Vi en La Capilla "Duocronía", un trabajo de Butoh de la compañía mexicana Teatro Prieto, dirigida por Coco Villarreal, en lo que parece fue su última función.
La experiencia como espectador es aquella que yo personalmente busco en un trabajo de Butoh, hundirme en un espacio de tiempo y lugar únicos, una transportación inmediata frente el trabajo de los butohkas, atracción total hacia la escena y vivir junto a ellos lo presente.
La pieza pareciera partida en dos momentos/historias inconexas, pero al aceptarse la convención, al asumirla, los espectadores la disfrutamos sin más preguntas.
Aún cuando vemos a cuatro butohkas en escena, Duocronía evidentemente se sustenta en el performance de Coco Villarreal y de Valeria Monforte, con una enorme presencia física de Coco, y una tensión emotivo imaginativa interna de Valeria verdaderamente remarcable. Su línea directa del interior al exterior (su cuerpo en movimiento) es tan clara que somos transportados por la apariencia de su tensión ocular con una gran inmediatez, y sin pensarlo recordé los trabajos de aquellas enormes butohkas del Butoh japonés de los años 70s influenciadas por Hijikata mismo.
La exposición de las habilidades físicas y vocales de Coco ,-un cuerpo fuerte, ágil y bien entrenado para el teatro físico, y una voz educada operísticamente-, en mi personal punto de vista, más estorban que aportan a su gran presencia escénica como butohka. Me hubiera gustado seguir viendo más clara su línea interior performativa que la exposición exterior de esas habilidades -que, por otro lado y evidentemente, tienen una razón creativa de estar-. Su transformación final hacia una completa forma femenina vieja es muy interesante, envejecemos con ella a su paso lento, pero su canto bien podía haber sido el de ese mismo personaje dolido y decrépito en vez de aquél de un hombre joven y con voz bien educada.
Me alegra ver también un Butoh mexicano más libre de la forma dancística occidental y con juegos coreográficos más propios, digo yo, de lo que podríamos llamar el Butoh de los años 70s, sumada a la teatralidad del juego transformativo de Coco.
Aunque entiendo que no era un premisa del montaje, me extrañó un poco leer una cita de Kazuo Ohno en el programa. No creo haber visto en escena la tradición performativa de Kazuo Ohno, aunque sí uno de los objetivos de ese primer Butoh de la caótica teoría personal de Hijikata, el momento infinito del cuerpo que se vuelve algo inmaterial.
Duocronía no es un Butoh del cuerpo muerto, es un Butoh de cuerpos vivos y en crisis, de cuerpos que se transforman y que son comprometidos por su vida misma, tal vez apabullados completamente por ella.
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