Hace 3 años en la aduana del aeropuerto de Heathrow, en mi primer viaje al Reino Unido, me preguntaron cuál era mi profesión, y yo de inmediato pensé: -"soy actor, poeta, dramaturgo, investigador en artes escénicas, fotógrafo reportero, director de escena, pedagogo teatral, cuentacuentos, lector en voz alta, instructor del taijiquan..."-, entonces me detuve y sin pensar más dije: -"Dramaturgo."- Y el oficial mirándome fijamente me contestó con otra pregunta: -¿Y de quién recibes dinero para vivir, entonces?-
Me detuvieron durante una hora porque no creían en mí, porque creían me quedaría en Londres a vivir y trabajar y después llevar a mi familia, o algo peor, a realizar algún acto dañino. Menos de una semana después fui detenido por la policía antiterrorista a la entrada de una estación de metro.
Hoy recordé el trauma que tuve al verme rodeado por policías armados y enfrente de mí el rostro de aquella nerviosa mujer policía deteniendo temblorosamente una hoja con la orden de cateo en mano, pero con la horrible idea en ella de que yo podía hacerla volar en mil pedazos.
Aquél día marcó el inicio de un climax en una crisis sobre mi profesión, mi forma de vida, mi aspecto y mi nacionalidad, de la que muy poco a poco he podido ir saliendo.
¿Es tan complicado, en esta era del capitalismo salvaje, creer que alguien que es amado y gusta de viajar se dedique a escribir teatro?
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