miércoles, 17 de octubre de 2007

A mi regreso de Londres...


Mi largo viaje ha terminado. Londres fue mi casa durante un mes y Amsterdam lo fue sólo por unos pocos días.

La condiciones de vida en una ciudad de la importancia y tamaño de Londres son difíciles y regreso a Beijing profundamente agotado.

Londres absorbió una cantidad de energía a la que no estaba acostumbrado; fue un despilfarro por el simple hecho de vivir ahí. Una ciudad exigente en todos los sentidos.

He visto gran cantidad de manifestaciones artísticas, clásicas y contemporáneas; he visto y he aprendido. Mi inglés ha mejorado enormemente pero mi vida y mi cuerpo han sufrido un desequilibrio que debo reformar; una forma de hacerlo es escribiendo sobre aquello que viví.

Las distancias son grandes (aún con un eficiente sistema de transporte): núnca menos de 30 minutos para llegar a cualquier lugar (regularmente 50 minutos) y siempre, caminar, a cualquier hora, tramos largos, largos, largos. Sí, he caminado como nunca, tomado autobuses y metro en exceso; adoro los taxis baratos de Beijing.

En Londres he vivido el temor a la violencia, y también el temor a la "legalidad". La ciudad presenta una de las tazas de criminalidad en crecimiento más rápidas del mundo. La gente teme ser robada o ultrajada; teme al otro por su raza, por su orígen, por su diferencia. Londres es una ciudad "brutal" para los inmigrantes y para la gente joven de razas "oscuras".

Es una ciudad que teme al terrorismo y que ha caído en la paranoia. Vi actos de injusto uso de la justicia, vi violencia ejercida sobre sus ciudadanos con la premisa de la prevención. Fui , y lo digo con tristeza, motivo de dos detenciones arbitrarias sólo por mi aspecto y por nada más, y así me fue aclarado por los policías.

En una calle camino al "tube" (el metro londinenese) ví el temor en la cara de uno de ellos (una mujer policía) que con su mano temblorosa me mostraba el artículo legal que le permitía detenerme por tener un aspecto "sospechoso de ser terrorista en un lugar vulnerable" y a su "parecer"; ella temblaba por temor a que yo fuera un terrorista y volara con ella en ese preciso momento, acabando con sus sueños y su vida; yo temblaba por el temor de ser confundido en exceso y acabar siendo una noticia sobre los "errores" de la "prevención de la policía londinense". Sus compañeros preguntaban, mientras me revisaban manos en alto, si tenía artículos en mi ropa o pegados al cuerpo que pudieran dañarlos... Yo, que he intentado durante éstos últimos años de mi vida de no hacer daño a nada y a nadie, ahora era motivo de la "sospecha" de dañar a quien me revisaba y aún más, "sospechoso" de querer dañar a decenas o cientos de personas.

Fue un shock, aún mayor porque había sido la segunda ocasión en que era detenido (la primera en el aeropuerto), sólo por mi aspecto... No servía vestir bien, mostrar documentos, dinero o tarjetas de crédito; era algo más allá de la idea de poseer una posición social. Era el miedo a otra raza y cultura que mi "aspecto" les representaba.

Con ese temor seguí viviendo y caminando día y noche en Londres; observé detenciones de negros, de árabes, de gente de Europa oriental. Observé desmayos; un intento de suicidio en el Támesis, violencia policial sobre ladrones comunes, y la actitud a la defensiva de la gente común. Con el pasar de los días me acostumbré a lo que en un principio creía era un ambiente infernal y comencé poco a poco a ver el cielo despejado (extraño en Londres), a disfrutar sus bellísimos paisajes y a mirar las sonrisas en los pubs (los ingleses sólo sonríen en los pubs). Conocí gente agradable, amigable, de diferentes razas, con ellos intercambié ideas o simples comentarios; hablé en diferentes idiomas también, practiqué mi inglés, mi francés y mi italiano, ¡hable en chino!... Comencé a vivir como otro más. Visité los grandes museos y salas de exposiciones. Visité los teatros y fui espectador de varios espectáculos y obras de primer órden. Disfruté de su arquitectura y del abanico de posibilidades para divertirse. Encontré también amigos.


Hasta ahora sólo he subido dos entradas al Blog referentes a éste viaje: el festival del Támesis y mi visita a El Globo, el teatro donde trabajó Shakespeare y que ha sido recientemente reconstruído. Tengo material e ideas para una media docena de entradas o aún más, (Conciertos, las reliquias de teatro en el Museo Británico, tres obras de teatro, exposiciones, películas, arquitectura, espectáculos callejeros, etc) ya veremos cuántas se logran.

Amsterdam será un capítulo aparte.


1 comentario:

  1. No manches que terrible experiencia!,

    Afortunadamente todo salió bien, pero que muestra de los miedos de este nuestro mundo.

    Un saludo.

    Alan

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