Desde hace años he tenido que lidiar con mis fantasmas, que son mis muertos.
Ayer, durante mi sueño, he tenido la visita de dos de ellos: maestros de arte y de espíritu, seres amados.
Uno por fin usaba su tiempo en realizar los deseos que olvidó viviendo sólo de teatro,
mientras el otro continuaba su trabajo, buscando.
Los dos tuvieron anoche su contacto, se encontraron, sonreían a la par que sus cabezas juntaron, en un saludo amigable, extraño.
Yo visitaba a aquél que seguía haciendo teatro, ahora en un pais lejano, con gente de otras lenguas y otros lados.
Comentando el motivo de mi visita me habló con su cabeza girando, pegándose a la mía, siguiendo el movimiento, entonces los dos hablamos y giramos.
Le conté de mi experiencia en los años de vida que intercambiamos, de cómo todo es un resultado de esos sus pasos.
Yo había olvidado todos mis instrumentos de grabación con los que en la actualidad trabajo, y sólo podía asimilar las cosas, con ellos, participando, viviendo y actuando.
Mis dos fantasmas se fueron, se perdieron en aquel mundo que es mi sueño, difuminándose en mi cerebro.
Despierto, han quedando ahora sólo como un recuerdo.
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