpaba para tocarla, aventarle gasas blancas o ayudar a cargarla. Como une pequeña capilla montable, decorada en colores y oro, con su Buda "enjaulado" en ella. El mismo Lama Rimpoché y los monjes de la terraza aventaron sus gasas a la carroza cuando pasaba debajo de ellos. Era la develación del tanka, un momento sumamente religioso, extático tal vez, pero dilatado, un tiempo largo entre la algarabía religiosa y espiritual de todo un pueblo: la gente cantaba, los cornos sonaban, muchos rezaban, aventaban puños de arroz y aquellos papeles de colores con mantras impresos en ellos. Adoro ese canto religioso de las mujeres del pueblo tibetano, el canto que llamo "agudo", un canto que sé que desde ese viaje aparecerá continuamente en mis sueños.

En su camino hacia la salida de la plaza del templo principal la carroza estuvo a punto de caer, no sabíamos si la gente se mofaba o se espantaba por ello, su sorpresa era un tanto extraña, para nuestro códigos culturales; la sombrilla con el hombre que la escoltaba sí cayó y tardó mucho en volver a abrirse atrás ella pero lo logró.

Cuando la procesión pasó por donde yo estaba pude usar el zoom de la cámara y tomar un close-up del Buda Maitreya: quedé sorprendido, yo veía, sumergido en mi cultura cristiana, una virgen católica dentro de su pedestal; ésta vez, debía hacer la trasposición de lugar, de "objeto", era la estatua de un Buda, una estatua dorada con un buda de cara femenina.

La multitud se agolpaba violentamente, no había ya manera de salir de ahí sin ser "movido" también. Una vez afura de la plaza principal, la procesión podía tener lugar en la mayoría de las capillas y templos del monasterio, eso duraría una o dos horas más, aunque el guía nos decía que seguramente sólo darían una vuelta al templo y para evitar más estragos meterían la carroza por detrás.

Había sido demasiado; estaba contento y cansado. Dejé ir la carroza y a la gente que iba tras ella, para mí el evento había terminado cuando salí de la plaza.

Ahora quería descansar, bajar todo ese material a la computadora, tratar de editar algunas fotos, pensar en aquello, y esperar, al día siguiente vendría el evento por el que expresamente había querido ir a Amdo, la danza-teatro Cham.



miércoles, 6 de mayo de 2009

Marguerite Duras, una segunda vez.





Yo sabía que en algún otro momento de mi vida habría de leerla una y varias veces más, que necesitaría de su ritmo y de su vaga (por efímera) comprensión del amor; que al leer en su lengua habría de disfrutarla más, sentirla más y hasta llorar con ella.

Marguerite Duras llegó a mí más de 20 años atrás, cuando ni siquiera yo había encontrado a nadie para amar. Ella era solamente "L'Amant" y algo de teatro y cine. La leí, la escuché, y la miré con su enorme y horrenda cara, con ese cuerpo anfibio y el desmadre de libros que la rodeaban; lo único que me sorprendía de todo aquello era la seguridad en ese momento que obsesivamente nos escribía; entonces sus deformes ojos se volvían penetrantes, y se quedarían por siempre plasmados en mi memoria, Duras era sólo sus ojos y sus temas para mí.

Simplemente, no podía comprender porque lo que todos consideraban una enorme literatura y una enorme persona, a mis ojos y a mis oídos era sólo esa imagen de la obsesión, de la fealdad y de la constancia en el escribir.





En un avión he vuelto a encontrarla, en la oscuridad de un vuelo de 14 horas y en una continua noche de año nuevo 2009. Mientras leía "L’amant de la Chine du Nord", su última gran obra, las palabras de Duras se mezclaban con aquellas que había leído hace más de 20 años, cuando yo no había amado a nadie, cuando estaba sólo enamorado del teatro, de mi cuerpo, de mi futuro. Entonces , con el recuerdo de esos años y de mis lecturas, debía detener la lectura, ¡demasiadas obras leyendo a un mismo tiempo dentro de mi cabeza!, y otra vez apareciendo ese espejo del pasado que al pasar los 40 años de vida se me ha abierto descaradamente. Me veo en cada palabra que leo, me recuerdo en cada palabra que repito, admiro lo escrito por aquello que ha hecho en mí con el tiempo.


Recordé aquella puesta estudiantil de "Agatha", donde no participé, pero que miré con atención. Era la época donde yo descubría el Naturalismo chejoviano de González Caballero, aquella técnica actuacional de los haikús y del dolor interno, de la confusión y del inmenso gusto por actuar, de las lágrimas que hablaban de amor y de la soledad. Agatha... Admiraba al director y al grupo, a mis amigos, y estaba enamorado de su hacer, tal vez también de ellos, no sé. Se quedaban tan cortos en la profundidad que percibía del diálogo que no sentía los textos de Duras (¡confiaba tan poco en ellos!), no percibía el abismo emotivo de la relación incestuosa, del descaro y del dolor del no poderse amar más. Quise acercarme al director, tan joven como yo, y compartir mi teatro y sus logros. Hablé con él, le ofrecí “mi secreto”, los poemas japoneses que me habían llevado a sentir aquello que sabía hacía falta en su puesta, y una encantadora sonrisa me dio las gracias.

Yo sabía entonces que leer a Duras y verla en escena o en una pantalla necesitaba de ayuda, necesitaba de un pasado enorme, de una técnica, de un espectador con historia, y no de jóvenes con sueños de crear, incluyéndome a mí con mis experiencias y mis secretos.

Aquella ayuda fue vana, no fui tomado en cuenta; la obra no siquiera se llevó a un estreno, sus integrantes se dispersaron y el teatro dejó de ser un medio en sus vidas… Recuerdo con tristeza cómo aquél hermoso director de escena fue muriendo poco a poco tan joven como yo era, y mientras lo veía meditando bajo una tormenta, yo aprendía que la plaga que aterrorizaba nuestras vidas sexuales en los años 80 lo había cubierto a él y lo derrotaba. Agatha y su impotencia se identificaba con todo ello, quedaban grabados en mi pasado.

Por ello también Duras se quedó grabada en mi vida teatral, se implantó con su sutileza en un recuerdo de muerte, de impotencia, y quizás, no puedo saberlo, también de amor y desolación.

Como muchos nos perdimos el rastro uno al otro, ella se había convertido en un nombre más, en literatura de otros. Hasta aquella larga noche del avión sobre el mar, donde todo vino de nuevo. ¿Tenía que estar yo viviendo en China para conocerla otra vez? ¿Tenía que haberme perdido en enormes y turbulentas relaciones para reconocer que aquello de lo que hablaba era amar en la ignorancia a un extraño?

Los amantes reconocen las diferencias culturales, los hermanos incestuosos reconocen las diferencias sociales… Todos nos amamos con la imposibilidad de que sea una totalidad. Las palabras chinas escuchadas de otros lados me revientan mi memoria: nosotros occidentales no somos más que putas en busca de libertad, caos, incesto, locura, ambición y dinero, ¡adoramos la libertad que sólo nos ha llevado a la degeneración! Mientras ellos, en su inmensa hipocresía de siglos, deben seguir sus tradiciones, aparentar sabiduría, y nunca caer en la vergüenza, ¿por qué ofrecer la vida y el gozo a costa del amor, que es una estupidez?

Leer nuevamente a Duras, 20 años después, me saca carcajadas, sarcasmos, y dolor. La eterna desgracia de su amante chino es la victoria de la pequeña putita francesa, de lo occidental... Esos escritos valen más que una vida de respeto en una sociedad anquilosada y pútrida que terminan en una llamada telefónica dicendo que "siempre la ha amado".

He debido tocar manos chinas, su pieles y sus impotencias; he debido respirar el calor sofocante de la China del norte, de la Indochina y de Siam, y sumergirme en todos los ríos que las cruzan. He debido odiar y saber de las diferencias culturales, sociales, de raza… Conocer la impotencia de amar hasta el final por las diferencias culturales, y entonces así, sólo vivir para escribirlas.

Volví a leer a los amantes, a su Agatha, compré sus libros, sus obras, ví sus películas, he pensado sobre ello y en ella; he vuelto a ver su cara anfibia y su pasado en vicios y en el comunismo. No es mi diosa, ni mi teatro, ni mi literatura pero sí es un poco de mi comprensión del amor y las culturas.

Sabía que la obra final que se escribiera sobre ese amor primerizo debería ser la mejor, porque era aquella que escribía después de haber hablado todo, que era de todos conocida… Cuando no hubiera más anécdotas de qué hablar habría de hablar de lo escencial, limpiar las verdades y decirlas con la simpleza de la narración de imágenes, que no es poesía en sí misma y está tan cercana a ella, que la supera cuando aquella se descuida. Esa es "L'Amant de la Chine du Nord", el amante de la China del norte.

Yo sabía que en algún otro momento de mi vida habría de leerla una y varias veces más, que necesitaría, como necesito al agua, de su ritmo y de su vaga (por efímera) comprensión del amor; que al leerla en su propia lengua habría de disfrutarla más, sentirla más y hasta llorar con ella. Yo sabía que siendo ahora un escritor podría también volverla a vivir.

Ahora que cierro sus libros y mis ojos, gozo de un sentimiento fantasmal. He descubierto una cortísima y durable respuesta a un haikú; y lo disfruto, y lo descanso.

Tal vez a la Duras no haya que leerla más de dos veces en una vida.



viernes, 1 de mayo de 2009

Marionetas javanesas de vara en el Museo asiático de San Francisco




En marzo de éste 2009 visité el Museo de Arte Asiático de San Francisco (San Francisco Asian Art Museum), y tomé algunas fotos de la colección de marionetas de vara javanesas en exhibición.

Parece que el museo posee una colección de docenas de este tipo de marionetas ( y muñecos de otros teatros más), pero sólo unas cuantas están en aparador. (1)

La siguiente información venía dentro de la placa informativa de la colección (en inglés en el original):


"Rod Puppets (wayang golek) of Java, Indonesia.


Indonesian Puppet Traditions


Amond the performing arts traditions of Indonesia, the most familiar to outsiders is the shadow puppet theater (wayang kulit).


Another important, though less well known, Indonesian performing arts is the theater of three-dimensional rod puppets (wayang golek). Unlike the shadow puppet theater, which has been nurtured in the aristocratic courts of Central java,wayang golek has been a popular, nonaristocratic tradition. It has flourished along the northern coast and western Java.


The puppet theater of Indonesia is not a children's theater, although children are often fascinated by it. Its stories are derived from the great Indian epics the ramayana and the Mahabharata (which are familiar in varying degrees in much of Southeast asia), as well as from other literary works ad incidents of history. The stories come from both Hindu and Islamic contexts.


Performances


A sole puppeteer not only manipulates all the puppet characters but also speaks for all of them, at the same time creating sound effects and directing the accompanying musical ensemble.

Performances continue for many hours. They must not be interrupted for fear of causing disruptions in the everyday world, which the puppet world is seen as paralleling. because the puppet theater, in addition to portraying furious battles and raucous comedy,examines the most serious issues facing society, amaster puppeteer is thought to posees great spiritual power.

The Puppets


The puppets, carved of wood, are brightly painted, and dressed in clothing and jewelry of batik and other fabrics, leather, sequins, and beads. Their hands can be turned by the pupeteer, and their long arms are hinged at shoulders, elbows, and wrists, allowing the puppeteer to use the rods attached to the hands to create a wide range of expressive gestures.


The facial features, colors, and costumes of the puppets identify the characters they represent, from beautiful princesses to noble warriors to scheming courtiers to mischievous clowns to exalted gods. The Indonesian audience usually knows the stories presented, can recognize the puppet characters, and is aware of their powers and weaknesses as well as the quirks of their personalities. The characters are so familiar that you can say "our neighbor is acting like Bhima," and everyone will know what you mean.
"











Hay varios video en Youtube sobre Walang golek, aquí uno de esos links: http://www.youtube.com/watch?v=4u-0Pa3fGF4



Gustavo Thomas. Get yours at bighugelabs.com

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