Ayer se cayó tu arbol
Ayer, sólo ayer,
solo,
se cayó tu árbol.
Ese árbol que mirabas como si de esperanza en este mundo se tratara.
Ayer se cayó tu árbol
que enfermo y sentenciado por el viento
ya veía que la muerte se acercaba.
Ayer se murió el otro, el último,
el único que en esa casa con vida quedaba.
Triste vida.
Triste historia que todo acaba.
Ana, tú no lloras, tú no escribes,
pobre pequeña,
¡Nuestra pequeña!
Tú también, debo recordarlo, ya duermes y no despiertas.
Veo tu falda y tus piernas,
veo tu encierro y tus manos.
Veo las manos de soldados ensangrentados.
Veo mis manos leyendo tus palabras en pedazos.
Ana, ayer se murió tu árbol
y muy pocos lo lloramos.
Gustavo Thomas
Agosto 24, 2010.
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